Lorena Penjean, es una madre que denuncia que el guardia Marcos Millapi, del supermercado Líder ubicado en Recoleta 3501 en Santiago, agredió a su hijo de 10 años, tras confundirlo con un «niño ladrón», mientras ella estaba en otro pasillo de las dependencias. Cuando ella aclaró la situación, no encontró respuestas y nadie le pidió disculpas. Hoy, Lorena ha puesto en conocimiento del caso al SENAME, quienes por medio de sus abogados, iniciaran un requerimiento en contra de la empresa, para obtener una explicación formal de lo sucedido.
Es innegable, cada día podemos comprobar que en Chile las injusticias son permitidas. El dolor de un niño y su autoestima no son considerados como debieran. Mientras, entre carabineros, guardias y encargados del local, protegen y justifican a quien debiera sentirse avergonzado y pedir disculpas.
El llamado es para que cuando seamos testigos de injusticas, no nos quedemos callados y apuntemos a los culpables «para que nunca más en Chile» vivamos el abuso y la impunidad como algo cotidiano.
Lorena autorizó para que a través de El Ciudadano expusiéramos su sentida carta tras lo ocurrido:
«Ayer fui al supermercado Líder con mis mellizos de 10 años y un amiguito suyo, también de 10 años.
Se pusieron a jugar con una pelota. Yo fui a la caja a pagar cuando me percato que falta Mateo. un guardia me dice: debe ser suyo el niño que está llorando afuera. Le pregunto qué pasó y me dicen que lo confundieron con un niño que suele ir a robar. Voy a ver a mi hijo y lo encuentro llorando, con la oreja inflamada, llorando, en shock, humillado y maltratado.
Me cuenta que un guardia se le abalanzó, lo inmovilizó de los brazos y lo agarró de la oreja con una técnica especial, más dolorosa que un tirón de orejas corriente, y que así, lo arrastró por el supermercado hasta dejarlo en la calle. Mi hijo lloraba y le preguntaba qué hice, por qué me lleva.
Poseída, exijo hablar con el encargado del local que se demora media hora en bajar. Una tipa que viene con él me deja entrever que el niño se merecía el castigo porque no se portaba bien. El encargado me dice que el guardia está adentro (me lo escondieron) y que si tengo tantos problemas, que llame a los carabineros.
Los llamo. Se demoran más de una hora en llegar. Mi hijo seguía llorando.
Los carabineros me dicen que no vale la pena constatar lesiones, que es un simple tirón de orejas, que no pasa de ser un mal rato. El tipo que le pegó a mi hijo sale. Niega todo. Curiosamente desaparece la grabación, o me la niegan. Carabineros dicen que es la palabra del guardia contra la de mi hijo. Yo esperaba que llegaran y se lo llevaran detenido para decirle a mi hijo: no estás solo, nadie te puede maltratar. Pero no, me dan el nombre y el rut del tipo y me dicen que vaya a la empresa de seguridad a reclamar. Me ofusco, le pego una cachetada. Los carabineros amenazan con llevarme a mí detenida. Ahora los tres niños lloran de miedo e impotencia.
Nos vamos. Me quedo intranquila. Ni una disculpa. Fui a constatar lesiones. El niño quedó con hematomas en su orejita. Eso sin contar la humillación y la vejación.
¿QUÉ SE CREEN LOS GUARDIAS? ¿QUÉ SE CREEN EN LÍDER? ¿QUÉ PASA QUE LE PEGAN A MI HIJO?
Existen protocolos. Aunque un menor esté robando no lo pueden tocar. Mi hijo es inquieto, pero no merece que unos sacos de huevas lo maltraten.
Me siento peleando contra Goliat pero no voy a rendirme.
NADIE PUEDE AGREDIR A UN NIÑO. MENOS AL MÍO.
LIDER Y LA PUTA QUE TE PARIÓ…ACÁ UNA MADRE EN PIE DE GUERRA.»