Escrito en el oráculo de la transición, se comenzó a anunciar hace algunas semanas. La primera señal fuerte fue la toma del gabinete por Jorge Burgos (DC) y del economista Rodrigo Valdés (PPD) en Hacienda. Después apareció como una voz de ultratumba, el senador Andrés Zaldívar (DC) diciendo que si no hay plata no hay reformas. La señal se preocupó de entregarla la propia presidenta Bachelet, quien tras un gabinete ampliado y argumentando la desaceleración económica, sostuvo que “sin crecimiento no hay reforma sustentable“.
Asistimos, al igual que en su gobierno anterior, al reordenamiento de las prioridades para lo que queda de gobierno, volviendo Bachelet al tradicional eje conservador. “Realismo sin renuncia” fue el eufemismo usado por la presidenta.
El asalto de las circunstancias provoca que las salidas sean pensadas sólo en el marco de las reglas neoliberales impuestas por Pinochet. Si en su primer gobierno, la convocatoria fue a Edmundo Pérez Yoma para ocupar la cartera de Interior, la tónica se repite hoy al instalar al eje derecha-neoliberalismo de la Nueva Mayoría, dupla Burgos-Eyzaguirre, en los puestos de comando de gobierno.
Este lunes el ministro del Interior, Jorge Burgos, advirtió que «vamos a seguir avanzando en la medida en que nuestras capacidades económicas nos vayan permitiendo avanzar”.
La política en la medida de lo posible vuelve a reinar en Chile. En un campo de juego cuyos marcos fueron delimitados en dictadura y apuntan a mantener el margen de ganancia al empresariado que ha permitido que el 0.01% más rico del país perciba el 10.1% del ingreso nacional, la excusa de la ‘desaceleración económica’ viene a ser la respuesta a las expectativas planteadas por el mundo social.
EL ORDEN FÁCTICO DE LO TÉCNICO
La gubernamentalidad neoliberal se ha sostenido por la separación de las esferas de la economía con el resto de las dimensiones del vivir. Las recetas exigidas a los países a los que se les aplica la doctrina del shock comparten la reducción mínima del Estado dejando al capital privado como motor hegemónico de la economía.
En el campo teórico, el despliegue neoliberal en Chile consistió en reducir el bienestar económico a parámetros de ‘competitividad’ con otros países y ajustes de la economía nacional con el fin de atraer la mayor inversión extranjera posible. Al mismo tiempo la economía fue vetada para las multitudes y se formalizó un ejército de ‘técnicos’ que redujeron a estandarizaciones como PIB e inversión extranjera el bienestar de la sociedad y los límites de lo posible. Andrés Aninat, Andrés Velasco y Nicolás Eyzaguirre integran esa cofradía cuyas recetas para la economía acabaron siempre asegurando parámetros de altas ganancias para el gran capital.
Los analistas Rodrigo Ruiz y Sebastián Balcázar, en un artículo publicado en El Desconcierto, comentan que “la corrección de las expectativas de crecimiento se ha transformado en el argumento central de un giro en la disputa de sentidos que organizan la actividad política. La economía recibe allí una atención obsesiva. Una vez tecnocratizada y ubicada como un reino autonomizado de todo lo demás (en especial de lo político), se convierte en el habla del poder, y como tal reclama un lugar de sensatez y razón institucional desprovisto de todo contenido ideológico”.
EL CHANTAJE ECONÓMICO
Por estos días los medios masivos están en plena campaña de hacer ver a la ciudadanía que como no hay presupuesto, las demandas del mundo social están obligadas a ser postergadas. El argumento es que no hay plata y tendremos que apretarnos el cinturón.
La explicación dice que las expectativas de crecimiento y de mantención de las rentas públicas fallaron por lo no está el dinero que se pensaba iba a entrar a financiar las políticas públicas de acceso gratuito a la educación en todos los niveles, una AFP estatal y una nueva constitución. La lógica del argumento es simple y los medios masivos se han preocupado de explicarlo a los chilenos como si se tratara de un papá mostrándole la billetera vacía sus hijos.
El principal argumento del chantaje económico es que la expansión de la economía, estimada a principios de año en un 3,6 por ciento, será de apenas un 2,5 por ciento. Esto es producto de las incertidumbres de la economía china, principal destino de las exportaciones chilenas, la caída del precio del cobre y de una menor recaudación tributaria. Cálculos del Ministerio de Hacienda estiman que para este año habrá una reducción de los ingresos fiscales en mil 500 millones de dólares.
Ruiz y Balcázar hacen ver que el discurso omite que “la Reforma Tributaria impulsada por el ex ministro Arenas durante el 2014 fue mucho menos profunda de lo necesario para atender a las transformaciones propuestas”.
El Mercurio ya entregó sus bendiciones al ministro de Hacienda desde que éste recalcó la tesis de contener el gasto público y evitar un déficit fiscal. La ofensiva del gobierno destinada a bajar las expectativas del mundo social, recibió este lunes el apoyo de un amplio espectro de la Nueva Mayoría. Gutenberg Martínez afirmó que “cuando se planteó en el programa de gobierno que haríamos 20 hospitales, 20 proyectos, etc., todos sabíamos que no se iba a poder, por recursos y diferentes factores”.
A las pocas horas, el senador Fulvio Rossi (PS), fuertemente cuestionado por haber recibido dineros de las empresas mineras, entrevistado por La Segunda, sostuvo que «priorizar y poner ciertos énfasis significa poner un tema en la agenda y sacar otro. La gradualidad tiene que ver con esto que ella dijo de ser realista sin renunciar al objetivo. Eso es realista y honesto, otra cosa sería populismo».
Rossi aprovechó la ocasión para frenar las expectativas respecto de la Asamblea Constituyente, diciendo que «si alguien piensa que en este gobierno va a haber una Asamblea Constituyente significa que no está tomando nota de la realidad. La línea entre el voluntarismo y el populismo es muy tenue y cuando uno asume posturas populistas siempre está perjudicando a los más débiles. (…) Estar generando expectativas de una Asamblea Constituyente en la actual situación es francamente una conducta populista e irresponsable».
Ruiz y Balcázar comentan que “una vez más ‘la medida de lo posible’, como límite estructural de la política, emerge de un realismo económico que se ofrece como verdad incuestionable. Una vez más la demanda social se ubica en el lugar de la irrealidad, en el supuesto imperio de deseos de unas mayorías infantilizadas por el discurso oficial”.
¿CREERSE EL CUENTO?
El disciplinamiento económico neoliberal ha tenido escasas respuestas al interior de la Nueva Mayoría y ponen en cuestión el discurso de que la alianza de gobierno no es lo mismo que las décadas de consenso con el empresariado de la Concertación. Este lunes el diputado Daniel Núñez (PC) sostuvo en una entrevista radial que “si echamos pie atrás con el programa y los cambios que prometimos a la ciudadanía, como nueva educación pública, educación gratuita, reforma laboral, reforma tributaria, no se llevan a cabo o se hacen retroceder, evidentemente deja de tener razón la coalición de Gobierno».
Por su parte la diputada Camila Vallejo (PC) cuestionó que la presidenta asociara gratuidad con crecimiento económico. “El tema del crecimiento tiene que ver con la redistribución y estas reformas comprometidas en el programa apuntan a eso, por eso no se pueden claudicar”-sostuvo.
La pregunta es si el PC va a ser capaz de romper el acuerdo con la Concertación y sumarse al mundo social. Su comportamiento en las dirigencias del Colegio de Profesores y en la tibia actitud frente a la reforma laboral de la CUT, vislumbran que optará por seguir con la camiseta de los consensos. El rol articulador del Partido Comunista en la resistencia al modelo neoliberal asumido bajo la gestión de Gladys Marín hoy es sólo un recuerdo.
El PPD también se ha manifestado preocupado por el tono de la mandataria frente a las reformas. Su presidente, Jaime Quintana, se mostró preocupado y dijo que “relativizar o dejar tambaleando, como quedó ese día el 70 por ciento de la gratuidad (en educación), es un problema para el Gobierno, para la Nueva Mayoría, para todos, porque comprometimos eso con los chilenos».
Eso para la prensa. No olvidemos que en el PPD militan dos importantes articuladores del consenso proempresarial que se está pergeñando, los ministros Nicolás Eyzaguirre, y Rodrigo Valdés.
Con la derecha política en prisión nocturna, el actual articulador de los destinos del país junto al gobierno es el empresariado. Ante ellos Bachelet está demostrando que su segunda oportunidad va a ser otro gobierno en la medida de lo posible. O sea, de los límites colocados por el empresariado para que así estos retomen la voluntad de volver a invertir en la economía y queden todos amigos y sonrientes.
Si por arriba nos dicen que habrá más de lo mismo, el mundo social se enfrenta a un serio problema de articulación política que sea capaz de presentar alternativas a la ciudadanía.
Los movimientos más activos de resistencia al pensamiento único neoliberal son los estudiantes, mas sus esfuerzos están concentrados en la discusión de la reforma educacional y las condiciones de la gratuidad prometida. Así también pasa con el despertar sindical en Chile, que hasta el momento ha desarrollado batallas en el ámbito estricto de lo gremial. Los mapuches y los ecologistas también están ocupados en sus luchas.
En la última encuesta Adimark, el gobierno se ganó un 73% de desaprobación y la presidenta apenas alcanza un 27% de aprobación frente a un 68% de rechazo. La deslegitimación también alcanza el poder legislativo, lo que indica un caldo de cultivo para la emergencia de nuevos caudillismos que propongan milagros por arriba (MEO, Franco Parisi, Leonardo Farkas) o la posibilidad de que el mundo social aprenda de su capacidad en el territorio y el control de lo cotidiano y, desde ahí, comenzar a pensar y discutir una alternativa de gobierno.
El déficit fiscal argumentado para dejar las cosas como están, evidencia al mismo tiempo que una mayor recaudación pública no pasa por reformas tributarias tibias, sino que por cambios de fondo de la economía chilena.
Recursos no faltan. Lo que falta es creatividad para pensar salidas por fuera del diseño pinochetista de la economía chilena. Chile tiene recursos y su disfrute por las mayorías pasan por una tributación mayor al gran capital; la recuperación del rol del Estado en la propiedad de empresas y fomento económico; la nacionalización de los recursos minerales como el cobre y el litio; y la nacionalización de estratégicos sectores de la economía que hoy además de tener a los chilenos pagando cuentas altísimas en servicios básicos (agua, energía, telefonía), generarían un excedente para el país que hoy llena los bolsillos de transnacionales.
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Como la desaceleración que nos anuncian está íntimamente ligada a la dependencia económica de la inversión extranjera, con sus ciclos de crisis constantes, vale la pena preguntarse si la estrategia económica chilena va a seguir siendo el saqueo de nuestros recursos naturales, cuyo precio es definido por la especulación en las bolsas de valores.
Chile tiene recursos suficientes para financiar un bienestar para las mayorías. Se trata de pensar más allá de la cancha rayada por Pinochet y hoy delimitada por el empresariado para mantener su nivel de acumulación. Sólo falta creatividad y ampliar el marco de lo posible.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
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