Tras miles de años de viajes, exploraciones y descubrimientos, resulta increíble que a día de hoy, aun queden tribus salvajes que no han tenido contacto con el hombre moderno.
Los Khoikhoi, son una tribu africana dedicada al pastoreo desde hace más de 2600 años en la zona de Zimbabwe y Cabo. El primer contacto que tuvieron con el hombre blanco se produjo cuando los portugueses y los holandeses colonizaron África a principios del siglo XVII.
Aunque inicialmente la tribu y sus mujeres fascinaron a los occidentales, conocer al hombre blanco no fue un camino de rosas para los Khoikhoi. Os contamos la leyenda negra detrás de la Venus de Hottetton, la reina africana de los Khoikhoi y el sufrimiento de su pueblo.
Tras el primer contacto y pese al inicio de negocios comerciales, las relaciones entre los holandeses y los Khoikhoi no fueron amistosos y terminaron en guerra. Tras la masacre de los hombres de la tribu, los niños y mujeres fueron esclavizados.
Las mujeres Khoikhoi.
Los Khoikhoi difieren de otras tribus africanas porque sus mujeres poseen un extraño y fascinante rasgo genético, tienen unos glúteos extremadamente grandes.
Esta peculiar característica genética se llama esteatopigia, que consiste en una excesiva acumulación de grasa en los glúteos, que se alargan perpendicularmente respecto de la espalda. Los libros atestiguan que se han llegado a documentar traseros de casi un metro de diámetro en algunas mujeres khoikhoi.
Según estudios antropológicos, esta característica física era habitual entre las primeras poblaciones humanas, como muestran algunas figuras femeninas que datan del neolítico, por ejemplo la Venus de Willendorf.
La Venus de Hotentote.
Como podéis imaginar con semejante característica física, las mujeres Khoikhoi no pasaron desapercibidas. La mayoría de las esclavas fueron empleadas domésticas, pero hubo una cuya vida fue una historia de continua humillación.
Saartjie Baartmann nació en 1789, creció como mujer libre hasta que en 1810, un grupo de esclavistas mataron a su padre y su marido. Tras ser examinada, la capturaron ya que poseía unas nalgas de enorme tamaño y unos genitales igualmente desproporcionados. Ese mismo año fue vendida a un doctor británico que al ver sus atributos decidió llevarla hasta Londres, donde fue obligada a trabajar en un circo de rarezas en Piccadilly.
Fue presentada al público como la “Venus de Hontentote, la reina africana”, un “fenómeno de la naturaleza”, una “curiosidad científica” o un monstruo.
Lo cierto es que Saartjie, fue en realidad objeto de múltiples vejaciones y humillaciones, expuesta como un animal bajo las miradas lascivas y el escrutinio de todo tipo de científicos.
Cuatro años después fue trasladada a París donde continuó siendo admirada, hasta que el público se aburrió de ella y tuvo que recurrir a la prostitución para sobrevivir. Murió en 1815 a la edad de 25 años, por culpa de una “enfermedad inflamatoria y eruptiva”, probablemente sífilis.
Ni la muerte dio descanso a la reina de África.
Tras su muerte, un científico francés compró su cadáver. El doctor realizó un molde de yeso con su cuerpo y después la diseccionó, conservando su esqueleto, su cerebro y los atributos sexuales que la hicieron famosa, para ser expuestos en el Musée de l’Homme de París.
Unos 160 años más tarde la Venus de Hotentote continuaba siendo objeto de las miradas del público. Finalmente en 1974 fue retirada de las macabras galerías el museo.
En el año 2002, el presidente Nelson Mandela repatrió los restos mortales de Saartjie Baartmann y les dio descanso eterno en la tierra en la que fue libre.
Fuente: Nytimes.com y Southafrica.info.