En 2008, cuando falleció el perro más viejo del mundo – un labrador de 29 años de edad, de nombre Bella – el Daily Mail no perdió tiempo en dar la noticia de forma sensacionalista: «Muere el perro más vejo del mundo a la edad de 203 años (en años caninos)». Sin embargo, a la hora de calcular la edad del perro se basaron en una premisa falsa: un año de vida de un perro equivale a siete años de un humano.
Si esta proporción fuera cierta, los seres humanos seríamos capaces de reproducirnos a los siete años y algunos de nosotros llegaríamos fácilmente hasta los 150 años de edad.
La «regla de siete años» es una leyenda que los dueños de perros (y los medios de comunicación) siguen utilizándolo por su simplicidad, es una «talla única» para entender las etapas equivalentes de la vida de una mascota respecto al ser humano. En realidad, el cálculo de la edad de un perro es algo un poco más complejo.
La regla de los siete años.
El orígen del mito de los «siete años» está envuelto en el misterio. En 1268 se gravó una inscripción en el suelo de la Abadía de Westminster en la que se calculaba la fecha del día del juicio final utilizando los ciclos de vida de las creaciones de Dios, incluyendo al perro, cuya vida fue estimada en nueve años y la de una persona en 81. Georges Buffon, un naturalista francés del siglo XVIII, tenía más o menos la misma teoría: Los seres humanos vivían de 90 a 100 años, y los perros de 10 a 12.
En algún momento de la década de 1950, surgió la teoría de que los seres humanos, de media, vivían 70 años, y los perros 10; simple y fácil de traducir, una perfecta relación de 7 a 1.
Aunque esta «regla de oro» se impuso, algunos investigadores y gerontólogos comenzaron a cuestionar su validez. En 1953, el investigador francés A. Lebeau relacionó las etapas de la vida compartidas por los seres humanos y los perros – la pubertad, la edad adulta, y la máxima vida útil – y estableció, por primera vez, que los perros se desarrollan de 15 a 20 veces más rápido que un ser humano en su primer año de vida, y luego, a medida que envejecen, poco a poco, se establece una relación de uno a cinco años entre perros y humanos.
La conclusión a la que llegó Lebeau es que la edad de un perro de un año es equivalente a un ser humano de 15 años; la de un perro de dos años, a un ser humano de 24 años; y desde esa edad, cada año de vida de un perro equivale a cuatro años humanos. Estudios posteriores profundizaron en esta relación, estableciéndola en función de tamaño y raza.
Las razas de los perros se pueden clasificar en cuatro tamaños; Razas pequeñas: 9 Kg o menos, chihuahuas, caniches enanos, etc. Razas medianas: de 10 a 22 Kg, labrador, dogo, etc. Razas grandes, de 23 a 40 Kg, afgano, pastor alemán, etc, y Razas gigantes, más de 40 Kg, como los grandes daneses. Según el tamaño de la raza, la relación respecto a la edad humana es diferente.
La mayoría de la investigaciones nos dicen que las razas gigantes envejecen más rápidamente que otras razas. El biólogo evolucionista Cornelia Kraus cree que esto puede estar relacionado con la hormona de crecimiento IGF-1, hormona que los perros pequeños, como caniches enanos, tienen en concentraciones mucho más bajas de forma natural que los perros más grandes. Los animales con niveles más bajos de la hormona tienden a tener tasas más lentas de envejecimiento, así como menos de riesgo de enfermedades relacionadas con la edad.
La edad a la que los perros se convierten en ancianos (o requieren un cuidado especial debido a la vejez), es, de media, a los 11 años humanos para perros pequeños, 10 años para perros medianos, 8 años para perros grandes, y 7 años para las razas gigantes.
Aún así, la información anterior no cuenta toda la historia. Los investigadores que han rastreado extensivamente razas únicas de perros han encontrado resultados diferentes. Un gran danés de 58 kg o un san bernardo de de 90 kg, por ejemplo, podrían tener el equivalente a 26 años humanos con tan sólo un año de vida; en el mismo sentido, un caniche miniatura de 5 Kg podría tener el equivalente a 10 años de edad humanos en el mismo lapso de tiempo.
También hay valores extremos – como el beagle – que tienden a envejecer a un ritmo diferente que otros perros dentro de su categoría de raza grande. Aunque se han llevado a cabo estudios como el que se puede leer aquí, las razones por las que esto se produce siguen siendo científicamente un misterio.
En 1901, la esperanza de vida humana, de media, en los Estados Unidos era de 49 años; hoy es de 77. Del mismo modo, los perros de hoy en día viven vidas mucho más largas que sus antepasados del siglo pasado (menos del 20% de los perros vivía pasados los seis años en 1900, en comparación con el 44% de 2010).
Los perros no tienen, como nosotros, unos registros estadísticos oficiales de edad, nacimiento y defunción que nos permitan comprobar datos tales como la edad media y esperanza de vida, los únicos datos disponibles son los de los perros a los que se les hace un seguro, aunque estos datos tampoco son representativos, ya que los perros asegurados suelen estar mejor cuidados y por lo tanto alcanzan un mayor edad.
Generalmente, cuanto más pequeño es el perro, más tiempo tiende a vivir (de nuevo, con algunas excepciones):
Max, el perro más viejo, demostrable, de todos los tiempos, murió a la edad de 29 años y 282 días, era una mezcla de terrier-dachshund-beagle (todas razas pequeñas puras), y pesaba sólo 6 Kg.
Aunque estas estadísticas son poco concluyentes (y, en algunos aspectos, aún no se ha explorado científicamente), esperamos que ofrezcan una manera más matizada para calcular de forma aproximada la «edad humana» de su perro, así como su vida útil hasta alcanzar la vejez.
También espero que haya quedado claro que la edad de los siete años, que tantas veces hemos oído es simple mitología sin ninguna base científica.