¿Cómo han sido tratadas las mujeres en todas las épocas cuando menstrúan?
La menstruación en la historia
La palabra “menstruación” proviene del latín menstruum, que a su vez viene del griego mensis, que significa “mes”. En la antigüedad dos hechos asociaron la menstruación a la luna: la periodicidad del ciclo menstrual y el mes lunar, y la influencia que la luna ejerce sobre las mareas, que intuyeron también podría ejercer sobre los líquidos y humores del cuerpo, siendo la menstruación la evidencia más clara de movimiento y eliminación de líquido corporal causados por la luna.
Las fases lunares, así, estuvieron relacionadas con los ciclos menstruales femeninos, dándoles una dimensión entre mágica y fantástica.
La menstruación en la cultura
La sangre mensual femenina es un tema de gran tradición negativa en la historia universal. Esta sangre, y la posibilidad de sangrar todos los meses sin que le ocurra algo grave a la mujer, fue observada por los hombres prehistóricos seguramente con mucho temor, y comenzaron las primeras supersticiones alrededor de lo que sucedía una vez al mes.
Probablemente uno de los primeros temores asociados ocurriera entre los cazadores de la prehistoria, que pensaron que esa sangre podría atraer a animales peligrosos aumentando el riesgo de ser atacados.
Entre los persas, en el siglo VIII a.C., ya pensaban que la mujer menstruante y la recién parida eran impuras, y eran aisladas durante algunos días en un cuarto lleno de paja seca, alejado 15 pasos del fuego y del agua (considerados elementos puros).
En la India oriental, para el siglo VI a.C. existían unos ritos purificadores para la mujer con la regla realmente notables: este ritual establecía acciones muy precisas, como por ejemplo frotarse los dientes, hacer gárgaras 12 veces y lavarse manos y pies; luego zambullirse 12 veces en el río, salir y frotarse el cuerpo con lodo y estiércol fresco, volver al agua y zambullirse 34 veces, y repetir las friegas, zambullirse de nuevo 24 veces más, frotarse el cuerpo con azafrán y luego, por último, sumergirse otras 24 veces. Como para quedar totalmente limpia.
Sin ir muy lejos en el tiempo, actualmente los pueblos indígenas de Venezuela (como el pemón) guardan más o menos estrictamente ciertas conductas: cuando la mujer tiene su periodo no puede cocinarle a nadie, no puede ir al conuco, no puede salir de su casa, pues eso acarrearía males para los hombres, aunque también es cierto que ya no se cumplen con tanta rigurosidad (la modernidad ha llegado a todas partes).
La menstruación y la medicina
Tradicionalmente, como vemos, la mujer que menstrua es vista como algo sucio, y por desgracia ha sido una constante a través de la historia hasta incluso nuestros días.
Hipócrates, por ejemplo, que vivió entre el 466 y el 377 a.C., pensaba que la sangre menstrual era un desecho porque la mujer generaba demasiada sangre, y al ser “demasiado caliente” la menstruación servía para atemperar su organismo. Por su parte, otro médico famoso, Galeno (II a.C.) pensaba exactamente lo contrario, que la mujer era fría y húmeda, y la menstruación era debida a la imperfección femenina, lo que provocaba una digestión anormal de los alimentos y a través del sangrado se eliminaban los desperdicios.
Esta “impureza” tradicional nos ha acompañado siempre, junto a poderes mágicos y peligrosos. Uno de los responsables de estas ideas fue Plinio El Viejo, un señor que vivió entre los años 23 y 79 d.C., quien decía que no había nada más poderoso, para bien o para mal, que la sangre menstrual femenina. De hecho, a la menstruación se le atribuían cosas disímiles, desde cómo curar verrugas, manchas de nacimiento, gota, bocio, epilepsia, hemorroides, lepra, dolores de cabeza hasta alejar a los demonios.
Las hechiceras la utilizaban para filtros y encantamientos, y ya a partir de los siglos XVIII y XIX, comenzaron a relacionar la melancolía con el útero y el “supremo poder” que éste ejercía sobre la voluntad y el estado femeninos.
La generalidad de los médicos pensaba que cuando la mujer tenía la regla se encontraba especialmente débil y predispuesta a enfermedades perniciosas. Recomendaban entonces tomar reposo y evitar cualquier tipo de actividad física, ni bailar, ni correr o viajar en carruajes.
No lo vas a creer pero apenas a comienzos del siglo XX, con una serie de descubrimientos, dos médicos alemanes, Fritz Hitschman y Ludwig Adler, lograron determinar que el ovario tenía “cierta” influencia sobre la menstruación y los procesos fisiológicos del útero en el embarazo, pues hasta esta fecha se sabía que había alguna relación entre la falta de menstruación y la capacidad de engendrar, pero no exactamente cuál.
Esto facilitó que todas las supersticiones asociadas a la regla hayan perdurado hasta el día de hoy en todas las culturas del mundo, en mayor o menor medida.
Miles de años transcurrieron para que la ciencia descubriera que los órganos genitales femeninos tienen funciones específicas en la búsqueda de la gestación. Entre tanto, conceptos mágicos y astrales, filosóficos y médicos intentaron explicar la menstruación y colocaron a la mujer como fuente de posibles peligros, para los que la rodeaban y para ella misma.
Hasta el día de hoy, hay personas (incluso mujeres) que creen que no es adecuado hacer tortas o lavarse el cabello durante “esos días del mes”. Y esa condición ha sido una más en la larga lista de razones para discriminar a la mujer, como es el caso de las viudas blancas de la India.