Tony Blair, de 62 años, se ha hecho rico como conferenciante e intermediario tras dejar el cargo de primer ministro en 2007 y el relato del dinero que gana es una denuncia clásica y recurrente en la prensa conservadora inglesa, que a veces parece encajar mal que un laborista haga negocios. Blair, que se ha convertido al catolicismo, mantiene también una importante actividad filantrópica, que se suele destacar menos. «The Daily Telegraph» ha accedido a nuevos documentos que probarían que incurrió en conflictos de intereses en los 14 años en que ostentó el cargo de enviado especial del Cuarteto (UE, Estados Unidos, Rusia y ONU) para Oriente Medio, puesto que asumió en 2007 y al que acaba de renunciar, entre un clamor de quejas de que no se aplicaba lo suficiente.
Según el periódico londinense, Blair mezclaba «caridad con negocios privados» y se servía de la estructura del Gobierno británico. La denuncia es que los contribuyentes pagaron parte del montaje que le permitió lucrarse. Solo entre 2010 y 2012, viajó a Argentina, Estados Unidos, Canadá, Emiratos Árabes, Australia, Omán, Jordania, Israel, Qatar, China, Kazajistán y Birmania. El diario le llama «globetrotter» y hace hincapié en su gusto por los hoteles de lujo. Por ejemplo en Emiratos eligió uno de 9.600 euros la noche. Su escolta, pagada por los contribuyentes británicos en su calidad de ex premier, la componían 12 agentes, que con frecuencia de hospedaban en los mismos hoteles de cinco estrellas.
En relación a las incompatibilidades, se relata que mientras era enviado especial para Oriente Próximo firmó un contrato de 1,4 millones de euros como asesor del Banco Mundial. También trabajó para los gobiernos de Albania y Abu Dhabi. Su tarifa como conferenciante es de 276.000 euros.
Blair fue primer ministro entre 1997 y 2007. Tras dejar el cargo, se ha convertido en uno de los consultores mejor pagados del mundo. Un simple ejemplo da idea del caché de Blair, un orador superdotado y con carisma. En el 2012 el ex premier medió en las negociaciones que culminaron con la fusión de Xstrada y Glencore, cuya unión ha dado pie a la mayor empresa del mundo en el comercio de materias primas y alimentos, un gigante anglo-suizo con más de 130.000 empleados. Cuando parecía que las conversaciones encallaban, Blair las desengrasó en un encuentro de menos de tres horas en el lujoso hotel Claridge’s, en el centro de Londres, por el que se dijo que cobró un millón de dólares.
El «Sunday Times» de Rupert Murdoch, cuya ex mujer, la atractiva oriental Wendy Deng, ha sido relacionada con Blair, marca al ex primer ministro de manera implacable, tal vez porque el magnate no perdona aquel lance amoroso (de hecho se divorció tras el rumor). Hace unos meses, el dominical reveló que Blair firmó un contrato secreto con la petrolera PetroSaudi, fundada por el príncipe TurkibinAbdullah Al Saud, hijo del rey Abullah. El acuerdo se rubricó en noviembre del 2010 por Tony Blair Associates (TBA). La compañía pagaba al político 52.000 euros al mes, más comisiones del 2% por los contratos que ayudase a conseguir. Blair pidió a PetroSaudi que no divulgase sin su permiso su papel en la compañía. Entre los servicios que debía prestar destacaba el de intentar abrir puertas con autoridades chinas.
La prensa británica atribuye a Blair un patrimonio personal de 130 millones de euros. Él lo ha negado siempre: «No tengo ni la mitad de eso, ni un cuarto de eso, ni siquiera la quinta parte de eso». El ex dirigente socialdemócrata vive de todas formas más holgado que cuando ocupó las habitaciones oficiales del número 10 de Downing Street. Es dueño de una mansión en Buckinghamshire valorada en diez millones de euros y también posee una vivienda en el centro de Londres. La oficia de su empresa de representación está en Grosvenor Square, en Mayfair, la milla de oro londinense.
vía Palestinalibre