Fue un experimento muy simple, sentaron a niños en una mesa y les pusieron enfrente fotos de animales en granjas. Las imágenes revelaban los crueles tratos que recibían; ante esto los niños reaccionaron como uno esperaría que reaccionara cualquier persona que diferencia el bien del mal: sintieron tristeza y algunos incluso derramaron lágrimas. Sus palabras son realmente inspiradoras y podrían cambiar la opinión que muchos tienen sobre el consumo de carne: