En Chile viven 2.885.157 personas que superan los sesenta años de edad. De de esos casi tres millones de ciudadanos y ciudadanas, el 24,5% se encuentra laboralmente activo a pesar de que su edad le permite dejar de hacerlo.
Las ridículas pensiones que percibe este segmento de la población les obligan a continuar trabajando tras superar la edad de jubilación, pues no pueden permitirse vivir y mantener a su familia recibiendo apenas 150 mil pesos mensuales de pensión. Así, la mala calidad e insuficiencia de las AFP obligaron en 2014 a 52 mil adultos mayores a seguir trabajando después de la jubilación.
Según publica el Instituto Nacional de Estadística, de los 109 mil puestos de trabajo que se crearon a nivel nacional, el 47,5% fueron ocupados por adultos mayores. Los sectores productivos que más trabajo ofrece a los adultos mayores son, según encuesta realizada por la U. Católica en 2013, la agricultura, la industria manufacturera y el comercio.
La directora del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), Rayén Inglés, señala para el diario La Tercera que “los factores culturales son determinantes a la hora de tomar decisiones, cuando se le pregunta a la gente mayor por qué no trabaja, muchos de ellos te dicen: porque el ser jubilado implica no trabajar. Entonces hay una concepción cultural donde la vejez es una etapa que implica descansar, pero con una población que envejece más día a día, estas construcciones culturales deben cambiar”.