Hoy en nuestro espacio queremos hablarte de una realidad que no es muy conocida. Estamos seguros de que, en más de una ocasión, has visto a una persona albina, o incluso es posible que, en tu círculo social, conozcas a alguien. Como ya sabes, el albinismo es una enfermedad genética que caracterizada por una hipopigmentación de la piel, pelo y ojos.
Suele darse en personas y animales y, a esa falta de melanina, se unen además enfermedades muy serias de la piel debido a la sensibilidad solar. No es fácil ser albino, pero aún es peor padecer esta alteración genética en un continente como África. Lo que ocurre aquí está siendo denunciado por una joven modelo de color llamada Thando Hopa. Ella es quien pone voz a estarealidad tan terrible, y que hoy queremos explicarte.
La modelo de color Thando Hopa
Thando Hopa tiene 24 años y, además de modelo, es abogada. Se considera a sí misma una afortunada, porque nacer con albinismo en África es poco menos que una maldición. Se educó en Johannesburgo, donde empezó a llamar rápidamente la atención por ese físico delicado y llamativo que tanto lucía en las pasarelas y las portadas de revistas. Thando es una de las pocas modelos de color albina que existen en el mundo.
Quizá por su éxito y por su repercursión, eligió estudiar Derecho, para dar voz al drama social que ocurre en África y que muchos no conocemos.
La maldición de ser albino en África
Te sorprenderá saber, en primer lugar, que África es uno de los continentes que más albinos alberga en sus bellas tierras. En especial en Tanzania. Los expertos no conocen las causas claras de este fenómeno, pero se sospecha que pueda deberse a la consanguinidad y a los pobladores originarios europeos que pudieron llegar a esta zona del continente africano. Aquí, la población de albinismo supera en un 15% a la del resto del mundo.
Según nos explica la propia Thando Hopa, ser albino en África supone, primero, un problema físico y, después, un drama social. Debido a la inclemencia del sol y los escasos recursos, muchas personas sufren cáncer de piel y ceguera al no tener protecciones. Después, deben hacer frente al desprecio del resto de personas.
A los albinos los llaman “Zeru-Zeru”, es decir, hijo del diablo o fantasmas. Se piensa que el albinismo es resultado de un pecado cometido por los padres al establecer un pacto diabólico, y cuyas marcas se reflejan en la palidez de los hijos. De ahí el rechazo y el que muchas madres lleguen a abandonar a sus hijos.
Un albino vivo no vale nada, sin embargo, un albino muerto es tan valioso como un diamante. ¿La razón? Numeras etnias, grupos sociales africanos y brujos de los poblados piensan que la sangre o los órganos de un albino tienen propiedades mágicas o curativas. Sucede con el albinismo algo similar a la terrible realidad sobre los cuernos de los rinocerontes o el marfil de los elefantes: se pagan altas cantidades por ellos y no se duda en mutilar e, incluso, en matar.
Es una realidad lamentable que denuncian numerosas organizaciones humanitarias. Es frecuente que aparezcan en medio de la noche grupos de hombres armados dispuestos a coger a niños y adultos albinos para mutilarlos, para arrancarles brazos o piernas. O, lo que es peor, quitarles la vida. Se pagan altísimas cantidades por su sangre y sus órganos, de ahí que personas sin escrúpulos y guiados por esa sinrazón que tanto nos estremece, no duden un momento en cometer estos actos atroces.
El albinismo en África es una auténtica maldición, por eso personas como Thando Hopa ponen voz a este drama, y muchas organizaciones internacionales intentan dar una cobertura social a estas personas que, sobre todo en Tanzania, sufren este peligro. No obstante, se sabe que cada año fallecen numerosas personas albinas, bien por el ataque de estas personas sin corazón, o bien por problemas relacionados con su enfermedad que no son adecuadamente atendidos.Quemaduras en la piel, llagas infectadas y cáncer suelen ser los principales problemas que deben afrontar.
A día de hoy, son muchos los niños que, por ejemplo, deben aprender a vivir sin sus pies o sus manos. Muchos no pierden la sonrisa, a pesar de que, en ocasiones, ser diferente, ser especial, puede llegar a ser el peor de los estigmas en determinadas sociedades.