Claudia del Fierro, artista visual: “Caminar por Santiago es parecido a caminar en cualquier otra ciudad colonizada por la imagen publicitaria”

Junto al reloj de flores de Viña del Mar una mujer vestida –sonrisa, pose, peinado- de secretaria pide a un turista que le tome una foto


Autor: Mauricio Becerra

Junto al reloj de flores de Viña del Mar una mujer vestida –sonrisa, pose, peinado- de secretaria pide a un turista que le tome una foto. La misma mujer, años después, se cuela en un casino para obreras del barrio Patronato. En el intertanto vemos su imagen golpeada colgando de la fachada lateral del Museo de Bellas Artes. Es Claudia del Fierro, a quien a lo largo de su trayectoria le pena el problema de la identidad y los estereotipos.

Nacida En Santiago de Chile, en 1974. Claudia del Fierro es Licenciada en Artes y Magíster en Artes Visuales por la Universidad de Chile. Entre sus exposiciones individuales están “Idéntica”, 2000, en la Galería Posada del Corregidor, en Santiago; «Corporativo», 2004, en Galería Balmaceda 1215; «Efecto Afecto», 2006, en Galería Metropolitana; y «The sweet promise», 2007, en el Project Space Gallery, Melbourne, Australia.

Ha participado en las exposiciones colectivas «9 Bienal de La Habana», La Habana, Cuba; “4ta Bienal MERCOSUR”, Porto Alegre, Brasil; “No lo llames Performance”, Museo Centro de Arte Reina Sofía, Madrid; Museo del Barrio, New York; “Arte y Catástrofe”, Museo de Arte Contemporáneo Valdivia, Chile; “Alter”, Centro Cultural de España, Santiago; “V Bienal de Video y Nuevos Medios”, Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, Chile; “Zona de Riesgo II”, Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, “Ciclo de Instalaciones Cotidiano”, Museo Casa Colorada, entre otras.

¿Qué situación o experiencia provocó el trabajo que hiciste en Corporativo?

– El proyecto Corporativo se generó por un interés mío de trabajar en el barrio Mapocho, donde vivo y trabajo en Santiago. Me pareció que Galería Balmaceda 1215, ubicada el mismo barrio, sería un espacio interesante para realizar un proyecto que se conectara con la gente que vive y trabaja en ese sector, que es un lugar de convergencias y de grandes contrastes. Partí con una estrategia muy simple de interacción con transeúntes y trabajadores a través de entrevistas. El objetivo principal era involucrar sus intereses y percepciones sobre el barrio en el trabajo, de manera que estos se hicieran visibles en la galería, al mismo tiempo que la galería se hiciera relevante para ellos como espacio de expresión.

También involucraste en la obra a artistas residentes en el sector.

– Sí. Actores y artistas visuales colaboraron conmigo. El proyecto se proponía proyectar una imagen «corporativa» del lugar, pero desde un punto de vista local y colectivo. La colaboración con la gente del barrio y artistas fue generando entonces muchas ideas, las que se concretaron en algunas obras. La experiencia fue muy enriquecedora como proceso.  Mucha gente quiso participar y, sobre todo, plasmar opiniones en el proyecto lo cual resultó en obras muy heterogéneas. Finalmente se generó un gran volumen de trabajo que se puede mostrar de distintas maneras.

Crucemos la idea que habla del espacio como voluntad y representación con la arquitectura que ha ido moldeando desde los ’90 las ciudades chilenas, expresada en los edificios institucionales, mall y edificios de apartamentos. ¿Qué tensión ves ahí?

– Veo que las ciudades chilenas crecen de dos formas paralelas: por una parte las grandes construcciones que aspiran a un cierto estatus y por otro la profileración de soluciones «parche» de menor escala que surgen de manera espontánea.  Lo segundo está constantemente, casi pacientemente afectando nuestro entorno, apoderándose de los espacios que van quedando obsoletos, generando un nuevo e híbrido sentido del diseño urbano. Creo que se refleja un estilo de vida que no se somete a esta idea de la ciudad del nuevo milenio, que se pretende proyectar con las grandes inversiones y que en nuestro país es una broma de mal gusto si se compara con la periferia que hay tanto en santiago como la provincia.

Respecto de la arquitectura y los espacios urbanos que recién señalábamos ¿Sospechas de un orden, quizá  no verbalizado, pero que sí opera?

– El orden esta dado por el capital que se invierte. Los intereses son comerciales. Esa es la única voluntad de diseño, es sólo una cáscara que dicta el orden del mercado. Los grandes complejos de departamentos en las comunas de clase media y baja proliferan y, sin duda, se someten a un criterio aspiracional de la clase media. Pequeños remedos de lo que se construye en los barrios altos, pero a un menor costo, menor espacio, menor calidad, peor manejo de los espacios públicos disponibles.

¿Qué precariedad ves en esa misma arquitectura?

– Pienso que las grandes construcciones de los últimos 15 años también tiene una vida útil, corta. Su decadencia esta latente.

POLÍTICAMENTE CORRECTO

La experiencia que tuviste yendo a almorzar con obreras textiles en tu trabajo Políticamente Correcto ¿qué imagen te dejó  del momento del almuerzo de ellas que, de seguro, es similar al de muchos otros habitantes de este país?

– Cuando realicé la acción Políticamente Correcto, lo hice porque quería participar de algo ajeno y meterme en el problema del arte como trabajo. Inmediatamente salieron a flote muchas conflictos. Mientras yo «artista» espiaba a un grupo de mujeres, ellas trabajaban en condiciones laborales indignas. Mientras yo tomaba la micro desde Providencia a Ñuble para infiltrarme en una realidad ajena, también sabía que ellas no iban a tomar la micro los domingos para ir a ver mi trabajo en el Museo de Arte Contemporáneo en el Parque Forestal. Cada vez más consciente de las diferencias, continué realizando la acción en constante duda sobre dónde y con quién estaban mis compromisos. Finalmente decidí mostrar una edición que mostrara solamente el transito, mi transito cotidiano desde afuera de la fabrica hacia adentro. Este transito que ellas no hacen en el museo, por ejemplo.

Sin duda la experiencia provocó un cuestionamiento sobre el quehacer del artista.

– Veo el trabajo como una manera de señalar las limitaciones y conflictos del encuentro de estos dos mundos, más que una denuncia. Hay una crueldad en señalar el drama cuando es el drama ajeno. No somos todos iguales. Yo puedo disfrazarme de obrera para hablar de su situación, eso también es cruel y contradictorio. A partir de esta obra comencé a trabajar mucho mas con los problemas que se generan a partir del trabajo documental con otros.

Podrías contar sobre las motivaciones de tu trabajo Idéntica e Instantáneas de Turistas.

– Comencé a trabajar con personajes y acciones al salir de la escuela de arte. Había estudiado pintura a mediados de los ‘90 y la educación del arte estaba en plena crisis. Nosotros como estudiantes también estábamos en crisis, habiendo recibido una educación académica desfasada en el tiempo, desarraigada también de nuestra realidad de país. Comencé a trabajar con el personaje de la secretaria porque necesitaba eliminar algo de eso y reinventar mi práctica.

El personaje de la secretaria es una constante en todo ese trabajo.

– Ese personaje es una respuesta a los estereotipos femeninos, es un juego con el poder. La mujer que debe insertarse en un mundo laboral hostil. La secretaria que le «hace la pega al jefe», la secretaria que es sexy, o que está expuesta el ridículo. La mujer que se muestra disponible y frágil, pero que es fuerte. La mujer que «aguanta todo». Este personaje es un héroe anónimo, es divertido. Cuando salgo a la calle vestida como ella genero repulsión y atracción al mismo tiempo. Nadie se atreve a preguntar si estoy disfrazada, pero saben que algo es extraño. En general no hablo, solo sonrío y me dejo llevar por las situaciones.

Una obra con el cuerpo tuyo de por medio…

– El trabajo con este personaje me hace vulnerable y, al mismo tiempo, me permite ingresar a espacios que normalmente no accedería. Muchas veces me han insultado o me han violentado de alguna forma. Trabajar con el propio cuerpo también es una manera de olvidar esa distancia que normalmente ocupa el artista para mirar el mundo. Supone estar inmersa en el mundo.

Te disfrazaste además de un personaje cuya identidad es muy deudora de las propuestas identitarias dadas por los medios masivos.

– Con Idéntica quería explorar la enajenación del mundo de la televisión. Aunque sea una copia del espacio televisivo, éste genera fascinación. La gente esta dispuesta a hacer cualquier cosa, de humillarse incluso, para acceder a este espacio del espectáculo. También es un espacio de arte. Eso me pareció muy interesante porque en general el público se siente violentado por el arte contemporáneo si éste los provoca de alguna forma. Sin embargo «la tele» o el espectáculo tienen esa venia por parte del público, aunque se los esté agrediendo. En este sentido la referencia a «Sábados Gigantes» es muy clara.

¿Qué reflexión gatilló Instantáneas de Turistas?

– La serie de Instantáneas de Turista fue realizada en 3 años, logrando constituir un archivo de más de 350 fotografías. Fue uno de mis primeros trabajos performativos que partió como una serie de fotografías en monumentos de Santiago. Quería mostrar la permanencia de los hitos militares e históricos en la ciudad, cómo ellos siguen ahí.  La secretaria posa junto a la «Llama de la libertad» o junto a un monumento ecuestre de Manuel Rodríguez con la misma sonrisa plástica. Son series de repeticiones de muchas poses en cada lugar. Son fotografías no profesionales, muchas veces tomadas por transeúntes o gente amiga. El trabajo generaba un lugar común, una escena que miles de personas han protagonizado repetidas veces, quizás sin pensar en el origen o el significado del monumento. Estas acciones también son un «monumento» en el sentido que conmemoran una convergencia de tiempo, lugar y memoria.

¿Con qué identidades respecto de lo femenino te encuentras cuando circulas por las calles de Santiago?

– Caminar por Santiago es parecido a caminar en cualquier otra ciudad colonizada por la imagen publicitaria paradigmática del primer mundo. Las modelos de los avisos son rubias y altas, la ropa que venden en las tiendas es talla XS y luego una se fija que la realidad es completamente otra. Los cuerpos ideales son los cuerpos de otros, viene de Miami o de Milán. Me acuerdo la primera vez que estuve en la India, me sorprendió tanto la cantidad de publicidad de cremas de belleza para aclararse la piel, que no lo podía creer. Me pareció ridículo. En realidad uno en Chile está acostumbrado a este desfase, que es lo mismo. Se pretende un ideal que no existe en la mayoría. Se esconden los rasgos locales. La gente se disfraza.

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– El año 2002 realicé ese trabajo. Era una copia de una gigantografía de Lóreal que cubría el Museo de Bellas Artes mientras la fachada era restaurada. La publicidad tenía imágenes de supermodelos posando y yo realicé un montaje igual pero con mi cara como mujer golpeada. Creo que esa obra trata un poco sobre esta idea del maquillaje, tanto de la gente como de las instituciones.

+ INFO: www.claudiadelfierro.org

Por Mauricio Becerra R.

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