La continuidad del golpe de estado por otros medios está a punto de consumarse. Los autores intelectuales y materiales del asalto al poder y la arbitraria expulsión del gobierno y el país de Manuel Zelaya, Presidente Constitucional de Honduras, aparentemente lograron arreglar su retiro. Este se da mediante una elección inválida por todos sus contornos. Para este propósito antidemocrático, tanto Estados Unidos como la OEA, dejaron correr el tiempo hasta que llegara a la fecha de las elecciones programadas en circunstancias normales y así desgastaron la figura de Manuel Zelaya y el acuerdo unánime de su restitución inmediata en el gobierno.
Este próximo 27 de enero termina oficialmente el mandato constitucional del Presidente depuesto y se crea una situación nueva porque ya nadie podrá exigir la restitución de Zelaya a la que se comprometieron todos los presidentes latinoamericanos, Estados Unidos, Canadá y la comunidad internacional a través de la OEA y las Naciones Unidas. En conclusión, el dictador Roberto Micheletti se salió con la suya, se burló de manera olímpica de todos, organismos y mandatarios, que pensaron en una salida por la vía del diálogo democrático, la ley y la razón. Una vez más los representantes de Estados Unidos usaron la escopeta de dos cañones para salvar una crisis política y económica creada y auspiciada por ellos mismos. Sin embargo, casi todos los analistas piensan que la crisis subsistirá en tanto y en cuanto el señor Porfirio Lobo fue elegido por una ridícula minoría, constituyéndose en sucesor de la dictadura con el mismo estilo “democrático” usado en Irak y Afganistán, países invadidos bajo control militar norteamericano.
La única diferencia, en este país centroamericano, fue que la invasión militar correspondió a la propia fuerza armada hondureña. Porfirio Lobo en estas circunstancias no podrá ejercer un mandato representativo y menos soberano, razón por la cual la reconciliación nacional se torna imposible. Además, está obligado a una ceremonia de traspaso de mando entre cuatro paredes, con la presencia del usurpador Micheletti convertido por la putrefacción política nacional en diputado vitalicio y, por supuesto, con la total ausencia de los presidentes de la región, excepto los escasos filibusteros de Washington. El aislamiento diplomático es total desde el 28 de junio pasado y la crisis económica se ha profundizado a niveles nunca vistos en un empobrecido país que por intransigencia de la oligarquía caerá irremediablemente en el caos y la desesperación. De esta forma tan poco digna y aconsejable se puede descubrir, a simple vista, la complicidad y compromiso de Porfirio Lobo con la dictadura de Micheletti. De lo contrario el presidente electo en estas situaciones anormales, de mínima concurrencia de ciudadanos, hubiera pedido el retiro inmediato del gobernante de facto.
En estas condiciones la nueva administración de Porfirio Lobo nace sin poderes constitucionales y legales, convirtiéndose en la continuidad del golpe de estado y la dictadura, es decir, en la marioneta de lo actuado en lo últimos siete meses. Lo cual nos anuncia que el control militar será la única garantía de la permanencia de Lobo en el gobierno, pues su ambigua designación se traduce en provisoria, en una especie de cogobierno con Micheletti y los generales del ejército, los mismos que -además- por encima de él se han asegurado la impunidad en sus crímenes y desmanes. No se podrán olvidar fácilmente las manos manchadas de sangre inocente durante las jornadas de lucha democrática contra la dictadura y por la restauración del orden constitucional quebrantado por los golpistas. No se podrán olvidar la violación de los derechos humanos ni la eliminación de las libertades ciudadanas mediante la represión militar contra la justa causa del pueblo de Honduras.
Por fortuna, en defensa de la democracia, la resistencia contra Roberto Micheletti y contra el golpe de estado se ha dado de manera vigorosa y estable, constituyéndose ya en una movilización popular de largo alcance no sólo contra los designios dictatoriales sino al mismo tiempo en la perspectiva de ir a una asamblea constituyente de refundación de la república y nuevas elecciones generales, esta vez, sí libres y transparentes. La mayoría del pueblo de Honduras está consciente de que el cambio adulterado de gobierno, de la dictadura hacia Porfirio Lobo, no logrará desmovilizar a los sectores populares. De ahí que Honduras, continuará en los mismos problemas originados por el golpe de estado de junio del año pasado. Y de nada va a servir que Estados Unidos dé su apoyo total al mandatario elegido al estilo de Irak y Afganistán, tal como adelantó el embajador norteamericano en Tegucigalpa, Hugo Llorens.
Por Carlos Angulo Rivas
Poeta y escritor peruano residente en Canadá
Fuente: lapolillacubana.blogcip.cu