Advertencia a la OTAN: Rusia impone las reglas del «Gran Juego»

En el tablero del «Gran Juego» geopolítico y militar mundial hay dos conflictos estratégicos que (por razones de sus alineamientos e influencia global) se resumen en «uno solo» y pueden hacer estallar el planeta en un desenlace militar:  A) La guerra fría EEUU-Rusia, y B) la guerra fría EEUU-China


Autor: Fluna

En el tablero del «Gran Juego» geopolítico y militar mundial hay dos conflictos estratégicos que (por razones de sus alineamientos e influencia global) se resumen en «uno solo» y pueden hacer estallar el planeta en un desenlace militar:  A) La guerra fría EEUU-Rusia, y B) la guerra fría EEUU-China. Los factores detonantes que convierten a estos dos frentes de conflicto en UNO SOLO, son Irán y el conflicto del mundo islámico con Israel (la mecha de encendido hacia cualquier desenlace militar futuro). En la semana que pasó, el Kremlin, sin sutilezas diplomáticas, marcó el tablero y le  puso límites al juego USA-OTAN en el ex espacio soviético.

Moscú «nucleariza» la guerra fría

A sí como Washington esta semana (a través de su «Revisión de Defensa Cuatrienal 2010»), identificó al «terrorismo» y a Irán (el aliado clave de Pekín y Moscú) como las principales amenazas a la «seguridad  global», Rusia identificó la expansión de la OTAN (alianza EEUU-Europa) como una de las principales amenazas a su seguridad nacional.

Pero Moscú fue más allá: En una reafirmación doctrinaria de su poderío militar reivindicó el derecho de Rusia a utilizar armas nucleares si la existencia del país está en peligro.

La fuerza nuclear de Rusia (la segunda potencia militar detrás de EEUU) está compuesta por sistemas de misiles balísticos, submarinos nucleares equipados con misiles balísticos y bombarderos estratégicos con bombas atómicas y misiles de crucero capaces de transportar cabezas nucleares a cualquier lugar del planeta.

En agosto de 2007, Rusia anunció la puesta en marcha de un sistema defensivo aeroespacial sin parangón en el mundo, con el S-400, capaz de derribar de manera simultánea 12 objetivos aéreos de cualquier tipo desde una altura de 10 metros hasta los 30 kilómetros.

Utilizando como herramientas estratégicas al petróleo y al desarrollo armamentista,  Rusia (con Vladimir Putin como motor) continuó relanzándose como la gran potencia nuclear del siglo XXI en abierta competencia con EEUU y sus socios de la Unión Europea.

De acuerdo con su nueva doctrina, Rusia seguirá desarrollando y modernizando su aparato militar-nuclear  y aumentando su capacidad para superar los sistemas antimisiles y la capacidad nuclear de cualquier enemigo que amenace su supervivencia futura.

La nueva hipótesis de conflicto militar rusa, que ya fue aprobada por el presidente ruso, Dimitri Medvedev, identifica la expansión de la OTAN hacia Europa del Este (los ex espacios soviéticos) y la instalación del escudo antimisiles de EEUU en Europa,  como los principales riesgos para su seguridad nacional.

El texto del documento dice que una de las «principales amenazas de guerra» proviene de la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia. Como punto complementario alude a la proliferación de armas de destrucción masiva y Estados regionales con armas nucleares.  Más precisamente, «la creación y el despliegue de sistemas antimisiles estratégicos que socavan la estabilidad global», en relación con el sistema proyectado para Polonia y República Checa, y el más reciente, de instalar un escudo nuclear.

A la vez, Moscú rechazó la petición para que retire sus misiles nucleares tácticos de las fronteras  con la Unión Europea (UE), en el enclave báltico ruso de Kaliningrado y la península de Kola, entre los mares Blanco y de Barents.

Dmitri Rogozin, embajador ruso ante la OTAN, criticó el viernes el proyecto de EEUU en Rumania según el cual planea emplazar misiles interceptores en este territorio y vaticinó que los nuevos planes de Washington afectarán «directamente» a las negociaciones de desarme nuclear en marcha entre los dos países.

Por su parte, el Estado Mayor de la Armada rusa anunció que, si el Pentágono continúa con el despliegue de su sistema antimisiles, Moscú reforzará con unidades nucleares su poderosa Flota en el Mar Negro

El martes, Vladimir Putin (el poder detrás de  Medvedev) solicitó a EEUU que entregue a Rusia todos los datos sobre su sistema de defensa antimisiles (DAM), y advirtió que los sistemas defensivos en Europa podrían afectar al desarrollo de las conversaciones entre las dos potencias sobre el nuevo tratado de reducción de las armas nucleares estratégicas (START).

En conferencia de prensa, Putin anunció que Rusia «seguirá desarrollando las armas ofensivas» a fin de mantener «el equilibrio estratégico» con EEUU, que (a diferencia de Rusia), está ampliando su sistema de defensa antimisiles en Europa.

De esta manera, y en el contexto de una renovación (por ahora congelada) del tratado nuclear con EEUU, Rusia decidió «nuclearizar» la guerra fría (por áreas de influencia) con EEUU en una reafirmación clara de su poderío militar y planteando un nuevo desafío a la hegemonía USA-UE-OTAN en los espacios euroasiáticos.

El «Gran Juego»

En el tablero del «Gran Juego» geopolítico y militar mundial hay dos conflictos estratégicos que (por razones de sus alineamientos e influencia global) se resumen en «uno solo» y pueden hacer estallar el planeta en un desenlace militar:  A) La guerra fría EEUU-Rusia, y B) la guerra fría EEUU-China.

En el terreno geoeconómico, la razón central de las disputa son las fuentes y las rutas de la energía y del petróleo, y las alianzas por el control de los mercados.

Rusia y China (en planos separados) disputan con EEUU y la Unión Europea una guerra por áreas de influencia económica y conquista de mercados que se extiende por Asia, Medio Oriente, África y América Latina.

Los factores detonantes bélicos, que convierten a estos dos frentes de conflicto en UNO SOLO, son Irán y el conflicto del mundo islámico con Israel (la mecha de encendido hacia cualquier desenlace militar futuro).

Debajo de este centro gravitante (el ombligo de la tercera guerra mundial) se ubican, a modo de emergente encadenado, todos los conflictos (militares, políticos o económicos) que se suscitan y están activos en Asia, Africa, Europa y América Latina.

Este es el punto central para entender ordenada y lógicamente los últimos  movimientos de piezas que está realizando EEUU, tanto en el espacio ruso como en el espacio chino.

Además, en la agenda militar y geopolítica del espacio asiático Pekín, igual que Rusia, se sitúa en las antípodas del proyecto estratégico del eje EEUU-UE que militarizó la región euroasiática para desestabilizar las redes energéticas de Rusia, de las cuales China es la principal beneficiaria.

Las estrategias de EEUU y de la OTAN, tanto con Rusia como con China son convergentes:
Desestabilizar permantemente el ex espacio soviético en Eurasia (golpes «naranja», expansión de la OTAN  y copamiento de mercados y gobiernos), y balcanización del espacio chino con operaciones secesionistas en Taiwán con la amenaza de militarización, en Xianjiang con el «terrorismo islámico» y en el Tíbet con los monjes budistas del Dalai Lama.

En ambos espacios (el ruso y el chino) la expansión militar y la guerra psicológica mediática del eje «occidental» USA-UE son ejercidas como medio de presión en la guerra por los mercados y los recursos estratégicos, principalmente energéticos.

En lo geoeconómico, se trata de una guerra por el control de las redes de oleoductos (corredores energéticos) euroasiáticos donde China juega su supervivencia al lado de Rusia.

Los lineamientos del «nuevo orden mundial» construido sobre la base del control de mercados y recursos estratégicos es, fundamentalmente, un orden creado para que las trasnacionales, los bancos, las petroleras y la armamentistas capitalistas, hagan «negocios».

Moscú y Pekín, desafiando la hegemonía europeo-estadounidense, trazaron acuerdos militares estratégicos y consolidaron un bloque militar y económico común en Asia, en abierto reto a la OTAN.

En ese juego, el «Gran Juego», Moscú y Pekin mueven sus propias piezas en el teatro de operaciones de la guerra intercapitalista por áreas de influencia que se disputa (en distintos niveles operativos) desde Eurasia y los ex espacios soviéticos hasta el Medio Oriente.

Y el Kremlin (en el centro del escenario de la guerra fría) sabe que sólo cuenta con dos aliados estratégicos: Irán y China.

La estrategia de Moscú

En agosto de 2008, las tropas georgianas atacaron a Osetia del Sur, y Rusia se vio obligada a intervenir con unidades militares para defender a la población suroseta, gran parte de la cual tiene ciudadanía rusa.

Durante el conflicto armado de tres semanas  Moscú realizó cinco movidas claves: Pulverizó al Ejército de Georgia entrenado y armado por EEUU, se posicionó en el control de las áreas estratégicas de la región (principalmente del oleoducto BTC, un enclave energético de las petroleras anglo-estadounidenses), rompió virtualmente «relaciones» con la OTAN, dividió la ONU boicoteando todos los proyectos de resolución en su contra, y a inicios de septiembre de 2008  reconoció la independencia de las provincias separatistas de Abjasia y Osetia del Sur que permanecían presionadas por el tutelaje del gobierno de Georgia, títere desembozado de la OTAN y del eje «occidental» en el Cáucaso.

Putin y Medvedev, luego de posicionarse militarmente  con el control de Georgia, y de comprobar la lentitud de reflejos del decadente Imperio capitalista «occidental» referenciado en el eje USA-UE, vivieron el conflicto como una victoria en la disputa por el control del Cáucaso.

En el actual escenario de crisis económica mundial, un reposicionamiento de la OTAN y de la flota rusa en el Mar Negro,  ponen de relieve nuevamente el papel estratégico de la zona en el gran tablero internacional.

Pero la ofensiva rusa no se terminó en el Cáucaso: El Kremlin (en una inagotable capacidad de movidas tácticas) se proyectó hacia adelante y lanzó un desafío militar a Washington en su propio patio trasero, impensable antes de la resolución del conflicto en el Cáucaso.

Con Chávez como punta de lanza, Moscú anunció, luego de la guerra del Cáucaso, los ejercicios navales conjuntos que realizó con Venezuela en el Mar Caribe a fines de 2008, que los analistas interpretaron como el principio de un escenario de «guerra fría» en América Latina.

El aterrizaje previo de dos bombarderos nucleares rusos en Venezuela, fue interpretado como una respuesta del Kremlin a la «nuclearización» del ex espacio soviético en Europa del Este iniciado con el acuerdo de EEUU y Polonia para instalar un escudo nuclear que amenaza la seguridad de Rusia.

En el presente, EEUU volvió a la carga con una triple ofensiva: Reinstalación de su proyecto de escudo nuclear en Europa del este, nueva expansión militar de la OTAN en el Cáucaso y en el espacio euroasiático, y la reciente intervención militar en China con la venta de armas a Taiwán.

Rápido de reflejos, Moscú contraatacó esta semana elevando la apuesta con una advertencia nuclear.

Por Manuel Freytas*

(*)  Es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Ver sus trabajos en IAR Noticias

Informe complementario:
Polvorín asiático: El trasfondo de la crisis militar EEUU-China


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