Al momento de la entrevista todavía no habían tocado en vivo, ahora todavía no tienen un primer disco, y muy pocos han escuchado sus composiciones, pero ya tienen historia, ya son el reflejo de algo que ha estado sonando en los últimos años. Son Gandjarvas, banda que integran dos miembros originales de Santo Barrio, Cristóbal González y César Farah, y a la que se suman además Andrés Cruzat, de Interdictos, Rodolfo Vargas, de Drakos, y Roberto Díaz, de Sandino Rockers, más el invitado dj Antioch de Elefante Mecánico.
Todo este cruce de músicos y de historias, desencadena en algo que Farah define, en primera instancia, como “hacer música que nos gusta y que, en lo posible, le guste a la gente y los identifique con las letras. Nuestro sonido es fundamentalmente ecléctico y las letras buscan ser reflexivas sobre temas de contingencia. Probablemente ya no tenemos la ingenuidad que tuvimos hace diez años, cuando comenzamos, pero diría que nuestra mirada ha madurado aunque, para bien o para mal, los tópicos a los que aludimos son más o menos los mismos”.
Esto podría hacer pensar que Gandjarvas es una reorientación en una búsqueda musical o una forma de retomar la propuesta original de Santo Barrio. Algo que intenta aclarar Farah, al decir que “la única manera de responder eso, seriamente, es dando un tipo de respuesta que no me gusta mucho: sí y no. Sí, en tanto Cristóbal y yo somos dos fundadores de Santo Barrio que se reencuentran después de años, para componer y desarrollar ideas, evidentemente hay una suerte de continuidad, por lo demás, nosotros mismos hemos notado esa sensación de estar regresando a las raíces de nuestra creatividad, de volver a los orígenes; pero en términos estrictamente musicales, el sonido es diferente al de nuestra anterior banda, por supuesto hay ritmos y formatos que tienden a aparecer, sin embargo la formación, la estructura de los temas y los arreglos, son distintos”.
Y en ese aspecto de diferencia, aparecen claramente los otros integrantes de la banda, algo que González aborda señalando que “a conciencia elegimos amigos de bandas conocidas. La idea era buscar gente con recorrido, que estuviera en una frecuencia similar a la nuestra, que estuviéramos unidos por experiencias comunes, pero a la vez distintas y ver qué podía surgir. Todos aportan cosas distintas y buenas: los ritmos y sonidos precisos, el espíritu necesario, buen gusto, rock and roll, humor, cosas que son difíciles de explicar pero que se agradecen”.
Pero Gandjarvas, se instala en la escena musical, en momentos de cambios, y eso también lo asumen, al decir de González que “la industria cambió: ya no queda nada de esa estructura de sellos y difusión de los noventa. Hacer música está un poco más difícil, faltan espacios de difusión. Sin embargo, y en contraparte, hay más salas de ensayo, estudios y existe internet, junto a los medios especializados y salas nuevas. En general, está más difícil, aunque en algunos aspectos, y aunque no lo parezca, está, creo, mejor”. Ese “mejor” pasa según González por el plano musical donde hay bandas buenas. “Están los grupos del circuito del Galpón (Chico Trujillo, Juana Fe, Mano Ajena), de donde destaco el aporte de Banda Conmoción, valoro el rescate del festejo popular… La movida de la cueca brava me parece valiosa. Las bandas más llamativas que he escuchado, vienen de comunas o de regiones.La misma Jaas que hace hip hop en Mapudungún, o gente como Legua York, Guerrillerokulto o Subverso, músicos que tienen cosas que decir. Desde eso, hasta lo que hace Sonora de Llegar o Cazuela de Cóndor en Valparaíso, bandas como Zurdaka en Conce o los mismos Drakos. Hay mucho amor y convicción en los nuevos grupos y para mi eso es algo maravilloso. Eso, además de bandas como Fulano, Fiskales, Miserables y otros tantos “guerreros” de la música que han seguido hasta hoy”.
+ info: www.myspace.com/gandjarvas
Texto: Jordi Berenguer
Foto: Ignacio Orrego
Onda Corta
El Ciudadano