La guerra climática, la guerra biológica o la guerra química, son parte indivisible de la guerra militar para controlar países y poblaciones. Todas a su vez, se sintetizan en la guerra psicológica para controlar y dominar la mente humana con fines del control social sin el uso de las armas (Guerra de Cuarta Generación). Su existencia operativa y sus estrategias de aplicación (exterminios masivos de personas con fines económicos y políticos) tienen origen en los laboratorios militares de las potencias centrales.
Por la red está circulando una teoría inquietante: El terremoto de Haití habría sido manipulado científicamente por un programa desarrollado por la Fuerza Aérea de EEUU, o sea el Pentágono.
A simple vista suena como una «teoría conspirativa», pero ateniéndonos a las investigaciones y verificaciones que existen sobre experimentos militares (sobre todo de EEUU y de algunas potencias centrales) con armas, químicas y biológicas orientadas al exterminio masivo de seres humanos, la versión no parece tan descabellada.
El proyecto HAARP (del inglés High Frequency Active Auroral Research Program, Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia) es una investigación financiada por la Fuerza Aérea de los EEUU, la Marina y la Universidad de Alaska para «entender, simular y controlar los procesos ionosféricos que podrían cambiar el funcionamiento de las comunicaciones y sistemas de vigilancia».
El Haarp (considerado, entre otras funciones, como una «máquina de crear terremotos»), es un calentador de la ionosfera, y actúa sobre ella como la antena más poderosa que jamás haya existido.
A pocas horas de la catástrofe, la agencia EFE divulgó un informe elaborado por la Flota Rusa del Norte señalando que el sismo que ha devastado a Haití fue el «claro resultado» de una prueba de la Marina de EEUUU por medio de una de sus «armas de terremotos».
De acuerdo con el documento de la Armada Rusa (una potencia que cuenta con una versión del programa Haarp) a finales de la década de 1970, los EEUU han «avanzado enormemente» el estado de sus armas de terremotos y, según estos informes, ahora emplea dispositivos que usan una tecnología de Pulso, Plasma y Sónico Electromagnético Tesla junto con “bombas de ondas de choque”.
El reporte concluye que es “más que probable” que la Marina norteamericana haya tenido “conocimiento total” del catastrófico daño que esta prueba de terremoto podría tener potencialmente sobre Haití y que había pre-posicionado a su Comandante Delegado del Comando del Sur, el General P.K. Keen, en la isla para supervisar las labores de ayuda si fuesen necesarias.
El programa Haaarp se inició en 1993 para una serie de experimentos durante veinte años, y tiene un gran número de instrumentos de diagnóstico que se usan para mejorar el conocimiento científico de la dinámica ionosférica.
Actúa con el recientemente descubierto electro chorro, el cual se forma en los polos norte y sur del planeta, y se aprecia su efecto atmosférico con el fenómeno conocido como aurora boreal.
Teóricamente, HAARP podría modificar el clima del planeta, desviar los jetstream o corrientes a chorro de la alta atmósfera hacia donde se tenga interés, trabaja con ondas de alta y baja frecuencia, y es considerado por algunos expertos como un peligro para la existencia de la humanidad, debido al uso potencial como arma de «guerra climatológica».
Se trata -dicen los que lo estudian- de un nuevo tipo de arma, capaz de intensificar tormentas, prolongar sequías, incluso crear terremotos sobre territorio de un supuesto enemigo, sin que nadie advierta el peligro.
Los HAARP potencialmente tendrían también la capacidad, de desintegrar objetos, generar combustiones espontáneas e inducidas, e incluso cambiar patrones cerebrales, inducir conductas y producir enfermedades biológicas. Investigaciones sobre el proyecto HAARP han surgido desde universidades estadounidenses y centros europeos.
Con sus cientos de millones de vatios de potencia es considerado como un verdadero «calefactor» de la alta atmósfera, que puede actuar provocando una tremenda ionización que puede acarrear consecuencias imprevisibles, y que gracias a su efecto «espejo» podría dirigir sus efectos hacia cualquier zona del planeta.
En su resolución del 28 de enero de 1999 sobre medio ambiente, seguridad y política exterior (A4-0005/1999), el Parlamento Europeo señalaba que el programa HAARP manipulaba el medio ambiente con fines militares y solicitaba que HAARP, fuese objeto de una evaluación por parte de STOA (organismo encargado de mensurar opciones científicas y tecnológicas) en lo que se refería a sus repercusiones sobre el medio ambiente local y mundial y sobre la salud pública en general.
En esa misma resolución, el Parlamento Europeo pedía que se celebrara un convenio internacional para la prohibición mundial de cualquier tipo de desarrollo y despliegue de armas que pudiesen permitir cualquier forma de manipulación de seres humanos.
LAS GUERRAS OCULTAS
¿Fue manipulado científicamente el terremoto de Haití?
A simple vista suena como una «teoría conspirativa», pero ateniéndonos a las investigaciones y verificaciones que existen sobre experimentos militares (sobre todo de EEUU y algunas potencias centrales) con armas, químicas y biológicas orientadas al exterminio masivos de seres humanos, la versión no parece tan descabellada.
Que el Pentágono investigue y desarrolle un sistema que puede generar violentos e inesperados cambios en el clima, incluido un terremoto como el de Haití o un tsunami como el de Asia, más que un asunto conspirativo podría ser parte de una realidad estudiada y expresada en diversos informes de especialistas «silenciados» por la prensa oficial.
Hay un cúmulo de trabajos investigativos (esparcidos en la red y silenciados por la prensa del sistema) que demuestran, por ejemplo, que los virus patógenos y las pandemias son inicialmente estudiados para su utilización en posibles operaciones de exterminio en masa, con la finalidad de controlar y manipular socialmente determinadas poblaciones.
Bajo el argumento de «prevenir ataques enemigos» con armas químicas o biológicas, el Pentágono ha diseñado -desde el siglo pasado hasta aquí- diferentes programas de investigación y experimentación con virus inyectados primero en organismos animales, y luego lanzados contra organismos humanos.
El investigador y profesor canadiense Michel Chossudovsky, en su artículo titulado «Guerra climática: Atención a los experimentos militares de EEUU», publicado en el sitio web The Ecologist, señala que “El Haarp es un arma de destrucción masiva, capaz de desestabilizar los sistemas agrícolas y ecológicos en todo el globo”.
Afirma que EEUU ha desarrollado experimentos similares desde 1940, y que durante la guerra de Vietnam se hicieron prácticas de bombardeo de nubes, con el fin de prolongar la estación del monzón (temporada de lluvias) y bloquear las rutas de suministro de sus enemigos a lo largo del corredor Ho Chi Minh.
De acuerdo con el investigador, “La tecnología, que está siendo perfeccionada bajo el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (Haarp), “Apunta a lo impensable: la manipulación encubierta de modelos climáticos, comunicaciones y sistemas de energía eléctrica como un arma de la guerra global, capacitando a EEUU para desestabilizar y dominar regiones enteras”.
Según Chossudovsky, “La manipulación climática es el arma preventiva por excelencia. Puede ser dirigida contra países enemigos o ‘naciones amigas’ sin su conocimiento, utilizada para desestabilizar economías, ecosistemas y agricultura. También puede provocar el caos en los mercados financieros y de materias primas. La alteración en la agricultura causa una mayor dependencia de la ayuda alimentaria y de productos de granos importados de EEUU y de otros países occidentales”.
Las teoría de Chossudovsky sobre la guerra climática, tiene un correlativo en las armas químicas o biológicas de exterminio masivo utilizadas en diferentes programas de investigación y experimentación, entre las cuales sobresalen los virus inyectados primero en organismos animales, y luego lanzados contra organismos humanos.
Con la aparición cíclica de pandemias detonadas por la inseminación de virus patógenos en poblaciones civiles, se genera una campaña simultánea de «terror mediático» (con pánico e incertidumbre social) ejecutada por las grandes cadenas informativas internacionales, la que activa a su vez una demanda comercial masiva de recursos y medicamentos para enfrentar la emergencia sanitaria, que moviliza paralelamente un multimillonario negocio capitalista a escala global.
Cabe recordar que a la feroz manipulación mediática global con el «terror pandémico» de la reciente fiebre porcina ( o Gripe A), se agregan cada vez más preguntas e hipótesis sobre el origen y posible utilización económica o política del virus patógeno, que van desde la lógica y el sentido común hasta teorías conspirativas de la más variada especie y procedencia.
En este caso, se ha hablado, incluso, de distintas operaciones de «aprovechamiento» político y militar del virus, cuyos objetivos van desde una «cortina de humo» para distraer la atención de la actual crisis global, hasta una estrategia para crear un «11-S biológico» que justificara nuevas invasiones y «guerras antiterroristas», un plan capitalista «malthusiano» para reducir la población pobre «sobrante», o una maniobra comercial de los grandes laboratorios para generar demanda masiva de medicamentos y vacunas preventivas.
Una crisis pandémica, una crisis económica, una catástrofe natural o una guerra movilizan multimillonarios recursos financieros para enfrentarla.
Y como vivimos dentro de un sistema capitalista centralizado por potencias hegemónicas (EEUU y las naciones centrales de Europa), los programas de exterminio en masa con epidemias salen originalmente de los laboratorios militares del Pentágono y de los sectores de biodefensa europeos, principalmente Gran Bretaña.
En ese escenario, la guerra climática, la guerra biológica o la guerra química , son parte indivisible de la guerra militar para conquistar países y poblaciones. Todas a su vez, se sintetizan en la guerra psicológica para manipular la mente humana con fines del control político y social sin el uso de las armas (Guerra de Cuarta Generación).
La guerra biológica por medio de agentes genéticos orientados al exterminio masivo de poblaciones es un soporte activo de la guerra militar y de la guerra psicológica. Cuando está al servicio de la guerra psicológica, la guerra biológica se convierte en bioterrorismo, y cuando sirve a la guerra militar se convierte en operación de exterminio con uso de agentes biológicos.
Como primer objetivo central, las «guerras silenciosas» de exterminio poblacional por medio de agentes biológicos o químicos se originan dentro de los planes y estrategias del Pentágono para preservar la seguridad de EEUU, la potencia regente y dominante del sistema capitalista a escala global.
Como segundo objetivo central, todo lo que se destruye hay que «reconstruir», y todo lo que enferma hay que «curar», es la máxima que sigue siempre el sistema capitalista para arrancar rentabilidad tanto de las crisis económicas, como de las catástrofes, las epidemias y las guerras.
«Si no hay guerra hay que inventarla para hacer negocios», es la máxima histórica de Rothschild, líder emblemático del sionismo financiero internacional.
En este escenario ¿Puede sorprender la posibilidad de que el terremoto de Haíti haya salido de los laboratorios militares del Pentágono?
Por Manuel Freytas (*)
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias.
Foto cabecera: Antenas del proyecto HAARP en Gakona, Alaska.
Fuente: www.iarnoticias.com