El descontento, el complot, el asesinato y la muerte han acompañado la trayectoria del ser humano a lo largo de la historia. El asesinato de una persona pública, magnicidio, se ha considerado como la radicalización de un movimiento que en búsqueda del poder, decide atentar contra la vida del máximo representante de un sistema o de un discurso particular. A modo de ejemplo, podemos remitirnos a la antigua Roma y recordar el asesinato de Julio César a manos de un cúmulo de senadores que buscaban detener la fama y el poder de uno de los mayores generales de la antigua república latina. O bien, la muerte de Jean-Paul Marat durante los años convulsos de la Revolución Francesa.
Con la aparición de nuevos movimientos ideológicos y políticos, el Siglo XX quizás haya sido una de las épocas más convulsas de la historia, donde los magnicidios se convirtieron en la herramienta para terminar con múltiples causas. Además claro, de que los avances tecnológicos y bélicos volvían mucho más “sencillo” el asesinato de un gran personaje público a manos de “cualquier grupo radical”. Nombres como Martin Luther King, Malcom X, Gandhi, Trotsky, el archiduque Francisco Fernando, Lincoln (Siglo XIX), Colosio o Kennedy son parte de las figuras públicas que fueron asesinadas por los “ideales” de distintos movimientos o por ajustes políticos internos. Sin embargo, también podemos mencionar a otros personajes que escaparon a la muerte en múltiples ocasiones, frustrando así los planes que seguramente habrían cambiado nuestra historia; Hitler, Margaret Thatcher, Ronald Reagan, Juan Pablo II, Fidel Castro, entre otros.
Partiendo de la idea del magnicidio y encontrando en la fotografía el medio periodístico que ha estado presente en los grandes acontecimientos de los últimos siglos, te presentamos una serie de fotografías durante o después de los grandes asesinatos del Siglo XX. Estos testimonios no humanos sirven como referentes para algunas de las situaciones más dolorosas en la historia de la humanidad.
Martin Luther King fue asesinado el 4 de abril de 1968 por James Earl Ray. Luther King encabezaba el movimiento de desobediencia civil afroamericano en los Estados Unidos con miras al reconocimiento de los derechos civiles de la raza negra. Fue asesinado en el Motel Lorraine en Memphis, Tennessee cuando tenía 39 años. James Earl, había servido en el ejército de los Estados Unidos con anterioridad y había purgado distintas condenas en prisión por actos delictivos. A pesar de que la ideología del asesino empataba con la segregación racial, la propia familia King ha argumentado que no considera que él haya sido el artífice del asesinato ni que él haya sido el único autor del magnicidio.
Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI para la presidencia de México en 1994, fue asesinado en “Lomas Taurinas”, Tijuana el 23 de marzo de 1994, por Mario Aburto. Colosio abandonaba la colina desde donde había ofrecido un mitin cuando un hombre penetró el cerco de seguridad y le disparó cerca del oído derecho. Un segundo disparo alcanzo al candidato en el abdomen. En medio de la confusión, el presunto asesino fue capturado y nombrado como Mario Aburto. Sin embargo, en la presentación a la prensa, un hombre de complexión y rasgos distintos fue anunciado como Aburto, hecho que desencadenó teorías sobre una posible reposición del verdadero asesino, y una conspiración del Estado por asesinar al candidato presidencial.
El entonces presidente John. F. Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 por Lee Harvey Oswald. Kennedy, presidente demócrata y católico, tuvo que dirigir a su país durante los años más oscuros de la Guerra Fría con la invasión de Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles en Cuba, el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, la construcción del Muro de Berlín y los primeros eventos de la Guerra de Vietnam. Fue asesinado mientras se transportaba en su automóvil convertible por las calles de la ciudad de Dallas. Lee Harvey Oswald fue arrestado y acusado por el magnicidio aunque fue asesinado dos días después. La Comisión Warren concluyó que Oswald actuó sólo en el asesinato aunque en 1979 se argumentó que podría haberse tratado de una conspiración.
Lee Harvey Oswald fue asesinado el 24 de noviembre de 1963 por Jack Ruby. Según cinco investigaciones gubernamentales, Oswald fue el francotirador que asesinó al presidente John F. Kennedy al encontrarlo tratando de huir de la escena y con evidencia de sus huellas dactilares en el fusil encontrado en el lugar desde donde se realizaron los disparos. El 24 de noviembre, dos días después de haber sido arrestado, Oswald sería trasladado a la cárcel del condado, y mientras caminaba por los estacionamientos subterráneos del cuartel de la policía, un hombre se abrió paso para dispararle en el estómago. Ruby declaró haber matado e Oswald en una ofuscación del momento, sin planeación alguna pero argumentando que su acción había “redimido a la ciudad de Dallas” y “le había evitado a la viuda del presidente, el dolor de testificar en una corte frente al asesino de su esposo”.
Malcolm X fue asesinado el 21 de febrero de 1965 por Norman SX Butler, Thomas 15X Johnson y Talmadge Hayer. Malcolm X fue un ministro musulmán afroamericano y activista de los derechos civiles. Según sus admiradores, era una persona comprometida por la lucha de la equidad en los Estados Unidos, aunque sus detractores afirmaban que sus discursos pregonaban violencia y racismo. Malcolm fue asesinado en el Audubon Ballroom de Manhattan, mientras daba un discurso, cuando por lo menos tres personas le dispararon 17 veces. Sólo uno de los asesinos fue capturado, Talmadge Hayer, quien argumentó que los otros dos sospechosos, posteriormente detenidos, no habían participado en el magnicidio pero se negó a declarar quién más participó en los hechos. Los tres, junto con Malcolm X, eran miembros de la organización religiosa y socio-política conocida como La Nación del Islam.
Robert F. Kennedy fue asesinado el 5 de junio de 1968 por Sirhan Sirhan mientras el hermano del expresidente John F. Kennedy, se encontraba en campaña para la presidencia de los Estados Unidos. El asesinato ocurrió en la cocina del Hotel Ambassador de Los Ángeles donde Robert había dado un discurso, y mientras abandonaba el edificio, Shirhan, de ascendencia palestina, se acercó con un revólver y disparó a la multitud y a Kennedy a quemarropa. Los presuntos ideales que llevaron a Shirhan a asesinar a Robert Kennedy fueron por el apoyo de éste hacia el estado de Israel.
Mahatma Gandhi fue asesinado el 30 de enero de 1948 por Nathuram Godse, un nacionalista indio que le disparó tres veces a quemarropa. El asesinato ocurrió mientras Gandhi se dirigía a una plegaria masiva en la casa Birla. Nathuram se aproximó a la comitiva de Gandhi, y a pesar de que una guardia del líder indio trató de evitar que el hombre retrasara la marcha de Gandhi, éste la empujó y terminó por dispararle a Mahatma. Tras acometer el hecho, el hombre gritó “policía” y se entregó a las autoridades. Fue arrestado y sentenciado a muerte.
Inejiro Asanuma fue asesinado el 12 de octubre de 1960 por Otoya Yamaguchi. Asanuma fue un notable político japonés, líder del Partido Socialista Japonés y cuyo discurso político giraba en torno a la necesidad de instaurar un sistema socialista en la isla nipona. Otoya Yamaguchi de tan sólo 17 años de edad, era un militante nacionalista que aprovecho un debate político, que se transmitía en vivo, para interrumpir al político y clavarle una wakizashi que traía consigo. El asesino sería capturado y se suicidaría días después estando en custodia policial.
Park Chung-Hee fue asesinado el 25 de octubre de 1979 por Kim Jae-kyu. Chung-Hee era presidente de Corea del Sur, y fue asesinado mientras comía dentro de la casa de seguridad de la Agencia Central de Inteligencia Coreana, por el director de dicha agencia. El grupo que coordinó y ejecutó el plan de asesinar al presidente sería capturado y ejecutado. El magnicidio es considerado un intento de agolpe de estado por parte de los servicios de inteligencia y en palabras del propio Kim Jae-kyu, Chung-Hee era un obstáculo para la democracia aunque investigaciones policiales argumentaron que el asesinato se trató de una herramienta de Kim por preservar su propio poder.