Presentaban su primer disco. Y eso pesa, eso tiene una carga sobre los músicos que muchas veces se hace presente. El lugar sumaba y sumaba gente, y quizás no era el mejor espacio para hacerlo. Quizás un lugar con mayores características de sala habría servido para escuchar mejor, sobretodo la primera parte, y donde los asistentes llegaran sólo por la banda en cuestión y no por la atracción del lugar. Sino qué hacía Patricio Navia en el local, estaba viendo a Picnic Kibun. Un gran acierto, ya que la banda presentó un set de música sin parar, que dejó la sensación de un trabajo acabado, de una entrega sin restricciones, donde algunas piezas se elevan un poco más que otras, pero donde la totalidad hace imposible no mover los pies, aunque sea para llevar el ritmo a lo lejos, apoyado en la barra sirviéndose algo baratito.
Como ya comentaba lo único que no logró igualar el nivel del resto de la jornada fue la experiencia acústica inicial, donde el vocalista de los Kibun, Harvey Jones acompañado por Alejandro Gómez de Alamedas y sendas guitarras, entregaron un par de temas, donde figura “Pink and blue” de su disco Fiebre Tagadá. Y la idea no era mala, lo que atentó fue un sonido no muy eficiente que permitió, supongo, el efecto esperado, que la gente escuchara atentamente el set más bajón de la noche. El resto de la jornada fluyó de manera fácil, y una vez que se encendieron las máquinas de Korenblit y Vila-Echagüe, y los acordes del bajo y la guitarra de Necochea, la voz de Jones se montó sobre esa base para entregar ideas y conceptos que juegan, que aluden, que provocan y que mezclan sus experiencias culturales de haber pasado por Japón, Estados Unidos y Chile, y que se pasean también por estilos distintos, acercándose al reggaeton, al hip hop, a la cumbia y a otras sonoridades que se construyen desde la licuadora Kibun o que se produce en la mezcla de este Tagadá que no para de girar.
Una jornada para festejar, ellos su primer disco, los asistentes de buenas composiciones y una creación que no se pone límites, y el resto, aunque sea por osmosis, un poco de buena música que se le va quedando en la memoria, y que le hará recordar una noche en que las asistentes le tiraban calzones a los músicos y estos los devolvían o los colocaban sobre sus instrumentos, mientras les hablaban de nalgas, de gravedad, de moverse y otras ideas semejantes.
¿Cuándo y dónde fue?
Sábado 8 de agosto
23 horas
Bar Constitución
Constitución 61, Bellavista
Texto: Esteban Lazo
Onda Corta
El Ciudadano