La crisis, el éxito y lo lógico

Esta es una forma del pensamiento, es necesario delimitar los parámetros de este sistema o lenguaje de entendimiento y acción


Autor: Wari

Esta es una forma del pensamiento, es necesario delimitar los parámetros de este sistema o lenguaje de entendimiento y acción.

El éxito es la interpretación e imagen dominante de una hegemonía que gobierna los designios del mundo hace mucho tiempo ya, no es de interés aquí hablar de la historia, aunque muy buenos y nutridores ejemplos para este análisis serán mencionados. El éxito es parte de una racionalidad como forma cultural, es parte de ese modernismo ya roto (pero siempre dominante).

No tiene razón o es irracional en el sentido de la “limitación” de los recursos, ya sean estos físicos o socio-culturales; una dualidad, son dos caras de una moneda, así el éxito genera su opuesto; la crisis llega cuando la interpretación o la acción topan con el limite de los recursos; físicos y socio-culturales.

La lógica, como sistema único, infalible, no existe y más que eso es la forma clave de dominación y mantenimiento del circulo vicioso de la desigualdad, no por nada el “bien común” o el “sentido común” fueron esgrimidos largo tiempo para sofocar el pensamiento crítico y también por las escuelas positivistas, debemos distinguir dos tipos de “lógica”. En función de este sistema que aquí describimos:

Lógica crítica: análisis de aspectos faltantes o cuestionables de la realidad.

Lógica exitista: interpretación de las imágenes “centrales” y “dominantes” de la realidad.

El éxito como cultura dominante

Hay una guerra histórica, tan antigua como el lenguaje mismo, incluso las primitivas versiones de la sociedad, sin lenguaje verbal, es una competencia natural, choques de patrones de personalidad, los argumentos exitistas son la forma máxima de “competencia”, es la reproducción masiva de un diseño y filosofía humana, el existismo es la exageración de la realización material, o, las formas de dominación social, económica, cultural, espiritual, etc.…

Esta exageración se transforma en una postura de vida y además se reproduce en todos los ámbitos de la sociedad, es allí donde el “capitalismo”, “estatismo”, “federalismo” o cualquier otra exageración que se reproduzca por los canales, medios de producción y reproducción, tienen su caldo de cultivo en la sociedad actual con la producción esquizofrenica de bienes y servicios, además de esta “revolución” tecnológica y su impacto en las reproducciones de la comunicación.

Los argumentos autoritarios y materialistas se reproducen en la sociedad con medios coercitivos (directos e indirectos), disuasivos, todo depende de la sociedad en la que se viva, pero aun así, son formas básicas del porque de nuestra situación actual mundial, dos diseños y filosofías humanas en pugna; el éxito y la crisis, el éxito es la cara materialista, dominante y agresiva y la crisis es la cara analítica, resistente e inclusiva.

Este no es un parapeto de las meta narrativas dominantes del siglo 20, sino, la depuración de los argumentos y sucesos lingüísticos de estas grandes (grandilocuentes) corrientes filosóficas.

La crisis: trinchera del pueblo y usufructo de la burguesía

Tener un problema o una contradicción explícita y con impacto básicamente produce análisis, esto no es tan simple, el mundo que la cultura dominante ha construido deja afuera o tergiversadas otras culturas que no contemplan una lógica elitista; tanto las grandes reivindicaciones territoriales de mayorías étnicas, comunitarias o simplemente civiles, como las luchas históricas globales, ósea, educaciones, juveniles, femeninas, laborales, inmigrantes, campesinas, habitacionales, etc.… esta culturas de resistencias, críticas a un modelo o forma de pensamiento que los marinan desarrollan formas que nacen de una crisis y cuestionamiento a estos modelos y culturas dominantes.

A pesar de ello la cultura dominante no está exenta de la crisis, pero su lógica o modelo de pensamiento delata estas intrusiones; cuando el modelo dominante estalla en una de sus múltiples contradicciones suelen llegar a desarrollar o a reproducirse en alguna cultura crítica para buscar solución o alguna ganancia para el modelo exitista.

El sistema dominante se reproduce en todas las áreas posibles mientras el modelo de pensamiento crítico sólo lo hace en espacios donde son compartidos los análisis y críticas de una cultura subyugada o tergiversada por un modelo existista y dominante.

Es interesante por ejemplo observar las contradicciones al modelo dominante que surgen de movimientos como el ecologismo o el feminismo puesto que quedan al descubierto contradicciones vitales de la sociedad o de los modelos hegemónicos en ella, cuando el ecologismo ha sido una práctica muy común de ciertas comunidades originarias o culturas antiguas que ya practicaban la “liberación femenina”.

Aquí nos damos cuenta cómo funciona la reproducción de las formas dominantes y su existencia en la historia; sus formas de validación, de reproducción y producción en las distintas etapas de la historia.

La dualidad en la realidad y la reproducción hegemónica

La dualidad es una parte básica no sólo de la naturaleza; un componente de la realidad, sino también, del lenguaje; máximo estructurador de la sociedad (sino mas), la reproducción misma es dualidad; imagen y reproducción, como signo y significante, lo dual o la relación es una forma básica de reproducción de la cultura dominante o hegemónica en expansión o reavivación en una crisis; tomando elementos de lo contrario (cultura marginada o excluida) de allí nacen muchos de los grandilocuentes movimientos de salvación mundial; como el cristianismo fue y ha sido para los romanos.

“Lo Visible y lo Marginal: Cuando el Fracaso genera más Virtud que la Victoria”

No siempre la verdad es visible o –clara y definida- más veces de lo que quisiesen los filósofos y científicos en general lo que es cierto y seguro es borroso de captar o de asimilar; incluso una idea que por muy pura y simple que sea es por esa misma razón, inadmisible.

De hecho en algunas materias (sino en todas o el pensamiento en general) lo más seguro y “estable” como forma de conocimiento nunca permitió o pocas veces fue importante en alcanzar nuevos conocimientos más complejos, así como nunca se vio lo más esencial, como es lo que se sabe del caso del conocimiento sobre el cielo y las estrellas para la Cultura Occidental Hegemónica (Europa, Estados Unidos, Italia (Roma) y Grecia antigua); es más, en varias artes sobre todo en literatura, novela y el narrativa en general, fósil de la historia humana, obras de las más sencillas, hondas y desquiciantes y abundantes descripciones de realidad al fin  al cabo han sido escritas o percibidas por sujetos en crisis profundas, vividas casi como si fuese en si mismo el autor, quien vive por completo la realidad histórica del momento y social por ende.

Muchas veces los estados de crisis más hondos producen las más fieles representaciones de la realidad vivida, los ensueños y todavía los sucesos extrañados de la razón, estas reproducciones son simplemente la profundidad de la tristeza y desesperanzas pero proyectadas en forma de lo que el autor da a ver en sus letras.

En otras artes también nos da a mostrar sus finales dramáticamente paradigmáticos, órdenes o formas de elaboraciones de retratos o el componer un esquema de interpretación; se podría decir que los momentos de hastío de ideas que se enrollan en nuestras mentes recae cada cien años en un puñados de genios fracasados y no entendidos en su tiempo, genios de las letras, la observancia y la persistencia. Qué haríamos sin ellos para saber el origen de estas lenguas romances y la evolución del pensamiento humano en la literatura; lírica de todos tipos, novela y narración en general, teatro y canciones-lírico-narrativas, pruebas y fósiles, ensayos de la lengua y juego irrisorio pero no reprochable.

Claramente el lenguaje es algo importante y preponderante; no sólo la escritura que bien por la “metafísica de su ausencia”  o por el imperativo categórico de ser registro exclusivo de la historia, filología y otros campos, muchas de las palabras, los usos, pensamientos, y paradigmas han sido estrechados entre páginas del fósil seguro del arte, junto a la arquitectura; a perdurabilidad para entender los orígenes y los propósitos de las letras, casi emblemáticas son sin duda en la narrativa, informar, historiar, o representar al menos un suceso, estas nos traen datos casi arqueológicos de la historia yacen en la sufrida lectura de tanto escritor muerto.

No conviene aquí detallar en absoluto o citar a nadie sino tantear en la razón (con toda la amplitud que requiere tener en cuenta un concepto que estipula lo “cierto”, lo que es en sí “definido y claro”; y más aún lo que es concreto, digno de ser contado, o repetido, lo que es lógico o común, el concepto de la razón más amplio que un mero retrato impreso en imágenes, correspondería a todo lo verdadero, incluido el absurdo, o la crisis, las penurias y sufrimientos; todo esto no debería ser rechazado por la razón a menos que ésta no tenga algo que decir de lo que rechaza; nada que argumentar – repito- que la razón no tenga un argumento para la idea de algo, la irracionalidad sólo es vista a través de la razón misma) de la cual un concepto marginal, oculto, casi limítrofe o extranjero; externo como lo es la crisis o el fracaso pueda generar más virtud que los mismos momentos de plenitud y de “dicha”.

Lo visible y lo marginal: los limites del “Yo”, “el Otro” y lo propio y lo extranjero

Seguramente el lenguaje, ya sea la lengua hablada o escrita, como el discurso en sí o los gestos e imágenes en general; el arte de la expresión da a la realidad “ordinaria” un toque de entendimiento, un sentido, una forma de ver la cosa a percibir, claramente ahí nos detendremos en la complejidad del cogito mismo, el proceso de raciocinio se compone por algo más que la que comúnmente se le llama “razón”; pues el concepto materialista o utilitario, positivista de este es siempre “claro y definido”.

Se podría decir que la estética en sí, como valor, o estructura valorativa de conceptualización de la belleza y su apreciación de uso y valor de cambio del concepto arbitrario (pero significativamente importante) de definir la belleza; o lo que cabe dentro de aquello da a entender, extrapoladamente pero no menos verídico, una estructura valorativa de conceptos y formas de ver la realidad “ordinaria”.

O sea podría jugar, y decir que la realidad toda, incantable con tal nitidez por algo humano, artificial, es el yo y el otro es en sí todo el proceso; completo, del humano, sus variedades de escalafones del cogito, de procesos biológicos, neurolingüísticas, etc.… Se podría decir allí de que el yo será bastante inacabable para la finitud humana. En tanto ningún ser viviente podría interpretar la realidad por completo. ¿Aun así, podría ser que la realidad, en sus facetas culturales, cotidianas, lingüísticas e históricas nos hiciesen (creasen) a nosotros (como nosotros no podemos) completamente, como un fósil?

Otra variante sería interpretar el sentir humano completo, en una realidad, el otro incantable a plenitud, o sea el límite y opuesto del yo, y el yo cualquiera de los humanos pensantes (como omisión, reflexión e imperio) que puedan querer retratar sus mismos sentires en una situación, momento, relato o vivencia en general nunca pudiesen captar íntegramente (casi como volver a repetirla) tal historia, aunque, hayan vivido aquella con la máximas de las “plenitudes”, o sea el otro está en uno mismo, somos yo y otro en nosotros; será esa la “locura”. Es el tiempo el corrosivo eliminador de nuestros recuerdos y es más quien nos obliga incluso a desechar vivencias o a considerarlas elementos más complejos aún; morbosidades, quererlos y odiarlos; entreverlos con los dedos como duda de terror y amor hacia el “otro”.

¿Somos acaso los seres humanos eternos ingratos de nuestros propios deseos, de lo que hemos vivido, de quienes conocemos y con quienes sentimos “sentimientos” más complejos?

¿Qué es lo que vemos? No es más que lo que se nos quiere mostrar de la realidad a nuestro yo. ¿Y qué no vemos? Todo lo que es oculto a nuestro entender, de nuestra memoria (la buena memoria!) y de nuestro mirar y observar, ¿no es acaso algo común con nuestro “otro”?, es lo incomprensible de nosotros mismos, nuestras partes profundas y aprehendidas y quizás cuantas otras cosas que no sé y no se saben.

Nuestra cultura de país, su cotidianidad, sus aprehenderes y cómo desarrolla eso nuestra forma de ver las cosas (la estructura valorativa) todo ello incide en cómo entendemos, cómo incorporamos al Yo, elementos de nuestro Otro interno, para definir; el lado marginal nos muestra la comparación y apreciación más objetiva para apreciar y estudiar la realidad.

Por Cristian Magne

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