Por qué nos metemos el dedo en la nariz y otros comportamientos inexplicables

El famoso Hombre de Vitruvio, de Leonardo Da Vinci, es uno de los estudios de proporciones del cuerpo del humano más importantes del Renacimiento

Por qué nos metemos el dedo en la nariz y otros comportamientos inexplicables

Autor: Carlos Montes

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El famoso Hombre de Vitruvio, de Leonardo Da Vinci, es uno de los estudios de proporciones del cuerpo del humano más importantes del Renacimiento. Inspirado en los textos del gran arquitecto homónimo de la antigua Roma, Da Vinci estableció las proporciones anatómicas del cuerpo, delimitando las medidas que cada parte del cuerpo debía tener. En sus planteamientos estableció, por ejemplo, que la palma de la mano, desde la muñeca hasta el extremo del dedo medio, mide exactamente lo mismo que el rostro, desde la barbilla hasta la parte más alta de la frente. El gran artista también afirmó que el ombligo era el punto central del cuerpo, que si un hombre era colocado boca arriba, con manos y pies estirados, y el centro del compás se situaba en su ombligo, la circunferencia trazada tocaría la punta de ambas manos y dedos de los pies.

Hombre de vitruvio Da Vinci

El florentino, como hombre de ciencia, intentó describir las particularidades del cuerpo humano haciendo uso de sus habilidades al lápiz, incursionando incluso en la anatomía, y como él, cientos de hombres y mujeres han dedicado sus esfuerzos por indagar en aquello que nos hace seres humanos: desde modificaciones biológicas resultados de la evolución hasta los procesos neurológicos más complejos. Años de investigaciones han develado secretos que antaño fueran incomprendidos, pero a pesar de los importantes logros humanos, hay algunas cuestiones que incluso la ciencia no ha podido explicar:

¿Por qué nos picamos la nariz?

Según algunos estudios, una de cada cuatro personas tiene el hábito de picarse la nariz por lo menos cuatro veces al día. Y otros tantos, principalmente niños y jóvenes, tienen el gusto de comerse los mocos. La manía de introducirse los dedos en las fosas nasales trae consigo un cierto placer y entretenimiento, aunque muchas personas pueden llevar esta práctica al extremo al hacerlo de manera agresiva, con objetos que lastimen las fosas o haciéndolo frecuentemente, y por ende, dañando los tejidos.

Sacarse el moco

A pesar de que se trata de una actividad cotidiana y practicada por todos en algún momento de nuestras vidas, actualmente no existe una versión clara de por qué lo hacemos, más allá del mero aburrimiento y tedio diario.

Fuente: BBC

Supersticiosos

La evolución del ser humano se entiende en términos del desarrollo de sus capacidades cerebrales y como resultado de la experimentación con el ambiente. Desde tiempos primitivos, el ser humano creó historias y personajes que explicaron aquellas situaciones que no podía conocer. La curiosidad nata del ser humano develó el mundo con el paso de los siglos, pero la superstición no desapareció, ni siquiera con el auge de la selección natural.

Símbolos de superstición

A pesar del adelanto científico y tecnológico, no existe estudio alguno que determine por qué existe la gente supersticiosa: quien huye de ciertas cosas que acarrean mala suerte, agradece detalles de buena suerte, colecciona amuletos o cree en las “señales de vida”. Aunque la psicología nos ofrece el sesgo de confirmación como la voluntad del ser humano de confirmar a toda costa aquello en lo que cree y alrededor de lo cual gira su vida, aún no hay respuesta para explicar a la gente supersticiosa.

Fuente: Cuaderno de cultura científica

El beso

Según el antropólogo Desmond Morris, el acto del beso se lo debemos a las madres de los primates, quienes mastican el alimento y se lo pasan a sus hijos a través de la boca. Sin embargo, el ser humano lo adoptó como el lenguaje del amor por excelencia, pero también como muestra del cariño, del cuidado, agradecimiento y de la pasión. Si bien presionar los labios contra los de otra persona tiene grandes beneficios para la salud y aumenta la unión entre dos personas, no hay una razón específica que nos haga seguir besando a nuestros seres queridos.

Por que nos besamos beso sensual

Fuente: Lo que no sabías de los besos

La empatía

Un estudio de la Universidad de Parma mostró cómo los seres humanos “estamos interconectados, sensiblemente ablandados en lo que respecta a las situaciones de otros, como si las estuviéramos experimentando nosotros mismos”. Los planteamientos científicos podrían acercarnos a la respuesta de por qué somos seres humanos que, en ocasiones, hacemos cosas buenas por los otros de manera desinteresada. Superando nuestro amplio pasado lleno de muestras de egoísmo, la empatía también es parte de nuestra naturaleza, y aunque dicha forma de vida es parte de múltiples credos y religiones, aún no se sabe por qué e vez en cuando nos gusta hacer buenas acciones.

La empatía

Nada como la risa

La risa no es exclusiva del ser humano, pues se sabe que algunos primates y ratas, también tienen esta capacidad, más no así el sentido del humor. Las investigaciones científicas modernas han permitido conocer el proceso detrás de la risa: todo inicia con la percepción de la congruencia sorpresiva por parte de la región prefrontal dorsolateral y la unión temporoparietal del hemisferio dominante, lo que logra la activación del circuito de la recompensa y liberación de dopamina, y termina en el cese de la desinhibición frontal no dominante que conduce a la risa.

Por qué nos reimos

Personas sordas o ciegas pueden reírse y los bebés comienzan a sonreír a las cinco semanas de vida; las mujeres se ríen más y disfrutan más del humor porque la risa activa en ellas dos áreas concretas del cerebro. La risa tiene múltiples beneficios para la salud, aunque tal parece que no tiene una función específica dentro de la compleja maquinaria del cuerpo humano.

Fuente: ABC

Sonrojarse

Por qué nos sonrojamos

Ante una situación de vergüenza, pena o humillación, nuestro cuerpo responde: una aceleración en la respiración y el pulso cardíaco, mismo que provoca un aumento en la presión sanguínea que el cuerpo alivia mediante la “vasodilatación periférica”, que hace que nuestra cara, pecho y brazos se ruboricen. Si bien se conoce la reacción de nuestro cuerpo ante una situación “embarazosa”, se desconoce el trasfondo que provoca que determinadas acciones nos provoquen pena. Múltiples científicos alegan que se trata de un “sentimiento universal que tiene sus raíces en la condición humana” y que el grado de vergüenza de una persona está determinada por las particularidades del ambiente donde se crece, aunque el proceso de desarrollo del sentimiento en sí, es aún un misterio.

Vía: http://culturacolectiva.com


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