Dylann Roof, el asesino confeso de nueve fieles de una iglesia de la comunidad negra en Charleston, Carolina del Sur, intentó suicidarse el miércoles pasado después de la masacre.
El miércoles por la noche, Roof abrió fuego en la Iglesia Metodista Africana Emanuel después de estar una hora sentado en un servicio de lectura de la Biblia entre quienes luego se transformaron en sus víctimas. Después de matar a ocho personas (una más murió después en el hospital), el joven de 21 años que buscaba abrir “una guerra racial”quiso matarse de un tiro pero ya no quedaban más balas en el arma calibre 45 que llevaba consigo, según contó una sobreviviente.
“Apuntó su arma contra su cabeza y apretó el gatillo, pero sólo hizo «click»” porque ya no quedaban balas, dijo Kevin Singleton, hijo de Myra Thompson, una de las seis víctimas mujeres, según el diario L.A. Times.
Singleton dijo que escuchó esta historia por parte de Polly Sheppard, una de las tres sobrevivientes de la masacre. La mujer, de 69 años, fue “perdonada” por Roof, quien le dijo que la iba a mantener viva así les contaba a todos qué sucedió en la iglesia.
Las otras sobrevivientes fueron Felicia Sanders, de 57 años, y su nieta, que se hicieron pasar por muertas para que el joven blanco no les disparara.
Roof, de 21 años, mató el pasado miércoles a nueve personas, entre ellas el reverendo y senador Clementa Pinckney, de 41 años, cuando se encontraban en la iglesia Episcopal Metodista Africana (AME) Emanuel, un símbolo de la cultura afroestadounidense.
“LAS PUERTAS ESTÁN ABIERTAS”
La iglesia reabrió hoy sus puertas y recibió a miles de personas que abarrotaron el lugar con el fin de rendirle un homenaje a las nueve víctimas, cuatro días después de la masacre.
El primer servicio religioso desde los asesinatos se celebró rodeado de fuertes medidas de seguridad. La congregación entonó himnos en recuerdo de las víctimas, mientras que el asiento del reverendo Clementa Pinckney estaba cubierto de negro.
“Las puertas de la iglesia están abiertas. No hay malvado, ni demonio, ni infierno en la Tierra que pueda cerrar las puertas de la iglesia de Dios”, proclamó ante la multitud el pastor Norvel Goff.
A las 10 (hora local), las campanas de las iglesias de Charleston, llamada “Ciudad Santa” por su concentración de centros religiosos, sonaron en recuerdo de las nueve víctimas del trágico suceso y en solidaridad con la comunidad de la Iglesia Emanuel.
La afluencia de feligreses en la histórica iglesia superó el aforo máximo de 1200 personas y los rezos y cánticos se extendieron a los alrededores del centro religioso, escenario en los últimos días de muestras de apoyo con las familias de los fallecidos.
Al servicio asistieron el gobernador de Carolina del Sur, el republicano Nikki Haley, el aspirante republicano a la Casa Blanca Rick Santorum, el senador conservador del estado Tim Scott y la congresista demócrata por California Maxine Waters.
“Muchos de nuestros corazones están rotos. Muchos de nosotros seguimos derramando lágrimas, pero yo sé de un hombre que puede responder todas nuestras preguntas. Ustedes y yo debemos llevar nuestras cargas al señor y dejarlas allí”, dijo el reverendo Goff.
Por su parte, la familia del atacante acudió a una misa celebrada en una iglesia luterana a unos 200 kilómetros en Columbia, capital de Carolina del Sur, indicó el diario The New York Times.
Los asesinatos revivieron los temores a ataques racistas entre la comunidad afroamericana, tras un año con varios casos de muertes de hombres desarmados negros a manos de policías blancos.
via La Opinión