Parece ser el argumento principal con que defienden sus intereses y logran convencer a muchos desinformados e ingenuos: eso de que dan empleo. Es el argumento con que se defienden salmoneros, mineras y megaproyectos destructivos cuando se les encara que provocan un desastre ambiental y no son sustentables (incluye el desastre social y corruptivo). Es el argumento también, con que los defienden y subsidian los gobiernos y parlamentarios de turno; a estas alturas que duda cabe que les cae tajada para fondos electorales. Y es la impresión que nos queda al menos tras la conversación que sostuvimos hace algunos días con la plana mayor de SalmonChile y su posterior declaración a los medios de comunicación y tras leer el excelente reportaje “El Campo Minado de Alto Mañihuales” en la Revista del Sábado de El Mercurio, sobre la contaminación de El Toqui. La verdad es que a esas industrias les van quedando pocos argumentos y esos cada vez más frágiles. Es cosa de revisar cifras y hechos palpables. A estas alturas ya es conocido que esas empresas supuestamente tan beneficiosas, no tributan en la región, pagan los menos impuestos posibles, si es que los pagan y sus ganancias, si es que quedan en el país, se van a otras regiones. Es mas, el valor agregado a su materia prima se pone habitualmente en otro país o región. Sería interesante que alguien revisase y transparente las crudas cifras de esta, nuestra realidad económica.
Y con respecto al famoso empleo, es conocido que este es inestable, depende del precio del mineral (vale recordar como las mineras cortan a su personal cuando baja su precio) y de la última plaga por mal manejo (vale recordar los miles de cesantes de las salmoneras de la última crisis). Además, buena parte de esa mano de obra es de fuera de la región, o sea sus sueldos tampoco quedan acá. Tal vez en lo que respecta a empleo indirecto la situación sea algo mejor, aunque también se ve mucho contratista y mano de obra extrarregional.
Seria harto bueno que algún día la autoridad competente saque cuentas de los pros y contras de esas actividades económicas y si realmente le convienen a la región. Lo más probable es que con eso también termine el mito del empleo. En todo caso, si en esa contabilidad consideramos que la minería y salmonicultura son actividades no sustentables y que la primera además extrae recursos no renovables finitos que se pierden para siempre para el país y la región, dejando tras algunos años de explotación solo agujeros y depósitos de relaves para la eternidad. Y al terminarse el recurso, evidentemente también se acaba el empleo. Chile y la región tienen un amplio historial de consecuencias y de miseria por este hecho. Pero seguimos sin aprender. Si a eso le agregamos Auditoria y Cuentas Ambientales y el daño que provocan a otras actividades económicas, seguro la balanza será notablemente negativa para la región.
Por desgracia, si añadimos a este cuadro otras actividades económicas de la región, las cuentas tampoco serán alegres. Sabida es la constante crisis que vive la pesca desde el boom respectivo y donde también predominan grandes empresas extrarregionales, y como la ganadería, otrora principal actividad económica de la región paso a ser la cuarta o quinta en el PIB. Aunque vale recordar que la actividad silvoagropecuaria, muchas veces de subsistencia, a pesar de todo debe seguir siendo la principal fuente de sustento y trabajo regional. Es además otro ejemplo de cómo históricamente se actuó de forma no sustentable, empobreciendo y destruyendo bosques y suelos y exportando el ganado en pie fuera de la región, para riqueza de los intermediarios, mientras acá la carne es cara y leche y queso poco se ve ¿Aprendizaje? ¿Y que pasa en la construcción? Imagínese cuanto trabajo se produciría si se construyese más con materiales regionales. ¿Y que pasa con el sector servicios? Ahí también encontraremos mucha empresa extrarregional y transnacional, empezando por el monopolio eléctrico, telefónicas y bancos. Si hasta el turismo se esta llenando de cadenas con locales donde algunos “regionalistas” aiseninos efectúan sus talleres, asambleas y reuniones. Si hace no mucho ¡la seremi de Educación invitaba a una actividad en el Casino! Pero claro, dan empleo.
Y si hay algo peor que lo del empleo es cuando la comunidad aledaña y afectada, como en alto Mañihuales, encuentra que reclamar por sus derechos constitucionales afectados es ser “revoltoso”. Eso me recuerda a cuando unos años atrás unos dirigentes puerto aiseninos no tenían problema de que Alumysa les tirara humo toxico a cambio de empleos. Igual, cuando otros apoyan la destrucción y riesgos de los megaproyectos HidroAysén (ENEL) y Energía Austral (Glencore) cuya energía claramente sería para las transnacionales mineras del norte y sus empleos escasos y especializados. Cuando dirigentes sociales y políticos piensan así uno se explica las causas de nuestro subdesarrollo y de ser neo-colonia.