Se cumple así aquello que la propia comunidad ha denunciado en los días previos: como respuesta a la campaña del terror, desarrollada día a día por el Diario Austral de Temuco, las familias mapuches son violentamente atacadas por fuerzas policiales a fin de ser expulsadas de las tierras que tres meses antes -cansados de promesas incumplidas- han decidido recuperar: las ‘tierras antiguas’.
Por Martín Correa Cabrera, Historiador.
La madrugada del 6 de abril de 2015 quedará marcada para siempre en la memoria de las familias mapuches de Rankilko: deciden ingresar a sus tierras antiguas y en ellas construir viviendas, entrar sus animales y preparar la tierra para sembrar. La represión policial no se hizo esperar y toma de prisioneros tampoco. Pero las familias de Rankilko vuelven a reingresar al día siguiente y en ellas se han mantenido hasta la actualidad.
Como antaño, la prensa regional, el Diario Austral de Temuco, comenzará a crear las condiciones para presionar a las autoridades del gobierno central para desalojar a los herederos de los ancestrales habitantes del Bajo Malleco. A partir del 25 de mayo de 2015 el Diario Austral dedica su portada y las páginas interiores a la estigmatización de los mapuches, a la victimización de los particulares, a constantes alusiones al terrorismo rural, a la presencia de violentistas:
“Empezaron rayando, poniendo los trapos que ellos le llaman banderas, ahora están más elegantes gracias a las platas del gobierno así que tiene banderas. Me empezaron a robar los portones de la entrada del campo, hostigamientos a la gente que trabajaba conmigo, me robaron animales. Me hicieron pedazos los cercos. Yo estaba en las vacaciones de invierno con mis hijos y comenzaban a tocar la trutruca a las 6 de la mañana y paraban a las 9 de la noche. Mi casa me la quemaron con todo adentro, me quemaron la casa del inquilino, después hicieron pedazos todos los sistemas de agua para que no volviera… Tienen bloqueadas las entradas del campo con árboles de ahí mismo, lo hicieron pedazos. Ahora tiene unas rucas y lo están sembrando. No hay ley”, declara Cecilia Pérez, propietaria del fundo Santa Delia, hoy recuperado por las familias mapuche.
Por su parte, la Multigremial reunida en la ciudad de Temuco, declaraba en la página anterior:
“Llamamos al gobierno a detener y desarticular a los grupos que están cometiendo actos terrorista”, a lo que se agregaba “Los líderes gremiales aseguraron que la situación de tensión ya superó los límites, indicaron que el gobierno está corriendo contra el reloj y que si no se adoptan medidas concretas radicalizarán su postura”.
El 1 de junio, en la portada del Diario Austral de Temuco, la campaña continúa:
Nada nuevo, sin embargo. La editorial del Diario El Mercurio del 1 de Noviembre de 1860 bien podría leerse en la actualidad:
“Han vuelto otra vez los indios a comenzar sus depredaciones en los pueblos de la frontera. La provincia de Arauco es nuevamente amenazada por estos bárbaros y la inquietud y la alarma se han extendido en las poblaciones del sur.
Qué familia puede estar tranquila y entregarse con confianza a sus trabajos, si el día menos pensado una turba de malhechores salvajes llega a su puerta, incendia sus propiedades y las hace perecer en el martirio sin respetar a las mujeres, a los ancianos y a los niños.
Ya es llegado el momento de emprender seriamente la campaña contra esa raza soberbia y sanguinaria, cuya sola presencia en esas campiñas es una amenaza palpitante, una angustia para las ricas provincias del sur.”
Las denuncias de los agricultores tiene respuesta inmediata y las amenazas de desalojo se comienzan a hacer sentir: “La Fiscalía de la Araucanía evaluará las medidas de protección de agricultora despojada de su campo”, se lee el 29 de mayo de 2015. Suma y sigue.
En virtud de todo aquello es que la Comunidad de Rankilko decide acudir el 3 de junio a la ciudad de Temuco, para realizar una conferencia de prensa en las puertas de la Intendencia Regional y luego encaminarse al mismísimo Diario Austral, a realizar sus descargos y a exigir explicaciones por el trato mediático que se le está dando a sus demandas territoriales. Rodrigo Curipan, werken del Lof Rankilko, denunció un complot en contra de la comunidad, sostuvo que las familias mapuche no son violentistas y que los agricultores quieren obtener ganancias económicas con lo sucedido en el último tiempo:
“Lo más preocupante es que nos han dejado frente a la región como un grupo violentista, nos acusan de la quema de sus casas, y eso es absolutamente mentira.
Nosotros tenemos la convicción de que aquí hay un interés claro por elevar los precios de los terrenos y eso significa que en muchos casos se ha llegado a los autoatentados”.
Al amanecer del día siguiente las familias de Rankilko realizan un Nguillam Magun, una rogativa en el Rehue que se ha levantado en las tierras recuperadas. Allí se vuelve a escuchar la voz de los antiguos. Doña Juanita Levipan, con los años a cuestas pero la memoria intacta, enseña:
“Nosotros estamos levantando rucas porque esta tierra nos pertenece, como mapuche, porque antiguamente los abuelos eran dueños de estas tierras, los winkas llegaron y se hicieron dueños de estas tierras, ellos usurparon estas tierras de nuestros abuelos, y los mataron, quemaron sus rucas, y se hicieron dueños. Mi abuela se llamaba Rosa Pillan, heredera del Lonko Manuel Pillan. Por eso nosotros luchamos por estas tierras, esta no es una tierra cualquiera, a nosotros nos usurparon estas tierras y ahora ellos dicen que somos nosotros los que estamos usurpando, no es así, nosotros estamos reclamando lo que nos pertenece”.
Por su parte, doña Rosa Nahuel recorre su pasado y denuncia que en las tierras ahora recuperadas los particulares:
“… no dejaban pasar a nadie, ni siquiera había camino, no le daban pasada a la gente, nos tenían arrinconados, y esta tierra no es de ellos, es de nosotros, nacidos y criados aquí, y ellos vinieron a quitarles la tierra a los antiguos, a los abuelitos, y después ellos dicen ‘es mío’ y esto no es de ellos, no es de ellos la tierra. A los antiguos les pegaron, los mataron, les quemaron sus rucas y les quitaron la tierra, los particulares vinieron de otra parte, no sé de donde vinieron, y se adueñaron aquí.”
La historia enseña que en las tierras que hoy demandan y ocupan las familias mapuche de Rankilko en el año 1870 se levantó el Fuerte Chiguaihue, durante el proceso de la Ocupación Militar de la Araucanía:
“En Chiguaihue se examinó el local más apropósito para la instalación del fuerte (…), lugar que se presta admirablemente por sus defensas naturales i por la acción rápida que puede tener esa guarnición sobre cualquier movimiento que intentasen los indios”, sentenciaba entonces el Coronel Cornelio Saavedra en las Memorias del Ministerio de Guerra.
La invasión militar al sur del río Malleco y el levantamiento del fuerte Chiguaihue forma parte de la memoria histórica mapuche y hoy revive en las palabras de Juan Curipan, quien relata a los presentes en la ceremonia lo que aprendió de sus antiguos:
“Acá hay una fosa del antiguo fuerte, para protegerse de los mapuche, y poco más allá, en el predio de Cecilia Pérez hay otra fosa, fosas que se hicieron en el proceso de Ocupación Militar de la Araucanía, esas son instalaciones del fuerte Chiguaihue. Más de 100 años costó traspasar esas líneas fronterizas que hizo el ejército, el Estado, y hoy está en manos de la comunidad, hoy se están levantando viviendas, se tienen los animales, y se está preparando la tierra para sembrar trigo.”
Es también allí donde se dará forma al gran fundo Chiguaihue, en la vertiente sur del cerro Chiguaihue, en virtud del remate que para Juan Mackay hace José Bunster, el ‘Rey del Trigo’, el 14 de mayo de 1878, en la ciudad de Santiago, y donde el día anterior, el 13 de mayo de 1878, el mismo José Bunster rematará para Juan Nepomuceno Mejías, las hijuelas N°349 y 350 del Plano de Colonización, las tierras del llano inmediatamente al sur del río Malleco, parte las actuales tierras demandadas y ocupadas por las familias de Rankilko, las tierras del antiguo Lonko Manuel Pillan, quien incluso aparece nombrado en el Plano de Colonización:
De dichas adjudicaciones de tierras que el Fisco calificó como “baldías, sobrantes”, y por tanto fiscales, derivan los actuales títulos de propiedad particulares y forestales, en un acto notarial fraguado en la ciudad de Santiago que desconoce y niega la presencia mapuche y que despoja ‘en el papel’ los dominios ancestrales de las familias mapuche de Rankilko y de las comunidades vecinas.
Aun así, la demanda mapuche por las tierras usurpadas ‘legalmente’ se hizo presente durante todo el siglo XX, sobre todo en la década del 30 y en el proceso de Reforma Agraria, y vuelve a hacerse a partir del mes de diciembre de 1999, una vez que las familias de Rankilko y de los alrededores deciden reingresar a las tierras antiguas, siendo fuertemente reprimidas y desalojadas por fuerzas de Carabineros. Es allí también, en los faldeos del Cerro Chiguaihue, donde el dolor y la muerte se hacen presentes en noviembre de 2002 y en agosto de 2009, cuando son asesinados por fuerzas policiales los jóvenes mapuche Alex Lemun y Jaime Mendoza Collío.
Todo el historial relatado es fundamental en la memoria mapuche, de una memoria viva que se transmite de de generación en generación al calor del fogón encendido en cada ruka. Un joven Francisco Levipan habla con las palabras de sus antiguos, y las trae al presente:
“Acá nosotros estamos en el lugar donde existió el Fuerte Chiguaihue, donde Cornelio Saavedra instaló el primer fuerte de la frontera del Malleco. Aquí mataron a miles de mapuches, debajo de estas tierras hay mucha sangre mapuche, pero hemos vuelto, estamos contentos y aquí vamos a estar para siempre”.
Como ha sido también una constante, ante los sucesos de los últimos meses los organismos del estado chileno plantean que estamos frente a “un problema entre particulares”, desconociendo que en el origen del conflicto fue el ejército de Ocupación de la Araucanía el que ocupó militarmente las tierras mapuche, que luego sus instituciones adjudicaron las mismas tierras a colonos y particulares, y que en la actualidad en la oficinas de la CONADI duerme un arsenal de antecedentes y estudios que se le ha exigido a la comunidad de Rankilko para acceder a la compra de las tierras demandadas:
“La comunidad Rankilko lleva más de 14 años en el proceso recuperación de sus tierras ancestrales y por ende, tiene toda la documentación al día ante la institución del Estado que es Conadi. Responsabilizamos en lo absoluto al Estado de estos hechos, por no tener ninguna voluntad política de querer resolver nuestras demandas territoriales que tenemos como comunidad”, denuncian las autoridades mapuche.
Es en virtud de todo aquello que las familias de Rankilko han decidido recuperar en los hechos sus espacios territoriales ancestrales, como bien lo resume el werken Rodrigo Curipan:
“Nosotros hemos tomado la determinación de ingresar y construir rukas, ingresar a los predios porque esas tierras siempre han sido tierras mapuches, y decir que no lo son es una mentira y no reconocer la historia. Estas tierras las confiscó el Estado y se las entregó a colonos, despojando a los mapuches, despojando a nuestras familia que estaban antes de que el Estado llegara a este territorio, los Curipan, los Nahuel, los Levipan, los Pillan, constituidas en torno al Lonko Manuel Pillan, a ellos el Estado les usurpó este territorio, y nosotros somos los herederos de esa usurpación.
No estamos en un territorio nuevo, estamos en un territorio ocupado antiguamente por mapuches, nosotros estamos haciendo lo mismo que se hizo años atrás, instalando viviendas, construyendo rukas, sembrando. Nuestra lucha tiene un sentido histórico, un sentido espiritual, un arraigo cultural, nuestras familias tienen el derecho a recuperar esta tierra. Ese es el sentido profundo que tiene la recuperación de esta tierra, estar aquí en esta tierra, tierra que está a nombre de particulares pero ha sido siempre territorio mapuche, territorio de Rankilko”.