El terror económico como arma contra las reformas

La derecha, el duopolio y los empresarios vienen creando una campaña del terror económico que le está dando resultados. Hay pesimismo aunque las cifras no son tan malas

El terror económico como arma contra las reformas

Autor: paulwalder
Rodrigo Valdés y la cúpula empresarial

Rodrigo Valdés y la cúpula empresarial

El Informe de Política Monetaria (IPOM) del Banco Central, publicado el miércoles pasado,  hace referencia y marca énfasis en la caída de las expectativas económicas, cuyo extendido pesimismo está obstaculizando la recuperación económica. En este contexto, el Banco Central bajó sus proyecciones de crecimiento económico para el año en curso desde un rango desde un 2,5 y 3,5 por ciento a sólo 2,25 y 3,25 por ciento.  En el informe, aun cuando el Banco afirma que pese a un leve repunte de la actividad económica en general y de la demanda interna (consumo más inversión) en particular registrada en marzo, ha habido con posterioridad un bajo dinamismo en estas partidas, lo cual, dice, atrasó  la reactivación económica más de lo previsto.

El énfasis que el Banco Central le otorga a las malas expectativas tiene como argumento el bajo nivel de consumo a partir de abril, lo cual se expresa también en los créditos, que siguen muy acotados pese a las bajas tasas de interés.

La caída de las expectativas tiene una directa relación con el clima de subjetividad económica, el que es fuertemente influido por los grandes medios de comunicación. Porque si se observa la evolución de los indicadores económicos, estos marcan una tendencia ascendente respecto a lo observado hace un año atrás. La misma encuesta de expectativas económicas que realiza el Banco Central apuntó que la economía chilena va mejorando. Si el año pasado el PIB marcó un escaso 1,9 por ciento, para este año la proyección oficial está en torno a un tres por ciento en tanto los encuestados prevén un 2,7, guarismo que aumentaría a un 3, 5 para el 2016 y de 3,7 para el 2017.

Y si hablamos de empleo, que es el indicador más relevante para la población trabajadora, éste se ha mantenido en niveles estables. En abril pasado el desempleo nacional registró 6,1 por ciento, cifra similar al mes anterior e igual al de abril del 2014.

Las sombrías expectativas económicas en la población, que no tienen una relación directa con el curso que sigue la economía, es consecuencia del oscuro clima creado desde el año pasado por las cúpulas empresariales, el que se inició, incluso, durante la elección presidencial en noviembre del 2013. En aquel momento se advertía sobre una inminente caída en la inversión producto de las anunciadas reformas, descenso que efectivamente se produjo meses más tarde.

A comienzos de esta semana, El Mercurio desplegó como titular en su portada una encuesta elaborada por el mismo diario en la cual afirmó que el 62 por ciento de los empresarios piensa que cambios a la reforma laboral estimulará a la economía, en tanto un 78 por ciento estima que debe revaluarse la reforma tributaria. Asimismo, el mismo texto informaba que el 55 por ciento rechaza terminar con el reemplazo de los trabajadores en huelga.

No sólo El Mercurio. Un editorial de La Tercera del domingo pasado señaló que “es claro el origen del estancamiento de la inversión privada. Elementos centrales en la explicación -y dentro del área de influencia natural de Hacienda- son la fuerte alza en los impuestos a las empresas y la reforma laboral que el Gobierno insiste en imponer”.

El argumento apunta a crear las expectativas pesimistas consideradas en el informe del Banco Central. Ya que Hacienda ha manifestado su negativa a revisar la reforma tributaria y su disposición a impulsar la reforma laboral,  para el diario del duopolio ello “probablemente no va a alterar la actual evolución de nuestra economía hacia su nuevo equilibrio, menos intensivo en capital”.

Bajo estas presiones públicas, han comenzado a gestarse otras privadas, lo que recuerda otros momentos de la transición en los cuales las cúpulas empresariales lograron desactivar programas de gobierno e imponer su propia agenda. El lunes pasado en un restaurante de Las Condes se reunieron los ministros de Hacienda, Interior y el subsecretario de esta cartera con el Comité Ejecutivo de la Confederación de la Producción y del Comercio para conversar y, por cierto, influir, sobre el momento económico. El titular de Hacienda, Rodrigo Valdés, había anunciado el día anterior una agenda con proyectos “prioritarios para el crecimiento” entre los que destacan, además de la reforma laboral, varios proyectos de energía “que se ha identificado por un buen tiempo como un cuello de botella principal para la capacidad de expansión de la economía”.

Tras la llegada de Rodrigo Valdés a Hacienda, el empresariado no ocultó su júbilo por este  tecnócrata con un pasado en el sector financiero privado y en el FMI. Con los días, Valdés ha reafirmado la reforma laboral, por cierto que con muchos matices y bastante desaguada, y no ha anunciado, hasta el momento, una revisión de la reforma tributaria ni ejercicios ultra neoliberales como la agenda Pro Crecimiento levantada por la Sofofa y canalizada por el gobierno de Ricardo Lagos. Aplausos tal vez por la salida de Alberto Arenas que no se están transmitiendo a Valdés.

Paul Walder

 


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