Con inteligencia, la derecha del pasado –primitiva, expoliadora– supo adaptarse al modelo que el Imperio vendió al mundo. Uno de sus mayores logros fue venderlo a los que ayer se proclamaban partidarios del cambio y peor aún, a algunos que se decían revolucionarios.
Esto permitió la increíble alianza por el sistema neoliberal entre los grupos que apoyaron la dictadura militar hoy reciclados al juego político en la Alianza y la Concertación. Los primeros dividendos de esta alianza están a la vista: partidarios de Marco Enríquez Ominami, hasta algunos meses militante de la Concertación, se apresuraron a engrosar las filas de la candidatura de Piñera en la segunda vuelta. Tampoco queda excluido que la derecha de la democracia cristiana apoye a Piñera y que juntos gobiernen en un eventual gobierno de este.
Estos trasvasijes políticos tienen historia que la clase política en su conjunto aparenta ignorar.
TRAICIÓN AL PUEBLO
Recordemos que en 1989, cuando el pueblo celebraba el triunfo del NO, la Concertación negociaba con la dictadura y los partidos de la derecha, a puertas cerradas, los candados y cerrojos que impedirían reformar la Constitución de un Estado antidemocrático. Así se ha mantenido hasta ahora, entre muchas otras instituciones de la dictadura, el antidemocrático sistema binominal de elecciones; la ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras [LOCCM] que entrega el cobre a las transnacionales y hasta el cuarto gobierno de la Concertación, la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza [LOCE], hoy reemplazada por la Ley General de la Educación [LEGE] que da al traste con las reivindicaciones que se exigieron durante el movimiento de los pingüinos y que refrenda una vez más una educación regida por el libre mercado.
La negociación así descrita significó una verdadera traición a la tradición republicana de los partidos que forman la Concertación, pues concretamente decidió no tener mayoría parlamentaria para no verse obligada a cumplir su propio programa resumido en las postulaciones de la Asamblea Democrática en la lucha contra la dictadura en los años 80. El resultado fue que en 20 años de gobiernos de la Concertación, la sociedad y la economía se siguieron rigiendo por el modelo político y social que instauró la derecha pinochetista. Esta es la cuestión de fondo a la cual se enfrenta el electorado en la segunda vuelta, a saber la falta de opción, o más claramente, un voto que fatalmente deberá dividirse entre las dos derechas de la política chilena. Aquella en el gobierno, continuadora del modelo político y socio-económico del pinochetismo, o bien la derecha creadora del modelo.
Dura verdad a asumir por las bases de los partidos de la Concertación y que estas no pueden ignorar.
CINISMO ELECTORAL
Aclaremos todavía. Nunca la clase política de la Concertación buscó seriamente realizar las grandes transformaciones que hubiesen definido la transición hacia la democracia. Esa clase política siempre creyó que resolvía los problemas sociales mediante la política. Nunca entendió que la política surge de lo social, de la realidad de problemas cotidianos, de los cuales, los partidos políticos, Concertación y Alianza, el aparato estatal y la burocracia en estos últimos 20 años han estado alejados. Su despertar surge en las elecciones para luego volver al modelo neoliberal en el cual realmente creen. Lo de Lagos, cuando en segunda vuelta buscaba los votos del electorado, “he escuchado la voz del pueblo”, prontamente olvidado al día siguiente de la elección, retrata nítidamente las intenciones y el actuar de la clase política. En el mismo tono es la propuesta de 12 puntos de Frei para lograr el apoyo del Partido Comunista. Sus verdaderas intenciones quedan claras cuando quien firma el documento no es él sino Carolina Tohá. Lo cual revela que se está dispuesto, cínicamente, a borrar con el codo lo que se firmó con la mano.
En resumen, después de 20 años de sistemática indiferencia a propuestas de cambio del modelo, la ciudadanía no tiene otra alternativa que constatar su falta de opción frente a las dos derechas de la política chilena. Esa es la cuestión de fondo que el sainete de las renuncias de los presidentes de los partidos políticos –Auth [PPD] y Gómez [PRSD] renuncian y Escalona [PS] y Latorre [DC] rehúsan– no logra ocultar. Sin embargo, no puede excluirse, que estos dos últimos, como último recurso politiquero también renuncien.
TEMAS NO RESUELTOS
Los temas no resueltos, que Bachelet pretendió ocultar mediante subsidios y jubilaciones para los sectores desposeídos del modelo, y que sólo fueron posibles por el alto precio del cobre en los mercados mundiales, surgirán recurrentemente en 2010, a saber: la reforma al sistema de educación, que la LEGE no logró soslayar; la deuda histórica de los profesores; la recuperación de las riquezas básicas [cobre entre otros] hoy en manos de las transnacionales; los grandes temas de los conflictos laborales [negociación colectiva y por rama de producción; el trabajo precario; el derecho a la huelga sin reemplazo entre muchos otros]; la Asamblea Constituyente y la modificación del sistema electoral, y en fin la recuperación de los bienes públicos: salud, educación, vivienda popular, el agua, el mar [hoy privatizado en beneficio de los especuladores/deudores de la explotación del salmón], las semillas…
JAQUE MATE AL PUEBLO
Es duro decirlo pero este NO es el momento del pueblo. El juego político de las dos derechas predominó por sobre sus urgencias. Para el pueblo, que no es parte de partidos políticos, hoy convertidos en agencias de empleo, no queda sino votar en conciencia, libremente, pues su verdadera opción no es parte de un acto que se agota en la emisión de un voto que no tiene valor, sino en el inicio de un proceso por la participación en las grandes transformaciones sociales que nuestra Patria exige. Lo que hoy aparece como una derrota circunstancial no es sino un desafío. Asumámoslo.
Por Héctor Vega
Secretario General del Movimiento de Saneamiento Político y Social
05/01/10
Fuente: Fortín Mapocho