El atentado fallido contra un vuelo que se dirigía a Estados Unidos el pasado 25/12 volvió a las primeras planas la “seguridad nacional” y la “amenaza terrorista”. A días de cumplir su primer año en la Casa Blanca, el gobierno que había despertado grandes expectativas de terminar con el guerrerismo republicano abre un nuevo frente de la llamada “guerra contra el terrorismo” inaugurada por George W. Bush en 2001, luego de los atentados del 11S.
Las esperanzas despertadas por el “yes, we can” (sí, se puede) de Obama se desvanecen trágica y rápidamente con la escalada militar que lleva a 100.000 la cantidad de soldados norteamericanos en Afganistán, los raids aéreos en la frontera afgano-pakistaní que ya provocaron casi un millar de muertos civiles y la nueva ofensiva contra al-Qaeda en Yemen.
¿UNA NUEVA DIPLOMACIA?
A días de haber recibido el Nobel de la Paz, Obama presentó el refuerzo de tropas en Afganistán como vital para ganar esa guerra “necesaria”. En nombre de la “seguridad nacional” y los intereses de EE.UU., el demócrata apoyó la estrategia del Pentágono y el Gral. McChrystal cuyo objetivo central es derrotar al talibán y la creciente resistencia que encuentra la ocupación yanqui y el gobierno de Hamid Karzai.
En el marco de esta escalada militar, y con críticas republicanas (y muchas demócratas también) de fondo y cuestionamientos a su política de “seguridad nacional”, Obama vuelve a hablar del mal: “El mal existe en el mundo”, dijo mientras recibía el Nobel. Y agregó, “Nuestra nación está en guerra contra una red de violencia y odio de gran alcance, y haremos todo lo que sea necesario para derrotarla y para defender a nuestro país, incluso manteniendo los valores que han distinguido a Estados Unidos…”.
Afirmaciones como estas, a pesar de gestos (a medias) como la promesa de cierre de la vergonzosa cárcel de Guantánamo o el retiro de tropas de Irak (reconcentradas hoy en Afganistán) muestran cómo la ofensiva de Yemen no es otra cosa que la continuación y consolidación de la política exterior que ya había comenzado a implementar Bush durante su segundo mandato. Como dice Obama, EE.UU. hará lo que sea por defender sus intereses. Así lo está demostrando, y a la vez no deja lugar a dudas de que la “nueva diplomacia” y la utilización “inteligente” del poder (“smart power”), a contramano de las ilusiones de una “era” de multilateralismo y diálogo, no es más que el uso del poderío militar y político imperialista allí donde sea necesario.
Muestra de esto es la utilización por el gobierno demócrata de los ataques aéreos sin tripulación, sugeridos por la CIA, que ya superaron la cantidad de los ataques realizados durante toda la presidencia de Bush (New York Times, 4/01). Sólo en 2009 estos ataques causaron 700 muertes pakistaníes en la frontera con Afganistán. Como ya empiezan a sugerir varios analistas, “hasta ahora, la lista de desafíos en política exterior, y la respuesta de la administración a cada uno de ellos es llamativamente similar, a fines de 2009, a la de fines de 2008” (Time, 04/01).
¿UNA PALOMA RODEADA DE HALCONES?
Mucho se habla de las presiones y las críticas que enfrenta el gobierno de Obama por parte de la derecha republicana y sectores demócratas por las fallas en seguridad nacional (renovadas por el atentado fallido), por la negativa de Obama a reconocer que EE.UU. está en guerra o la supuesta respuesta light a la “amenaza terrorista”…
Entonces, ¿la ofensiva contra al-Qaeda en Yemen responde a estas presiones? Lejos de la imagen de un presidente asediado por la derecha, el propio gabinete demócrata ha mantenido una continuidad con respecto a los ejes centrales de política exterior. Y esto se explica, a pesar de las diferencias en el discurso y en la imagen de Obama, por la defensa que ejercen ambos partidos, Demócrata y Republicano, de los intereses del imperialismo norteamericano en el mundo. Por esa razón, muchos sectores del propio establishment norteamericano vieron en la figura del demócrata la vía para recuperar la maltrecha hegemonía, luego de los ocho años de Bush.
En este marco, no es una sorpresa que el gobierno de Obama haya mantenido durante todo 2009 una relación de cooperación y ayuda militar y financiera (que aumentó de prácticamente nada a 70 millones de dólares) con el gobierno yemení contra al-Qaeda en ese país. Como justificación de los ataques bastan la supuesta relación de un predicador yemení, Anwar Al Aulaqi, con el psiquiatra Nidal Hassan, que protagonizó el reciente tiroteo en la base militar de Texas, y el supuesto entrenamiento del joven nigeriano que intento detonar un explosivo en el avión que iba rumbo a EE.UU. el 25/12.
Como parte de esta colaboración con el presidente de Yemen, Saleh, y en consonancia con investigaciones de la CIA, EE.UU. colaboró en los ataques del 17 y 24 de diciembre de 2009 contra supuestos campos de entrenamiento de al-Qaeda, que provocaron casi un centenar de muertes civiles. Sin nada que envidiarle al cuestionado presidente afgano Karzai, Saleh enfrenta hace décadas la oposición de varios sectores: la resistencia Houthi de origen chiíta, tendencias separatistas en el sur y el propio al-Qaeda de la Península Arábiga que se organiza en territorio yemení.
Obama prepara esta ofensiva antiterrorista con bombardeos aéreos, justificando la masacre de civiles como “daños colaterales” que EE.UU. debe estar dispuesto a pagar (como en la Primera Guerra del Golfo en 1991) en nombre de la defensa de su seguridad. De esta forma, EE.UU. intenta evitar el alto costo de una invasión terrestre, rechazada casi unánimemente, que extenuaría aun más las fuerzas estadounidenses. Y para tranquilizar las críticas de quienes ven todavía un gobierno relajado con la “guerra anti terrorista”, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, no tardó en emular los tiempos del “eje del mal” asegurando que la inestabilidad en Yemen representa una amenaza ¡para la estabilidad global!
¿CUÁL ES LA BATALLA DE OBAMA?
Tras estas excusas, Obama abre este tercer frente bélico, aumentando la presencia y la intervención militar yanqui en el mundo. Contra las expectativas de cambio, la verdadera batalla de Obama coincide en sus intereses con las guerras emprendidas por Bush porque, con un rostro y discurso diferentes, ambos gobiernos persiguieron y persiguen el mismo objetivo: recomponer la posición del imperialismo norteamericano en el mundo y sus intereses.
Sumados al frente externo y el crecimiento del anti-norteamericanismo, fronteras adentro crece la impopularidad de la guerra “necesaria” de Afganistán y la desazón de millones que votaron a Obama con la esperanza de acabar con la guerra y sus enormes costos económicos y sociales. Al contrario, la juventud, la comunidad negra y latina, las mujeres y muchos trabajadores y trabajadoras empiezan a ver en el gobierno demócrata más continuidad que ruptura, y junto con esto, el enorme desempleo y la grieta social pos crisis económica.
Este nuevo frente de la “guerra contra el terrorismo” sólo significará mayores sufrimientos para las masas oprimidas en Yemen y todo Medio Oriente, y representará una nueva hipoteca del futuro de millones de trabajadores y jóvenes en Estados Unidos. Estos últimos, con su movilización independiente y en alianza con los pueblos oprimidos que luchan por terminar con la ocupación y echar a las tropas norteamericanas, tienen en sus manos la única posibilidad real de terminar con la maquinaria de la guerra imperialista.
CLAVES DE YEMEN
• 23,8 millones de personas viven en el país más pobre del mundo árabe.
• 50% de la población vive debajo de la línea de pobreza.
• 40% de la población está desocupada.
• 54% de la población es analfabeta.
• Yemen se unificó como república en 1990, luego de una larga guerra civil. Saleh es su primer presidente electo desde la unificación, aunque éste ya era presidente desde 1978 de Yemen del Norte.
• Rebelión Houthi: adquiere su nombre de su líder, asesinado en 2004 por el ejército yemení durante la llamada “Segunda Revuelta Houthi”. Son de origen chiíta, nucleados en la provincia norteña de Saada. Son opositores al gobierno y atacados por éste y por Arabia Saudita (sunnitas). Ambos acusan a los Houthis de ser financiados por Irán.
El gobierno estadounidense interviene con estos ataques y la ayuda financiera y militar, en los choques que existen en Yemen entre el gobierno de Saleh y varios grupos de oposición.
Por Celeste Murillo
Fuente: www.pts.org.ar