Un cambio administrativo en el modelo neoliberal

Indudablemente el último triunfo electoral de la derecha tendrá repercusiones a la hora de ver cómo los revolucionarios en general, y por supuesto los comunistas libertarios, enfrentemos la coyuntura a partir del 11 de marzo, sino antes


Autor: Wari

Indudablemente el último triunfo electoral de la derecha tendrá repercusiones a la hora de ver cómo los revolucionarios en general, y por supuesto los comunistas libertarios, enfrentemos la coyuntura a partir del 11 de marzo, sino antes.

El notorio desgaste del discurso concertacionista, cuyo eje articulador eran los acuerdos con la “oposición”, un pacto social con las burocracias sindicales, y la mantención de un mínimo de derechos sociales garantizados en el marco del sistema neoliberal, finalmente redundó en un pequeño crecimiento electoral para la derecha, que solamente viene a confirmar la crisis manifiesta de la democracia representativa chilena.

La tensión al interior del conglomerado de “centroizquierda” entre un discurso tibiamente progresista, que sin embargo nunca cuestionó el fondo del sistema económico legado por la dictadura, y una burocracia ligada al aparato estatal y sus prebendas, provocó el rechazo de una pequeña parte del electorado (cerca de un 3%), que le bastó a la derecha “renovada” para asumir el control del Estado.

Estas elecciones se destacaron por el “show” mediático de tres candidaturas principales que decían defender un mismo tronco programático y que se diferenciaban únicamente por los matices a la hora de administrar el modelo; es posible observar que hasta Piñera intentó asimilarse a la Concertación, realizando una campaña con claros guiños estéticos al “No”, repitiendo incansablemente su rechazo en el plebiscito a la dictadura por ejemplo.

Más allá de la coyuntura electoral, podemos ver que el fondo de las diferencias entre la Concertación y la Derecha están en las respuestas que ambos sectores entregan a la hora de administrar el modelo neoliberal. Mientras la primera se encuentra desgastada luego de veinte años de apaciguar las demandas populares para entregar gobernabilidad a los grupos económicos y las inversiones, la segunda apuesta a generar aún mejores condiciones al gran empresariado primario exportador, mediante la profundización del modelo económico.

La Concertación fue capaz de controlar mediante la burocracia estatal y la mantención de derechos sociales mínimos la movilización social. Sin embargo, a medida que el modelo generaba un aumento en la tensión entre las necesidades populares y las de los grupos económicos y sus beneficios, el ascendiente que tenía el conglomerado gracias a su legitimidad “moral” desde el plebiscito del 88’ y su control a las estructuras sindicales y sociales (la CUT por ejemplo, de la mano del PC) se iba desvaneciendo.

La gran burguesía necesita hoy agudizar ciertas herramientas para mantener su ritmo de ganancias. Herramientas que se le facilitarían su ejecución a través del cambio administrativo.

Ya aclarados los resultados electorales y confirmado Sebastián Piñera en el gobierno, fue cosa de días para que los empresarios dieran a conocer sus demandas para mejorar aún más sus ganancias a costa nuevamente de los trabajadores. Hay que recordar que éstos ya debieron cargar con las consecuencia de la crisis económica mientras el Gobierno destinaba millones para que los empresarios no perdieran plata.

Para confirmar esto, un ejemplo. Entre los diversos datos entregados por el MIR de Chile “Danilo Neira” en su análisis de la situación política en Enero del 2010 aparecen algunos más que interesantes para develar cómo la “centro izquierda” enfrentó la crisis:

“Las AFP’s a pesar de los negativos resultados de sus inversiones internacionales el 2008 producto de la crisis financiera mundial, que provocaron pérdidas millonarias para sus afiliados, el 2009 aumentaron su exposición en instrumentos financieros externos en un 101,5% a US$ 51.765 millones de dólares.

A fines del 2009 se proyectan exportaciones totales por un monto cercano a los US$ 50 mil millones de dólares, con un superávit en la balanza comercial de US$ 13 millones de dolares”.

“…mientras la CMPC, con la excusa de la crisis, cancelaba contratos con sus subcontratistas en el sur de Chile provocando un aumento en la cesantía en la región, adquiría al mismo tiempo activos forestales en Brasil por US$ 1.340 millones de dólares…”

Ejemplos como estos abundan, demostrando que la crisis fue finalmente pagada por los explotados, mientras que los empresarios continuaron con sus ganancias respaldados por el dinero de todos los trabajadores.

La Derecha hoy deberá enfrentar la misma disyuntiva que la Concertación entre las necesidades populares y las de los empresarios. Ya se escuchan voces pidiendo aumentar la flexibilización laboral, deslegitimar a los sindicatos apelando al diálogo “directo” con los trabajadores tal como Piñera lo afirmó en uno de los debates, disminuir el sueldo a los trabajadores jóvenes y eliminar la indemnización por años de servicio. Si estas aspiraciones mínimas del empresariado (que incluso ha llamado a disminuir el sueldo mínimo) se cumplen, el gobierno de Piñera deberá aumentar la represión al movimiento social, tal y como Bachelet lo hizo durante su mandato, el más represivo de la Concertación.

Las diferencias claves con el gobierno de la Concertación en cuanto a la administración del modelo se encuentran básicamente en la administración de los derechos sociales mínimos. En este sentido se orienta la LGE aprobada recientemente, beneficiando al sistema educacional subvencionado y por ende, a los empresarios de la educación, por sobre el fortalecer la educación “pública”. Es posible vislumbrar una última oleada de privatizaciones en lo que queda de los mencionados derechos sociales.

En este sentido creemos que las medidas que aplicará el gobierno para implementar estas iniciativas serán un aumento a la represión a los sectores más organizados de las capas populares, en especial a los sindicatos en los sectores claves de la economía, y a las organizaciones políticas con un discurso más combativo, junto con un aumento de la represión en la calle a cualquier tipo de movilización.

La Concertación por su parte, se bate entre dos formas de entender su rol como oposición. Por un lado podemos ver principalmente a la Democracia Cristiana, que llama a realizar una oposición “constructiva” en un intento de detener el desbande de algunos de sus militantes principales hacia la derecha, como hace algún tiempo lo hiciera Zaldívar fundando posteriormente el PRI y hoy lo hace Ravinet aceptando la cartera de Defensa en el gabinete de Piñera. Esta forma de oposición probablemente haga uso mayoritariamente del Congreso apostando a obligar a la derecha a tranzar algunas cosas.

Por el otro lado el Partido Socialista, ampliamente desgastado luego de la fuga reiterada de grupos de sus militantes hacia uno u otro lado, así como el PPD y el PR en menor medida, apostarán a regresar a las bases sociales que les permitieron llevar adelante su programa durante estos 20 años, y cumplir su rol de válvula de control de las aspiraciones y movilizaciones populares.

En ese sentido habrá que estar atentos a los intentos claros que realizará la Concertación para hegemonizar a las organizaciones de base en conjunto con el Partido Comunista, en un intento de demostrar que son ellos la mayor garantía de gobernabilidad para el modelo actual de acumulación de capital.

Hacia una clarificación de una estrategia general y líneas de acción para los libertarios

Es en este contexto de tensión entre las aspiraciones populares y empresariales, en medio de un ajuste político-administrativo del modelo, mas no un cambio político-programático, que la tarea para la izquierda revolucionaria y para los libertarios en particular se hace más urgente y a la vez clara.

En esa línea, debemos ser capaces de fijar una estrategia general que permita clarificar nuestra práctica política como comunistas libertarios, que al mismo tiempo sea lo suficientemente concreta y nos permita traducirla en elementos reales de trabajo. La incapacidad actual de la Concertación de actuar como dique ante los sectores populares y la cada vez mayor similitud entre sus propuestas y las del PC, nos brindan una oportunidad única en los últimos 20 años para poder aportar de manera contundente a la actual rearticulación, lenta pero sostenida, de los explotados.

Creemos que esta Estrategia General debe apuntar hacia el desarrollo del auto-gobierno de clase (o poder popular), entendiéndolo como la capacidad material de los explotados de dotarse a sí mismos de poder organizado antagónico al de la burguesía. Pero a partir de esta línea general debemos ser capaces de plantearnos ejes transversales para clarificar y cohesionar nuestra línea programática. En nuestro caso, nuestros ejes transversales son el control territorial y productivo (se desarrollará en otro documento más adelante).

Ambos objetivos centrales nos permitirían avanzar tanto hacia el control de la producción como de la administración cotidiana de la vida, cuestionando las bases mismas de las formas de producción y dominación capitalistas.

A partir de esta Estrategia General, proponemos ante la coyuntura profundizar estas líneas estratégico-políticas a implementar:

1. El fortalecimiento y canalización del rearme popular, aspirando a fortalecer la capacidad organizativa de los distintos sectores populares a partir de sus luchas locales en proyección hacía demandas transversales.

2. Apostar a tener como izquierda revolucionaria un rol destacado en la oposición al bloque dominante, apuntando a que el anarquismo tenga un papel predominante ahí donde tengamos presencia.

Una apuesta por una línea táctica de acción:

Con el objetivo de poder comenzar a aplicar estas propuestas estratégicas y traducirlas a acciones concretas, proponemos como grupo las siguientes líneas generales de acción para la actual coyuntura:

Estudiantil: Buscar “activar” y politizar a las bases estudiantiles, generalizar una perspectiva libertaria entre el estudiantado, cuestionar la mercantilización y la elitización consolidada de la educación por parte del bloque en el poder, y generar vínculos con los explotados. Fortaleciendo las fuerzas de base desde la efervescencia de la oposición.

Sindical: Aumentar la presencia de los libertarios en las bases, apuntar a generar dirigencias sindicales horizontales ahí donde sea posible en alianza con otros sectores y cuestionar de manera clara y contundente a las dirigencias burocráticas.

Barrial: Fortalecer la capacidad auto-organizativa de nuestras bases. Avanzar de las reivindicaciones cortoplacistas a reivindicaciones transversales, fomentando el proceso desde las organizaciones barriales de largo aliento. Generar una cultura de “resistencia” desde la izquierda revolucionaria hacia y desde las organizaciones de base de las poblaciones. Esto a través de actividades de diversa índole (artísticas, informativas, participativas) que fomenten un cambio en las subjetividades de índole emocional-intelectual.

Organización Revolucionaria Anarquista
Voz Negra

VERANO 2010

Fuente: Alasbarricadas.org

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