Hay historias que nos quitan el aliento que nos hinchan el corazón de orgullo y alegría, o sencillamente nos despedazan el alma por la tristeza que las coronan.
Pumita
Esta es la historia de la gatita Pumita, destrozada por el maltrato de su dueña y quien finalmente fastidiada de tener a la pobre pumita de mascota, la llevó a veterinario para que la eutanasiaran. Ante la negativa de los médicos, la mujer los colmó de improperios huyendo y dejando abandonada en la clínica a la felina.
Y así conocimos por primera vez y con una tristeza profunda, a un gato que de tanto maltrato olvidó ser gato sin saber cómo responder a las caricias, sin saber jugar, tímido, dolido y temerosos de los automóviles y otros animales, mas curiosamente de la mano humana no huye, se deja hacer cariño pero con miedo, pareciera que por instinto se queda aun cuando jamás se haya enterado que una caricia es una muestra de amor y no de maltrato.
El profundo estrés de Pumita lo llevó a desgarrarse el cuello con sus garras como un instinto nervioso o tal vez como un grito desesperado pidiendo ayuda, pidiendo de un rescate que la libere del terrible miedo que la mantiene cautiva.
Pumita ya ha pasado mucho tiempo en una clínica veterinaria, cuando lo que necesita esta preciosura de gatita es un humano que se la juegue por ella, la salve del miedo, le enseñe a ser gato, a ser querido alguna vez en su vida.
Pumita es de una adopción especial, necesita alguien especial, alguien quien pueda enseñar lo que es sentirse amado y no maltratado.
Pumita se da en adopción esterilizada , vacunada con su caja de arena y una bolsita de alimento. Pero insisto, es un gato muy necesitado, es para seres especiales .
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