La evolución no nos dio el cuerpo la raja que esperábamos, es cierto. Porque nada costaba que viniésemos con alas y así nos ahorrábamos todos los problemas de transporte que hoy tanto nos perturban. Y lo caro que son los pasajes de avión.
Alas, nada más pedíamos.
Sin embargo, nos regaló otras cosas, entre ellas la capacidad de fabricar utensilios que van desde un rudimentario cuchillo para poder alimentarse más fácilmente, hasta los palitos de sushi con ayudita para usted que está recién empezando. –Eso se llama desarrollo cognitivo– Es, precisamente, el desarrollo cognitivo de nuestro cerebro y todas las conexiones neuronales con las que contamos, lo que permite que les escriba esta nota intrascendente el día de hoy, y que usted tenga la capacidad de pensar y planear todas las cosas que tiene que hacer mañana. Cosa que no pasaría si no tuviese su lóbulo frontal lo suficientemente desarrollado como para darse cuenta de que probablemente mañana será otro día.
Siguiendo por esta misma línea, es nuestro desarrollo, el que nos ha permitido hablar. Está bien. Nuestro sistema inmune no será tan bueno como esperábamos, pero nosotros y sólo nosotros tenemos algo maravilloso, que entre más lo piensas más bacán es: y es la capacidad de comunicarnos. Entonces claro, uno se resfría, pero luego sabe que tapsin, tapsin, hay que mejorar, de noche y de día, tapsin antigripal… y no me diga que no leyó el enunciado cantando.
La capacidad que tenemos de comunicarnos es tan, pero tan diversa, y exquisita en interpretaciones (aunque vengan los mismos de siempre a decir que uno no dice lo que quiere decir y bla bla) que somos, probable y muy presumiblemente la especie que más se acerca a la tremenda ilusión de proyectar lo que se piensa por dentro, afuera.
Es más, le digo que esta capacidad es tal, que nos permite comunicar exactamente lo que queremos, sin decirlo directamente porque la guinda de la torta son los recursos lingüísticos. Y por fin, después de esta larga y engorrosa introducción, llegamos al tema de fondo:
La ironía. Es una figura retórica, se usa en el lenguaje y consiste en dar a entender lo contrario que se dice. Es una forma indirecta de habla, como la mentira. ¿Si consideramos al irónico, como inteligente, consideramos también al mentiroso?
Hay pocas cosas menos domesticables que la ironía. Es como comprarte un yacaré de mascota: tarde o temprano alguien pierde un dedito y medio que ya sabes de quién es la culpa.
Se requieren recursos cognitivos específicos tanto para ser irónico, como para entender a alguien que está siendo irónico, metafórico o sarcástico. El sarcasmo que vendría a ser el hermano cruel de la ironía, funciona bajos los mismos parámetros de distancia y contraste ; Por lo que no es demasiado extraño encontrarse a personas cuyo pensamiento es tan concreto, que no logran comprender tipos de mensajes no literales.
Lo que es una lástima, considerando que la ironía también es un mecanismo de defensa bastante sofisticado en tanto permite evitar enfrentamientos. Pensemos que lo que en nuestra vida diaria sería coloquialmente “quitar el poto a la jeringa” en un ambiente salvaje sería al menos, incrementar las posibilidades de no enfrentarse y por lo tanto no morir, porque claro, soldado que arranca sirve para otra guerra.
Hay otros que llevan este tipo de recursos al límite. Los artistas, esos grandes, maravillosos, y macabros embaucadores han contribuido activamente a que vivamos en un mundo lleno de significados, significantes y representaciones que sólo son comprensibles a la luz de un conocimiento que por lo general damos por sentado. El ubicarse en un contexto, la capacidad de observar al otro y leer su expresión no verbal, así como la capacidad de reír, sentir poesía o cualquier arte, son elementos cognitivos que no necesariamente vienen con nosotros. Y que en resumidas cuentas, si pensamos que la inteligencia es al humano como los colmillos a un tigre, entonces el irónico si está mejor adaptado, y por lo tanto, podría ser más inteligente.