La palabra “concesiones” y “privatizaciones” son términos que se ha repetido con fuerza en los últimos años, más ahora en Antofagasta, luego que se desatara una grave crisis sanitaria por culpa de la concesión de la recolección de la basura a una empresa privada irresponsable.
Detengámonos un poco en la palabra: “Concesionar” significa que un derecho de los ciudadanos que corresponde al estado otorgar, es colocado a la venta para que un particular se encargue de satisfacerlo. Dicho de otro modo, las autoridades que en época de elecciones prometen solucionarlo todo, se sacan el “cacho” de encima para que una empresa privada, ojala amiga de las autoridades, se encargue de ganar plata a costa de un derecho de las personas.
Excusas para justificar las concesiones y privatizaciones siempre aparecen en el momento indicado. “Es necesario que la gente ponga un poco de su parte ($) para recibir un mejor servicio”, “los servicios estatales son burocráticos y no son eficientes en su gestión”, “La concesión generará nuevos puestos de trabajo e impulsará la economía de la región”, son frases de un libreto aprendido hace años, que se repiten con fuerza, con el fin de justificar el hecho de que algún bien público sea colocado a la venta.
Pero pasa el tiempo, llegan las nefastas consecuencias que dejan las promesas en entredicho.
Con el correr de los años, la “basura privada” comenzó a mostrar la falsedad absoluta de las declaraciones de sus defensores: En su momento, el ex-alcalde DC Daniel Adaro defendió, en complicidad de los concejales de la derecha y la concertación, que la empresa “Casino Antofagasta” se encargara de sacar la basura. Por supuesto, el objetivo de esta empresa no era tan bonito como apareció en el proyecto que enviaron al ex-edil. Ellos querían ganar plata y muchos en Antofagasta lo sabían, no por una cuestión de mala fe, sino que por conocimiento de lo que genera que alguien tenga por objetivo lucrar con un servicio público.
La basura en las calles es solo la punta de un inmenso iceberg que viene de antes. Hace más de dos años, La Alternativa fue el único medio de Antofagasta que denunció los graves abusos que “Casino Antofagasta” realizaba contra sus trabajadores. Prácticas antisindicales, ambientes laborales indignos, antihigiénicos y sueldos bajos, eran la tónica que sufrían las primeras víctimas de este voraz monstruo. Los demás medios de la ciudad rápidamente defendieron a la empresa argumentando que la municipalidad “ahorraba 300 millones de pesos que podrían ser gastados en temas como los perros vagos” (La Estrella del norte, 25 de Octubre 2007)
La crisis de la basura es solo la punta del iceberg del modelo de privatizaciones y concesiones
Resulta insólito que por aquel entonces, los medios ligados a la derecha conservadora no solamente vieran con buenos ojos el lucro de esta irresponsable empresa, sino que además iniciaban una campaña mediática, aprovechando su monopolio mediático, para hacer popular su visión particular, censurar las demás visiones y justificar la masacre de perros vagos, que dejó muy mal a Antofagasta ante los ojos del mundo.
Pero más insólito resulta que aun hoy, la municipalidad y los otros medios de Antofagasta continúen ocultando las verdaderas razones de que el estado de nuestras calles atenten contra el derecho humano de “vivir en un medio ambiente libre de contaminación” como dice el artículo 19 inciso 8 de la Constitución de la República, centrándose en la farandulera pelea de alcaldesa, ex-alcalde, empresa.
El problema de la basura va mucho mas allá de las manos largas de un ex-alcalde desastrosamente corrupto, de la irresponsabilidad criminal de una empresa sedienta de dinero a la que no le importan los habitantes de Antofagasta, o una municipalidad ineficiente que tiene plata para hacer show pero no para resolver el problema y limpiar la realidad insalubre que invade Antofagasta, algo por lo que los antofagastinos están pagando.
Unos a otros se pasan la pelota por el fracaso del negocio, pero ninguno de los actores en este conflicto reconoce que el verdadero problema es que el negocio NUNCA debió existir.
Llegó la hora de cuestionarse y actuar respecto a cuanto tiempo debemos esperar para que las autoridades se pongan las pilas con el tema, sancionen ejemplarmente a la empresa irresponsable y no sigan vendiendo nuestros derechos. Debe ser la municipalidad, cuando no el propio estado, quienes se encarguen de la recolección de basura. La empresa privada demostró su ineptitud para resolver el problema y los ciudadanos de Antofagasta no merecen seguir dependiendo de la voluntad e intereses de una empresa.
También llegó la hora de cuestionarse si permitiremos que esta misma lógica privatizadora que ensucia nuestras calles, se expanda también a otros aspectos de nuestras vidas.
Ahora mismo, algunos comienzan a abrir la puerta a una posible privatización de CODELCO, arguyendo las mismas razones del libreto repetido proveniente del pasado: “Mejor gestión, mejor economía”. ¿Habrá que esperar un nuevo y desastroso fracaso de esta estrategia de desarrollo para comprender su ineficiencia?
No basta un plan de contingencia, sino que además, no volver a confiar la recolección de basura a amigos de la municipalidad. Aun haciendo la ficción de que no todas las empresas lo harían como “Casino Antofagasta”, ¿vale la pena correr el riesgo de toparnos con otra igual? ¿tendrán que morir personas para dejar de lado este anacrónico modelo de desarrollo?
Desde este medio hacemos un llamado a las autoridades a asumir su responsabilidad en el problema que aqueja a nuestros lectores y que no sigan entregando en bandeja un nuevo negocio al sector privado. Destinen recursos en contratar expertos, que los hay en la región, para desarrollar un nuevo modelo de recolección de basura digno, limpio, ecológico, sustentable, público y gratuito. Si el dinero que empresas como Minera Escondida obtienen gracias al cobre, llegara a las arcas públicas, hace rato que este sueño sería una realidad.
También llamamos a los colegas de los demás medios a dejar de sobarle el lomo a sus auspiciadores privados e informar realmente donde está la raíz del problema. Por último, llamamos también a nuestros lectores a seguir difundiendo la existencia de este medio, que día a día se erige como la única voz opositora y representante de esa mayoría de Antofagastinos que no se sienten comprometidos con las “yayitas” de sus autoridades. Seguiremos trabajando por usted.
Cristian Reyes Herrera