Quizás te hayas encontrado alguna vez en una travesía en alta montaña, soportando bajísimas temperaturas y hubieras matado por encontrar un WC, lo que en castellano llamamos baño público o letrina. Aquel que vea la imagen de este WC tal vez se lo podría pensar, pero si te encontraras trabajando en la estación meteorológica Kara-Tyurek en Siberia no tendrías más remedio que utilizarlo.
La letrina se encuentra en esta instalación pública en los Montes Altai, a 2.600 metros de altitud, y colgando literalmente de un acantilado. Da casi vértigo de mirarla o ver un vídeo sobre su ubicación, pero los 5 trabajadores de esta estación fundada en 1939 la usan a diario.
No hay servicios higiénicos dentro de la Kara-Tyurek y en invierno estos héroes anónimos no solo tienen que salir al exterior, sino también jugarse literalmente la vida en estas tareas cotidianas que los seres humanos realizamos diariamente.
Estos trabajadores están literalmente aislados del mundo exterior y solo una vez al mes reciben la visita de un cartero que recoge los datos meteorológicos de ese período. Las provisiones de agua y comida se las suministra un helicóptero que llega hasta la zona cada otoño.
En esta zona de los Montes Altai no crece ni un árbol, por lo que dependen también de este helicóptero para acercarles madera en cantidades suficientes como para poder calentarse y encender la cocina en la que realizan las tareas culinarias.
Una encuesta realizada por la agencia de noticias bielorrusa Interfax dice este WC:
«Esta letrina es quizás el lugar menos romántico, pero hay algunos lugares del mundo que la gente convierte en algo realmente especial».
Quizás habría que preguntarles a estos 5 trabajadores de la estación, cuyo nombre quiere decir en el idioma local del sur del Altai “Corazón negro”, si creen que este paraje desolado es un sitio especial. Lo que sí queda claro es que ellos habrán perdido su miedo al vértigo o a poder despeñarse montaña abajo durante la primera semana; necesidades obligan.
Porque Siberia está relacionada históricamente con los gulags del periódico stalinista y parece improbable que quien haya estado destinado a trabajar en la estación Kara-Tyurek no lo haya entendido como un castigo o un destierro.
Lo que más llama la atención es el aspecto de abandono e inseguridad que a primera vista da esta terrorífica letrina al borde del abismo. Eso sí, si tuviera una ventana trasera o lateral la vista desde su interior de los Montes Altai sería impresionante.