Malvados de la historia: Viktor Brack

Josef Mengele, apodado El Ángel de la Muerte, se hizo especialmente famoso por sus experimentos con gemelos

Malvados de la historia: Viktor Brack

Autor: Arturo Ledezma

VIKTOR-BRACK-02

Josef Mengele, apodado El Ángel de la
Muerte, se hizo especialmente famoso
por sus experimentos con gemelos. La foto
corresponde a su etapa como médico
militar en la 5ª SS-Panzergrenadier
Division Wiking en el frente ruso
Cuando se habla de los infames experimentos «científicos» llevados a cabo por los «médicos» de las SS, a casi todo el mundo le viene a la mente de forma cuasi instantánea la sonriente y a la par siniestra jeta del SS-Hauptsturmführer Josef Mengele, el más famoso de estos monstruos que, en nombre de la ciencia, cometieron las más abyectas aberraciones con los desgraciados que cayeron en sus manos. No obstante, Mengele no fue el único protagonista de los minuciosos y elaborados planes diseñados por los nazis para finiquitar a todo aquel que les estorbara en la consecución de su Reich de los mil años y, de hecho, creo que la fama de este sujeto obedece más a su fuga y largo peregrinar por Sudamérica para, al final, acabar de rositas sin pagar su crímenes en Brasil en 1979. De hecho, Mengele no fue sino un engranaje más de la máquina de exterminio al servicio del estado nacionalsocialista. Es más, el sonriente y afable Josef ni siquiera fue un picatoste importante, habiendo por encima de él bastantes burócratas que eran los que de verdad organizaban las matanzas conforme a las órdenes recibidas por Hitler y Himmler.
 
 

 
Carl Clauberg, que en su antro de los
horrores del Bloque 10 de Auschwitz
esterilizaba gitanas con inyecciones
en el útero de nitrato de plata… sin
anestesia, naturalmente. A pesar de ser
un enano birrioso le apodaron como
«La Bestia», así que…
Afortunadamente, muchos de estos artífices del genocidio en nombre de la ciencia cayeron en manos de los aliados y la mayoría de ellos acabaron condenados a largas penas de prisión o, simplemente, colgados del pescuezo por asesinos. Ese fue el caso de nuestro hombre, una de las principales cabezas visibles de los programas de eutanasia llevados a cabo por el estado alemán a raíz de la llegada al poder de los nacionalsocialistas y que, como decía anteriormente, formaba parte de una pléyade de pseudo-científicos que son desconocidos para la gran mayoría del personal. Así pues, tiempo es de ir dando a conocer a estos psicópatas porque lo peor que se puede hacer es ignorar la historia ya que es la mejor forma de repetirla. Veamos pues…
 
Philipp Bouhler
De entrada conviene aclarar que Viktor Brack, a pesar de su total implicación con estos temas médicos, ni siquiera estaba licenciado en Medicina. Vaya, que no solo no era médico, sino que ni siquiera sabía una palabra de medicina. De hecho, la carrera que había estudiado era la de Económicas en la universidad de Munich y su única relación con la ciencia médica se limitaba a que su progenitor ejercía dicha profesión. Pero nuestro hombre supo medrar desde los primeros tiempos del nazismo ya que, tras convertirse en un acérrimo seguidor de Himmler y llegar a ser chófer personal suyo, se afilió al partido y a las SS en 1929 con el número 901, donde desarrolló una fulgurante carrera alcanzando en poco tiempo elevadas responsabilidades dentro del organigrama delNSDAP. Tanto es así que en abril de 1936 ya había alcanzado el rango de SS-Obersturmbannführer y el nombramiento de oficial de enlace con el SS-Obergruppenführer Philipp Bouhler, jefe de la Kanzlei des Führers des NSDAP (KdF en su forma abreviada), que traducido al román paladino sería Cancillería del Führer del Partido Obrero Alemán Nacional Socialista, un organismo creado en 1934 que no tenía nada que ver con la Cancillería del Reich y que, para entendernos, era una oficina donde se trataban todas las cuestiones relacionadas con el funcionamiento del partido nazi.
 
Carta fechada el 1 de septiembre de 1939
y dirigida a Bouhler y Brack en la que
Hitler ordenaba el comienzo de la
Aktion T-4
Posteriormente, ya con el grado de SS-Oberführer, fue nombrado en 1939 Oberdienstleiter del Amt II (Oficina II) del KdF ubicada en el número 4 de laTiergartenstraße, la Calle del Zoo (curiosa coincidencia, ¿no?), oculta bajo el inocente acrónimo de T-4 a causa de la obsesión de los nazis por el secretismo. En esa época es cuando Brack pudo demostrar su valía ante sus jefes ya que fue cuando comenzó el desarrollo de la denominada Aktion T-4, un plan minucioso para quitar de en medio a todos los ciudadanos alemanes que, independientemente de su raza y/o religión, supusieran una carga para el estado. O sea, un plan para practicar la eutanasia entre los deficientes mentales, personas con problemas psíquicos, taras hereditarias, malformaciones y, en definitiva, que fuesen improductivos y, al mismo tiempo, una lacra racial dentro de la Arcadia aria deseada por los nazis. La misiva en la que Hitler ordenaba poner en marcha dicha operación y que podemos ver a la derecha estaba redactada, como era habitual para casos como este, con unos términos ambiguos que no permitieran mostrar el trasfondo real de la orden en toda su crudeza. De ahí que en la carta en cuestión ordenase a Bouhler y a Brack que, bajo su responsabilidad, designaran al personal médico adecuado para discernir qué personas podían ser consideradas como incurables para, en base a ello, concederles una muerte misericordiosa (sic) tras ser debidamente estudiadas.
 
Cartel de propaganda del partido nazi
anterior a la guerra en el que se informa que
el costo de mantener con vida a un deficiente
mental como el que aparece en el mismo
ascendía a 60.000 marcos durante toda su
existencia.
Para llevar a cabo esta operación con la mayor discreción se aprovecharon diversos edificios usados anteriormente como sanatorios, asilos o similares en diversas localizaciones: Brandenburg, Bernburg, Grafeneck, Hadamar y Sonnenstein en Alemania y Harteim en Austria. Obviamente, aquí no se trataba de liquidar judíos y demás «enemigos del estado», sino retoños de ciudadanos alemanes de pleno derecho, lo que complicaba bastante obtener la autorización paterna para ello ya que, en realidad, la Aktion T-4no estaba amparada bajo ninguna norma que le diera cobertura legal. De ahí que tanto médicos como comadronas recibieran la orden de dar parte de todos los críos que nacieran con cualquiera de las taras o malformaciones dictaminadas por la oficina de Brack y, para eliminar sospechas, estas criaturas eran enviadas a cualquiera de los centros arriba mencionados a fin de eliminarlos sin más con la excusa de que allí recibirían un tratamiento adecuado. De hecho, el secretismo sobre estas monstruosas actividades requirió que el mismo Brack adoptase el alias de Yennerweinpara que su nombre permaneciera en el anonimato.
 
Christian Wirth, que tras una
«gloriosa» carrera fue bonitamente
escabechado en mayo de 1944 por
unos partisanos yugoslavos
En el sanatorio de Brandenburg bajo el mando del Kriminalkommissar de Stuttgart, el SS-ObersturmführerChristian Wirth, inicialmente se finiquitaba a estas criaturas con un simple tiro en la nuca si bien rápidamente se sustituyó este método por la asfixia mediante monóxido de carbono en pequeñas cámaras de gas bajo la apariencia de duchas. Para tal fin se recurría a cualquier dependencia adecuada dentro del mismo centro a fin de evitar movimientos en el exterior que levantasen sospechas entre el personal. Según palabras del mismo Brack durante el proceso que se celebró en Nuremberg, «antes de ser conducidos en grupos de diez o quince dentro de la cámara de gas, los enfermos eran sometidos a inyecciones de morfina, escopolamina o se les drogaba con pastillas de somníferos«. Una vez muertos eran incinerados en un horno crematorio igualmente instalado dentro del centro para, finalmente, enviar a la familia de cada difunto una caja con un montoncito de cenizas tomadas de las resultantes tras cada cremación sin preocuparse de que fueran mezcladas. Así mismo, la cajas eran acompañadas de una sentida carta de pésame en la que se informaba que el deceso había sido como consecuencia de una pulmonía o una deficiencia cardíaca. Como vemos, las cámaras de gas fueron una invención de la oficina de Brack ya que este sistema de ejecución en masa no fue empleado en los campos de exterminio hasta más tarde, tras la siniestra Conferencia de Wannsee celebrada el 20 de enero de 1942 en la que se decidió como llegar a la «solución final» del problema judío.
 
Cámara de gas del centro de Hadamar, diseñada al parecer
por un tal Albert Widmann, un funcionario de la policía,
con la ayuda de los químicos August Becker y Helmut
Kallmeyer. La primera en entrar en sevicio fue la del
centro de Brandenburg
La Aktion T-4 fue suspendida en agosto de 1941 con la intención de retomarla tras la guerra si bien para esa fecha ya habían sido eliminadas 70.273 personas con deficiencias de todo tipo. Y aunque el secretismo imperante había sido la tónica desde el inicio del programa, no hubo forma de impedir que trascendiera al público hasta el extremo de que los críos se amenazaban cuando se peleaban diciéndose unos a otros que los enviarían a los hornos de tal o cual centro, y los ancianos sentían pánico al pensar que los enviaran a un asilo ya que daban por hecho que serían liquidados sin más. Pero los niveles de eficacia logrados por Brack no serían desaprovechados ya que, tras la suspensión del programa, se decidió que era hora de estudiar la forma de quitar de en medio a las personas que no era rentable mantener con vida en los campos es concentración y, sobre todo, empezar a limitar la proliferación de judíos y gitanos. Para esto último, nuestro hombre sugirió la esterilización mediante rayos X.
 
El SS-Oberführer Viktor Brack hacia 1940, en plena
efervescencia de la Aktion T-4
En una carta secreta fechada el 28 de marzo de 1941 y dirigida a Himmler, Brack informaba de una serie de «experiencias piloto» como las llamarían actualmente en las que daba cumplida cuenta de los experimentos realizados para lograr esterilizar a los judíos, tanto hombres como mujeres, de forma eficaz y, sobre todo, rápida. En dicho informe especificaba que bastaría aplicar en la zona genital una cantidad comprendida entre 500 y 600 roentgens durante dos minutos a los hombres y entre 300 y 350 durante tres minutos a las mujeres. Debido a que la radiación quemaba las zonas adyacentes, sugería que los rayos se aplicaran protegiendo el resto del cuerpo con placas de plomo si bien esto delataría las intenciones de los verdugos. Por lo tanto, en un alarde de sádico ingenio para impedir que los destinados a este cruel método se dieran cuenta de lo que les pasaría, ideó una oficina provista de ventanillas en las que supuestos funcionarios del campo los entretendrían durante el tiempo requerido en cada caso con preguntas chorras mientras que la radiación actuaba desde una abertura situada a la altura de los genitales. Según sus cálculos, con uno de estos dispositivos se podrían esterilizar entre 150 y 200 personas al día, mientras que si se construían veinte se podría alcanzar la cifra de 3.000 a 4.000 personas. Este inhumano método no solo se aplicaba entre los judíos, sino también con polacos, gitanos y demás razas consideradas como «sub-humanas» si bien en muchos casos los sometidos a este tratamiento fueron, según el pliego de acusaciones de la fiscalía militar USA, castrados posteriormente mediante una intervención quirúrgica y finalmente eliminados sin más. Y como culminación a su larga lista de bestialidades, Brack también asumió la tarea de llevar a cabo la Aktion 14 f 13, un programa que tras su enigmática denominación alfa-numérica escondía el exterminio de todo aquel que fuese incapaz de trabajar. Recordemos que en aquellas fechas aún no se había decidido eliminar físicamente a los internados en los campos, por lo que estas medidas se habían tomado de forma preventiva para impedir la proliferación de estas «razas malditas».
 
Brack en los instantes previos a su ejecución,
fotografiado en el cadalso de Landsberg
El término del conflicto permitió echar el guante a Brack y a otros muchos médicos de las SS que habían llevado a cabo multitud de experimentos a cual más sádico con seres humanos. En el caso de nuestro hombre, fue detenido en Stuttgart por elCounter-Intelligence Corps (Cuerpo de Contra-Inteligencia) de los yankees el 20 de mayo de 1945, mientras se hacía pasar por un tal Hermann Ober (Ober era el apellido de soltera de su mujer Thea). Como era habitual, transcurrieron varios días hasta que finalmente se pudo averiguar su verdadera identidad ya que todos estos jerifaltes solían disponer de documentos falsos que les permitieran escapar de tapadillo. El 9 de diciembre de 1946 dio comienzo en Nuremberg un proceso contra 23 de estos elementos entre los que se encontraba Viktor Brack el cual, por mucho que quiso eludir su responsabilidad echando la culpa a Himmler y a Hitler, como solían hacer todos los acusados, se vio desenmascarado por la abundante correspondencia oficial rescatada y los testimonios de los que lograron escapar con vida de la quema a pesar de que juró y perjuró que no era antisemita, que no había tomado parte en el genocidio y que consideraba la eutanasia como un acto moralmente justificable. El 20 de agosto del siguiente año se dictaron, entre otras condenas, siete penas de muerte incluyendo la de nuestro hombre, el cual fue encontrado culpable de los cargos de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y pertenencia a una organización criminal (las SS). Fue ahorcado en la prisión de Landsberg- la misma que sirvió para encerrar a Hitler tras el fallido Putsh de Munich- el 2 de junio de 1948.
 
 
Patíbulos de Landsberg. Se usaban dos para irlos
alternando: mientras en uno se dejaban pasar los 20
minutos que legalmente debía permanecer el reo colgado
de la horca, en el otro se procedía a una nueva ejecución
La cifra de personas exterminadas bajo la dirección de Brack no es conocida con exactitud si bien la fiscalía hablaba de «cientos de miles». Por otro lado, la eutanasia practicada dentro de la Aktion T-4 ni siquiera tenía cobertura legal ya que se llevó a cabo bajo instrucciones secretas y sin acogerse a ningún tipo de ley, por lo que tampoco quedó exento de responder de estos crímenes. Francamente, no alcanzo a entender como aún puede haber nazis en el planeta cuando, a estas alturas, cualquiera puede conocer con pelos y señales las burradas que cometieron. En cualquier caso, a los afines a esta ideología les sugiero practiquen un poco la empatía e imaginen lo que sería ver como a un hijo o a un hermano lo gasean simplemente por haber nacido con una pierna más corta que otra o como les achicharran los testículos o los ovarios por haber nacido en otro país.
 
Hale, he dicho
 
 
 
Estrado de los acusados durante el juicio. La flecha señala a Viktor Brack. En primera fila, en el extremo izquierdo,
aparece el SS-Gruppenführer Karl Brandt, médico personal de Hitler e igualmente implicado en todo lo referente a
la Aktion T-4. También fue ejecutado.
 

vía Amo del Castillo


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano