Guisela Munita: ¿Por qué en las ciudades se suma el vacío?

Guisela Munita egresó de Pedagogía en Artes Plásticas y Licenciatura en Arte de la Universidad de Playa Ancha e hizo un doctorado en Escultura y Espacio Público en Barcelona


Autor: Mauricio Becerra



Guisela Munita egresó de Pedagogía en Artes Plásticas y Licenciatura en Arte de la Universidad de Playa Ancha e hizo un doctorado en Escultura y Espacio Público en Barcelona. Por más de diez años se ha dedicado a la fotografía, eligiendo a la ciudad y su metamorfosis como tema; explorando en los últimos años las intervenciones callejeras. Ha ganado el Premio de Arte Joven, área fotografía, otorgado por la Universidad de Valparaíso en 1995 y 1997. Junto al Grupo Gestuario Mecánico gana el FONDART en 1997 y 1998; al año siguiente obtiene una beca de la Fundación Andes.

Murografía en el lugar: “Era la primera vez que trabajaba en la ciudad. Elegí la azotea de un edificio para poner una cúpula en el extremo opuesto a donde se encontraba una real, explotando la visibilidad que otorga un espacio vacío, jugando con la simetría que provocaba con el diálogo con la otra cúpula del mismo edificio, pero siendo un objeto falso; luego puse unas vigas que son una extensión en un edificio para visibilizar esas paredes que se hacen visibles sólo por salir del edificio y proyectarse en otro espacio vacío. El último lugar fue en el que quise destacar los remaches de la obra gruesa de un edificio venido abajo y convertido en estacionamiento. El circuito de la exposición se hizo en un trole que recorrió cada una de las intervenciones, pasando por Plaza Victoria, Salvador Donoso y el barrio Echaren”.

Intervención: “La idea era intervenir en espacios públicos que tuvieran cierta carga simbólica, que en este caso es el abandono. Y esto lo hice el 2000. han pasado 8 años y los lugares siguen igual. Antes yo había trabajado con fotografía y fue interesante ya no realizar trabajos bidimensionales, sino que intervenir en la ciudad misma. Esto me pico el bicho de ampliar la mirada y pasé del espacio cerrado fotográfico al espacio abierto intervenciones. Así fue mi movimiento”.

Sitios eriazos en Valparaíso: “En vez de desaparecer estos espacios, aumentan. Ahora hay más sitios eriazos, lo que estimula a retomar el tema y hacer una segunda parte. Creo que es una tendencia de Valparaíso, de no hacerse cargo, del abandono pese a ser cuidad Patrimonio de la Humanidad. Veo inercia, si un edificio se quema, quedó ahí”.

Postal:
“La identidad es muy simplona y Valparaíso pasa a ser una postal para un grupo de santiaguinos que vienen de paseo de vez en tanto. Me llama la atención, por ejemplo, lo que pasa con edificios como el que fuera el Palacio Luís Cousiño, hoy llamado La Ratonera. Lo pintaron de blanco y sigue igual. Es como pintar las rejas, el margen de la nada misma, pero marcando el territorio y la propiedad. Lo raro es que esas esquinas ni siquiera le interesan a la especulación urbana. También eso depende de los propios habitantes”.

Reducción y traslado:
“Lo más característico de la ciudad es la eterna desaparición y el eterno ahuecado. El edificio que retraté en aquel trabajo lo demolieron. Y ese sitio eriazo sigue estando allí. Hay una sumatoria de esos lugares. La pregunta es ¿por qué se suma el vacío? Toda esta situación de recambios y de demolición tenían que ver con esta estructura, con la presencia eterna de la máquina, si en esa época había una empresa de demolición que tenía como eslogan ‘Demoliendo se construye futuro’. Hoy los edificios antiguos se incendian y ya ni siquiera tiene que haber máquinas. Se caen solos.

Un economistas quizá tenga la respuesta de lo que pasa con esos territorios, pero en esta ciudad, insisto, esto en vez de detenerse, avanza”.

Expectativas de la ciudad: “Es la pretensión, un gesto de trasformar a la ciudad en algo, pero nunca llega a ese algo. Como que quiere ser y queda en el limbo entre lo que fue y lo que se proyectó. Creo que es un sueño de un grupo de santiaguinos que tienen la añoranza, la idea romántica del puerto y esa imagen de postal en sepia de la ciudad, pero a los porteños tampoco les importa mucho. La ciudad está sucia, por ambas partes no veo un interés real. Creo que los ciudadanos tienen otros conflictos del día a día. Creo que aún no hay una noción de ciudad del propio ciudadano y eso viene de la educación, porque una ciudad no es un título honorario, es caminar por una ciudad que te haga sentir cómoda y protegida. Valparaíso es bonito desde afuera”.

Memoria: “Otra cosa que me llama la atención es el asunto de la memoria. Creo que los artistas debemos volver a mirar nuestro pasado reciente porque hay cosas que no tienen que repetirse y un lugar desde donde poner una semilla e ir dejando huellas de que ocurrió esto, de que no olvidemos es el arte. Es muy fácil olvidar y caer de nuevo en un pasado doloroso. No se trata de curar heridas,  lo que sí hay que dejar una constancia y el arte te permite eso. No es dejar un monumento, pero hay que señalar aquello en las calles y los espacios públicos, porque en Santiago el Parque por la Paz Villa Grimaldi está en una casa que fue de torturas o el Memorial a los Detenidos Desaparecidos está en el Cementerio General, dos lugares ajenos a los trayectos cotidianos. Pero creo que no hay que hacerlo como imposición estética a los transeúntes. Siento que eso es un rol que tendríamos que cumplir los artistas. Acá la escultura en los espacios públicos es más estética en los últimos años, más que intentar provocar reflexiones”.


Reconversión:
“En Barcelona hice un trabajo de reconversión, que es el nombre de la exposición. Lo que hice fue tomar elementos de la calle, como revistas gratuitas del mercado inmobiliario. Me robé unas 300 revistas de los dispensadores que había en las calles de la ciudad, les cambié la portada con imágenes de un conflicto real relativos al problema de la vivienda, como un desalojo y demoliciones que hubo para desarrollar nuevos proyectos urbanísticos. Es mostrar la otra cara de la moneda, lo ensombrecido del ámbito inmobiliario, la parte que no se dice. Me aproveché de esto de llegar y llevar. Luego volví a dejarlos en los mismos anaqueles para que la gente los sacara. Fue algo subversivo, es estar en la línea de la legalidad. Me di cuenta de que cada ciudad tiene sus propios conflictos y el importante que los artistas indaguemos en eso”.

Recomendaciones
: “Aunque estoy desconectada de los artistas en Chile, me gustaría destacar el trabajo de Bernardo Oyarzún, porque tiene un trabajo muy vinculado a su origen pehuenche. Cuando lo conocí trabajaba la madera y ahora lo veo en una visualidad muy distinta, pero sin abandonar un eje propio de sus primeros trabajos. También quiero nombrar a Yenniferth Becerra, quien ha hecho un trabajo sobre la casa-habitar; y a Ricardo Bagnara, que es de Valparaíso”.


Mauricio Becerra R.


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