Alto Maipo no goza de la espectacularidad de Hidroaysén, cuyo impacto, a decir de los ambientalistas, supone la destrucción parcial de un importante patrimonio ecológico del país. Tampoco posee la difusión o la publicidad que le permita situarse en medio del debate presidencial, ni mucho menos motivar campañas internacionales o masivas manifestaciones de rechazo tanto en Chile como en el exterior, pese a que, tal y como sostienen sus detractores, generaría un daño irreversible en la cuenca del río que abastece de agua a la capital del país.
Es cierto que cuenta con la aprobación ambiental, pero eso, a decir de Patricio Rodrigo, conocedor del tema desde su posición como coordinador de la campaña «Patagonia Sin Represas», no quiere decir absolutamente nada, pues «muchos otros proyectos, igual de nefastos, se cayeron a causa de problemas legales pendientes que no se pueden soslayar así como así. Le pasó al proyecto Trillium, en Tierra del Fuego».
Ambientalistas, residentes, cultores del montañismo, agricultores y empresarios turísticos también apuestan por el fracaso de esta iniciativa privada que, en un comienzo, fue promovida como una central hidroeléctrica «de pasada». Esto porque AES Gener la presentó como una central «sin embalses», con instalaciones «similares a las ya existentes en el sector del Alfalfal» y con «más del 90% de instalaciones subterráneas». «Suena muy bien en el papel, pero otra cosa es con guitarra, porque la instalación de tuberías subterráneas ya implica un intervención profunda en ese ecosistema», dice Rodrigo.
«Nosotros no estamos en contra de todos las centrales hidroeléctricas, ya que no todos los proyectos hidroeléctricos son malos. Pero aquí se está desinformando a la gente y todavía no tenemos respuestas sobre cosas que son fundamentales, como, por ejemplo, la instalación de una tubería por debajo de un glaciar», agrega Rodrigo.
LAS CONTRADICCIONES Y LOS PENDIENTES
La pugna ha sido discreta pero no por ello menos intensa, al punto que sobran los adjetivos contrapuestos a objeto de calificar un proyecto que, en el papel, generaría unos 531 megawatts de potencia y empleo para los residentes del valle; que es un proyecto viciado y visionario, que es destructivo y respetuoso del medio ambiente, que es prescindible y necesario, regresivo y moderno… Alto Maipo cuenta con la aprobación de la Corema, pero fue retirado del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental a mediados del año pasado.
Están los que creen que Alto Maipo es para al Gobierno una especie de embarazo no deseado que ya pende de un hilo, a punto de abortar producto de la improvisación gubernamental y el pésimo manejo de intereses particulares que ven ahí una buena chance para llenarse los bolsillos, o bien que es fruto de una prodigiosa planificación que no ha dejado nada, pero absolutamente nada al azar; ni la conservación de los glaciares ni el suministro de agua para los cultivos agrícolas, tampoco el turismo ni la supervivencia de una fauna que agoniza por la expansión de los asentamientos humanos. Todo saldría incólume cuando AES Gener, la trasnacional que impulsa el proyecto, logre disipar la nebulosa legal que amenaza su ejecución.
Sara Larraín, directora del programa Chile Sustentable, dice que «aún se encuentran pendientes algunos aspectos clave como, por ejemplo, el manejo de las especies protegidas, o los derechos de agua y los puntos de captación de la obra, también están pendientes los permisos de las obras hidráulicas en el río Maipo… O sea, son temas pendientes bastante serios que le restan fuelle a este proyecto». Consultada respecto de cómo es posible que haya sido aprobado por la Corema, Larraín responde de manera enfática: «La empresa AES Gener contó con el apoyo cerrado de los ministros Edmundo Pérez Yoma y Marcelo Tokman (del Interior y Energía, respetivamente). Hubo presiones políticas importantes».
Edison Acuña, directivo de la Federación de Andinismo de Chile y opositor al proyecto, dice que el actual Gobierno parece «haber tirado la pelota al córner».
Acuña, quien integra además la Coodinadora Ciudadana Ríos del Maipo, cree que «el Gobierno está en una disyuntiva mayúscula pues no quiere aparecer como un Ejecutivo que desdeña proyectos de inversión orientados a solucionar un problema-país como efectivamente es nuestra dependencia energética, pero tampoco le gustaría ser recordado como el Gobierno que puso una lápida sobre un valle que, sumando y restando, da mucho más empleo a los lugareños y una mayor calidad de vida para los santiaguinos conservándolo tal como está», sostiene Acuña.
Por Roberto Bruna
Fuente: Terra.cl