Un residente de la ciudad canadiense de Peterborough, llamado Keith Anderson, decoró su cuerpo con tatuajes basados en los dibujos de su hijo. Cada año, el hombre se tatúa una nueva imagen colorida en su cuerpo. Todo comenzó cuando el niño tenía cuatro años de edad.
Lo hace con el fin de recordar que existe una persona por quien vive y a quien se debe.