Tal es el caso de Jaime Rodrigues Calderón, El Bronco. Un antiguo priista (Partido RevolucionarioInstitucional), que con una candidatura independiente ha logrado quebrar a los partidos tradicionales. Rodríguez Calderón, logró convertirse en gobernador de Nuevo León, el segundo estado más rico de México.
Su triunfo alerta de que el desencanto ha empezado a ejercer el voto. Sin embargo EL PRI retuvo la mayoría simple, y posiblemente llegará a controlar la Cámara de Diputados con sus aliados y nuevos pactos.
Para el presidente Enrique Peña Nieto, este resultado, de confirmarse, puede interpretarse como un respiro mínimo, pero no implica ningún cheque en blanco. A primera vista, el tablero político muestra el equilibrio de fuerzas tradicionales, como lo son el PRI, el PAN (derecha), y el PRD (izquierda). Pero esta estabilidad es percibida como aparente.
Ninguno de los tres partidos ha salido bien librado. El desgaste, según la primera proyección oficial, alcanza a todos y pone sobre la mesa el hartazgo ciudadano, el mensaje quizá más profundo de estas elecciones, reseña El País.
Peña Nieto entra en la fase final de su sexenio. Una etapa que en el sistema mexicano, sin reelección posible, lleva a los mandatarios por el camino del adiós. El presidente que llegó al poder prometiendo futuro será poco a poco devorado por el pasado, hasta llegar al eclipse total en 2018 con las elecciones presidenciales, concluye el diario.
Datos del descenso de los partidos «grandes»
EL PRD con sólo el 11% del voto (51 a 60 escaños), ha perdido de un solo golpe casi 40 diputados. Un pequeño ejército parlamentario que ha ido a parar a manos de Morena, el partido recién creado por el carismático Andrés Manuel López Obrador, dos veces candidato presidencial con el PRD.
El PRI, con cerca del 30% del voto y entre 196 y 203 diputados, ha retrocedido aproximadamente una decena de escaños, y ha sido su aliado, el Partido Verde Ecologista de México el que, con una campaña basura, ha logrado un crecimiento lo suficientemente vigoroso como para salvar la estabilidad parlamentaria de la que disfruta Peña Nieto. “Si el PRI se ha salvado es porque su oposición es aún más débil”, señala el experto Francisco Abundis.
Al PAN, las elecciones le sitúan como segunda fuerza nacional en número de escaños (105-116), pero su débil porcentaje de votos (en torno al 22%), inferior al de las presidenciales de 2012, no le permite cantar victoria.