El pasado catorce de noviembre Schwenke y Nilo celebraron con un concierto en el Teatro Oriente sus 30 años de música, en una jornada inolvidable y que estuvo dividida en tres partes: junto a la Orquesta Sinfónica Ensamble Prometeus dirigida por Luis Recartt y los arreglos que estos han realizado a los temas del grupo. Después presentaron parte de su repertorio junto a su banda, que los ha acompañado por más de 10 años y finalmente tocaron en formato acústico el resto del repertorio. Es decir una revisión completa de lo que el grupo ha concretado en sus años sobre y bajo el escenario.
Todo esto es lo que le permite a Nelson Schwenke decir que el dúo se encuentra actualmente “en un estado de madurez artística, en el que tanto el aspecto musical, el técnico y el poético ha consolidado lo que llamaríamos ‘estilo propio’. Una identidad de creación artística que nos permite insertarnos en la historia de la música popular chilena y por ende, en el inconciente colectivo. Estamos contentos y dignos de aportar al cancionero popular con nuestro trabajo”. Aporte que el músico resume al decir que “estamos de vuelta después de un largo proceso musical, en que hemos vestido nuestras canciones con los ropajes propios de la moda de los tiempos. Fuimos guitarreros, trabajamos con cuarteto de cuerdas, en los noventas sintetizadores, secuencias programadas, el 2000 banda de músicos tocando en escena, y ahora en formato acústico en éstos últimos años, para hacer de las guitarras la base de nuestras presentaciones”.
Eso en lo musical, mientras que en lo temático no ha tenido tantas variaciones, Schwenke señala que “el discurso no es distinto al que nos motivó a comenzar a cantar. El tema humano, social y político, que a través de un lenguaje poético nos permite emparentarnos con el que participa como espectador. Lo que nos duele, pero también lo que nos alegra. Lo que esperamos, pero también lo que fuimos. Lo que somos y lo que quisimos ser. Los nuestros y ‘lo’ nuestro. Los aciertos y los errores. Identidad y globalización”.
Pero la consulta es obvia. Algunas diferencias tiene que haber con los primeros años, con los inicios del dúo, que integra además Marcelo Nilo, y Nelson lo tiene claro, al decir que “la mayor diferencia está marcada por lo colectivo. Participar de los ochentas fue participar de un colectivo en donde obteníamos refugio, contención, participación, solidaridad. Hacíamos algo para la tribu y ésta nos acompañaba y nos posibilitaba el hacer. Hoy estamos luchando contra la apatía y el hacer es en contra de todo y a pesar de todo. Las carencias de grupo, frente a la abundancia de medios. Más tecnología y espacios pero menos gente participando en el hacer. Las personas están endeudadas y su afán es pagar la deuda, para estudiar, para comer, para salud, etc. por lo que no hay tiempo para juntarse, cantar, reír, crear, etcétera”. Por ello evoca que “crear era, en los primeros tiempos, juntar voluntades de distintos actores, poetas, músicos, plásticos, etcétera. Y hoy seguimos en la necesaria voluntad de volver a reunirnos junto al fuego…”.
-¿Que les parece que un tema como “El viaje” siga teniendo tanta vigencia en la actualidad? Considerando lo que la letra va planteando y que responde a la situación de Chile en los años ochenta y el no muy distinto contexto actual.
-¿Qué les parecerá a los que gobiernan que una canción como “El Viaje” siga teniendo vigencia? A nosotros no nos asombra. Más bien nos vincula a una percepción de la gente que no siente que los cambios hayan sido los fundamentales.
-Considerando todo lo que se vivió en los ochentas ¿se siguen sintiendo parte de un movimiento musical (Canto Nuevo) o creen que eso sólo fue una etiqueta del momento?
-Estamos claros que Ricardo García junto con las personas que colaboraron con el Sello Alerce, acuñaron la etiqueta de «Canto Nuevo» a fin de diferenciarla de la «Nueva Canciòn», y no podemos desvincularnos de esa etapa de la historia musical chilena. Pero básicamente somos cantores populares y como gusta decir a Marcelo Nilo, somos oficiantes, porque tomamos nuestra actividad como un oficio, siguiendo la huella de Víctor Jara, Violeta Parra, Patricio Manns y todos los que quieren hacer de la música chilena una reserva de identidad cultural para aportar a la integración de éste país al resto de la comunidad humana.
-¿Cómo ven la actividad musical hoy? Considerando los cambios en la industria, y el surgimiento de nuevas formas de distribución de los trabajos. ¿Y cómo se integran ustedes a esos cambios?
-Han sido años de mucho trabajo en cuanto a recitales, conciertos, viajes y presentaciones. Los medios de difusión que se han abierto, como las redes sociales (internet), y la tecnología que nos permite una auto difusión (cd’s, dvd’s, etcétera.) han sido fundamentales para citar a las personas a reunirse en torno a nuestro trabajo.
La industria está preocupada de hacer dinero. Y nuestro producto nunca ha sido bien valorado mercantilmente, por lo tanto que la industria esté feneciendo es problema de ella. Nosotros seguimos haciendo arte. Y el surgimiento de muchos grupos alternativos a la industria ha sido posible gracias al uso que éstos hacen de las facilidades tecnológicas para su difusión, cosa que se le agradece a la industria misma. Podemos difundir y participar de la información cultural utilizando los mecanismos propios con que la sociedad va atomizando a las personas, que son capaces de tener doscientos amigos en Facebook, pero que en realidad no los conocen concretamente, haciendo que no sea necesario salir de la pieza para considerarse una persona social. Usamos esas instancias para producir el encuentro. La vuelta a la tribu, al calor de la identidad, donde cantamos canciones que nos relacionan y leemos poemas que nos vinculan.
-Además del concierto, ¿qué otras cosas vienen para el futuro de Schwenke y Nilo?
-En el concierto del 14 de noviembre presentamos los arreglos que efectuamos a través de Edgardo Riquelme, para ejecutarlas con una orquesta sinfónica. Era nuestro anhelo trabajar en algunas plazas con las orquestas infantiles y juveniles que han proliferado en distintas zonas del país. Hoy estamos en condiciones de hacerlo y será nuestro proyecto en adelante.
Y obviamente, celebrar los 40 y los 50 hasta alcanzar el registro de los Hermanos Campos que acaban de cumplir 70 de actividad artística, a fin de postular a alguna condecoración para legarla a nuestros nietos.
Onda Corta
El Ciudadano