El Gobierno Lula tiene méritos innegables en el campo social. Pero en la cuestión ambiental es de una inconciencia y de un atraso palmarios. Al analizar el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) tenemos la impresión de que volvemos al siglo XIX. Es la misma mentalidad, que ve la naturaleza como mera reserva de recursos, como una base para programar proyectos faraónicos, llevados adelante a sangre y fuego, dentro de un modelo de crecimiento sobrepasado que favorece a las grandes empresas a costa de la depredación de la naturaleza y de la creación de mucha pobreza.
Este modelo está siendo cuestionado en el mundo entero por desestabilizar el planeta Tierra como conjunto, y aun así, es asumido por el PAC, sin ningún escrúpulo. La discusión con las poblaciones afectadas y con la sociedad fue ridícula. Impera la lógica autoritaria: primero se toma la decisión, después se convoca la audiencia pública. Pues esto es exactamente lo que está ocurriendo con el proyecto de la construcción de la Central Hidroeléctrica de Belo Monte, en el río Xingú, en el Estado de Pará, Brasil.
Todo está siendo llevado a la brava, atropellando procesos, ocultando el importante parecer 114/09 de diciembre de 2009, emitido por el IBAMA (órgano que cuida de las cuestiones ambientales) contrario a la construcción de la central, así como la opinión de la mayoría de los ambientalistas nacionales e internacionales, que dicen que este proyecto es una grave equivocación, de consecuencias ambientales imprevisibles.
El Ministerio Público Federal, que encaminó procesos de embargo, llevando eventualmente la cuestión a foros internacionales, sufrió la amenaza de la Abogacía General de la Unión (AGU), con el apoyo público del Presidente, de procesar a los procuradores y promotores de estas acciones por abuso de poder.
Este proyecto viene de la dictadura militar de los años 70. Bajo presión de los indígenas apoyados por el cantor Sting en colaboración con el cacique Raoni, fue archivado en 1989. Ahora, con la licencia previa concedida el 1º de febrero, el proyecto de la dictadura puede volver triunfalmente, presentado por el Gobierno como la mayor obra del PAC.
En este proyecto todo es megalómano: inundación de 51.600 ha. de selva, con un espejo de agua de 516 km2, desvío del río con la construcción de dos canales de 500 m de anchura y 30 km de longitud, dejando 100 km de cauce seco, sumergiendo la parte más bella del Xingú, Volta Grande, y un tercio de Altamira, con un costo de entre 17 y 30 mil millones de reales, desalojando cerca de 20 mil personas, y atrayendo para las obras cerca de 80 mil trabajadores, para producir 11.233 Mw de energía en el tiempo de las crecidas (4 meses) y solamente 4 mil Mw en el resto del año, para, finalmente, trasportarla hasta a 5 mil km de distancia…
Este gigantismo, típico de mentes tecnócratas, roza la insensatez, pues, dada la crisis ambiental planetaria, todos recomiendan obras menores, valorando matrices energéticas alternativas, basadas en el agua, el viento, el sol y la biomasa. En Brasil tenemos todo eso en abundancia. Considerando las opiniones de los especialistas, podemos decir: la central hidroelectrica de Monte Belo es técnicamente desaconsejable, exageradamente cara, ecológicamente desastrosa, socialmente perversa, perturbadora de la selva amazónica, y una grave agresión al sistema-Tierra.
Este proyecto se caracteriza por la falta de respeto: a las decenas de etnias indígenas que viven allí hace millares de años y que ni siquiera han sido escuchadas; falta de respeto a la selva amazónica, cuya vocación no es producir energía eléctrica, sino bienes y servicios naturales de gran valor económico; falta de respeto a la conciencia ecológica que debido a las amenazas que pesan sobre el sistema de la vida, piden extremo cuidado para con las selvas; falta de respeto al Bien Común de la Tierra y de la Humanidad, la nueva centralidad de las políticas mundiales.
Si hubiese un Tribunal Mundial de Crímenes contra la Tierra -como está siendo proyectado por un grupo altamente cualificado que estudia la reinvención de la ONU bajo la coordinación de Miguel D’Escoto, ex presidente de la Asamblea (2008-2009)- seguramente los promotores de la hidroeléctrica Belo Monte estarían en la mira de ese tribunal.
Aún hay tiempo para frenar la construcción de esta monstruosidad, porque hay alternativas mejores. No queremos que se realicen las palabras del obispo Erwin Kräutler, defensor de los indígenas y contrario a Belo Monte: «Lula entrará en la historia como el gran depredador de la Amazonia y el enterrador de los pueblos indígenas y ribereños del Xingú».
P.S.
Escriban a este correo oficial de la Presidencia da República, para reforzar la campaña de suspensión del proyecto de construcción de la Central Hidroeléctrica de Belo Monte en el Xingú, por amor a los pueblos indígenas, a la Amazonia y a la Madre Tierra.
Direcciones de correo-e:
Al Sr. Presidente de la República Luiz Inácio Lula da Silva ([email protected])
Por Leonardo Boff