Conversamos con la Ismali Palma, Doctora y Mg. en Ciencias del Lenguaje por el EHESS y autora de Estigmatización: ¿Rüf kam koyla illamtuchen? . La autora da cuenta de cómo el racismo no es más que una reacción asociada al miedo.
– Tu libro comienza con el análisis de los miedos y los informes del PNUD, basándote en un artículo que escribiste el 2011, en que comparabas el Informe de Desarrollo de 1998 con las movilizaciones sociales de ese año.
En el Informe del PNUD del año 1998 los miedos descritos por Norbert Lechner, son tres: el miedo al otro (que suele ser visto como un potencial agresor), el miedo a la exclusión económica y social; y el miedo al sinsentido de una situación social que parece estar fuera de control. Me parece que, lo sucedido el 2011 es que los jóvenes manifestaron su malestar y miedo respecto de la exclusión económica y el endeudamiento. En el Informe del 1998 se escribe que los miedos hablan de nosotros y se plantea una interesante pregunta “¿No será el miedo al agresor un miedo a nuestra propia agresividad? Para luego afirmar que “Posiblemente desconfiamos por sobre todo de nuestras propias capacidades (psíquicas e institucionales) de manejar conflictos”.
Estimatización analiza el miedo al otro que influye en las relaciones interculturales. Fíjate que en el Informe del PNUD 2002 otra pregunta nos incita a la reflexión “¿Cuál es la imagen del Chile actual? No hay sociedad sin imagen de sí misma” Lo que nos recuerda una moda en que se hablaba de Chile como un país sin identidad y algunos se preguntaban ¿Qué es ser chileno? ante lo cual, a mi entender, el PNUD respondió que no hay sociedad sin identidad o sentido de comunidad. Entonces, Estimatización aborda la relación miedo- racismo- identidad. El 2013 en la prensa se escribe bastante sobre el concepto de identidad, así como también opiniones de diferentes historiadores chilenos y mapuche. Por ejemplo, se ha escrito que Bernardo O’Higgins, en algún momento utilizó la denominación descendientes de Arauco para referirse a los patriotas chilenos. Para Eric Hobsbawm la identidad es un criterio administrativo -en Chile la Ley Indígena determina quienes son legalmente indígenas-. Este sentido, el libro es una invitación a la reflexión sobre estos temas y al cuestionamiento sobre los discursos estigmatizadores.
– ¿Cuál es la relación entre miedo y racismo?
El historiador Serge Gruzinski, en La guerra de las imágenes, de Cristóbal Colón a «Blade Runner» (1492-2019) explica que el proceso de colonización se asocia al manejo de imágenes posible por una triple naturaleza de la imagen: representación, objeto y acción en potencia. Esta acción se refiere a lo que imaginamos que nos hará el otro desde nuestros propios miedos, nuestra cultura, nuestro contexto social y político. Así, el racismo es una reacción asociada al miedo.
Michel Wieviorka en Racismo: una introducción describe tipos de discurso racista. Uno es el racismo del miedo a la caída o exclusión, que se basa en el temor a la pérdida de espacio dentro de la modernidad. Algunos ejemplos son: “los peruanos quitan trabajo” o “a los mapuche le dan becas”. Lo que en este caso molesta al racista es la disputa por el espacio laboral o el acceso a la educación, sin considerar que hay inmigrantes chilenos en otros países o que la beca indígena tiene condicionantes y que no todos la obtienen. El racista no busca luchar por sus derechos con el otro, porque lo ve como un peligro y pretende expulsarlo. Ciertamente este racismo, como su nombre lo indica, se asocia con el miedo a la exclusión económica y social; con la precariedad laboral y la falta de educación gratuita a nivel universitario.
Otro tipo de racismo es el biológico -actualmente reprimido legalmente en muchos países- fue difundido durante los siglos XVIII y XIX, se utilizó para promover el sentido de identidad y superioridad en los países colonizadores y librarlos de la culpa por el maltrato del otro. Por ejemplo, Alonso Gonzalez de Nájera escribe sobre los mapuche: “la mayor parte de ellos tienen rostros atraicionados” y “es gente indigna de llamarse racional”. Cuando este tipo de racismo es prohibido y ya no se puede hablar de “razas” surge el denominado “nuevo racismo” cuya argumentación se basa en la diferencia, lo que molesta al racista actual es la cultura, religión, tradiciones y costumbres del otro. Este tipo de racismo que estigmatiza las tradiciones ancestrales es más difícil de probar en tribunales, porque refiere al patrimonio inmaterial de los pueblos racializados.
Otra característica del racismo es que desconoce la pluripertenencia como derecho humano. Recordemos que P. Bourdieu nos advierte del peligro de mirar la sociedad del otro como un todo en esencia. El racista mira a los pueblos de manera homogénea aunque todos los grupos humanos del mundo son diversos. No todos los chilenos/as pensamos igual en materia de afiliaciones políticas, religiosas o deportivas y en los pueblos originarios también hay variedad. Por eso se habla de “pluri” pertenencia.
– En Estimatización te refieres a la descentralización ¿Por qué?
En el libro escribo que los informes del PNUD permiten adentrarse en las interacciones de estos años. Por ejemplo, hay elementos de continuidad y algunas diferencias entre el malestar del año 2011 y el de 1998. El malestar ahora es explícito. En el Informe del 2012 se consigna “Lo claro es que hoy el “malestar”, tal como retrataba en el Informe sobre Desarrollo Humano de 1998, Las paradojas de la modernización, vuelve a ser la palabra de moda entre las elites”. Así, como también se enuncia: “el contexto de movilizaciones sociales de 2011 representó una sorpresa para las elites” y tienen razón, lo lamentable es que aquello que sorprende a las elites, para las personas afectadas por la sequía o la pesca de arrastre, era predecible.
Por ejemplo, en las provincias es importante el debate sobre descentralización. Ciertamente, te encontrarás con un discurso que parece operar en forma similar al racismo del miedo a la caída o exclusión, donde se demuestra indignación con el “santiaguino quita trabajo”. Pero si profundizas en ese análisis, descubres un profundo problema de representación y de acceso al ejercicio del poder, donde ciudadanos/as que tienen una experiencia esperan que su repertorio personal sea parte de un común. Por ejemplo, en Valparaíso luego del incendio, los que no son oriundos de la zona pensaban que los afectados se trasladarían inmediatamente, porque desconocen la cultura local, la importancia de tener vista al mar o la posesión de animales. ¿Qué hace una persona que vive en un cerro -en una toma- con sus gallinas o cabras, si es trasladada a una pequeña vivienda social?
Hay malestares comunes entre las personas de las provincias y de los pueblos originarios, sólo a modo de ejemplo, si observas las carreteras del sur o los tramos costeros del centro del país ¿Existen veredas para los peatones? ¿Quién decide el lugar donde se construye dicha carretera? ¿Quién determina donde se emplaza una hidroeléctrica o una represa? ¿Se escucha la opinión de las trabajadoras asalariadas del campo sobre los agro-tóxicos? El descontento se relaciona con el rechazo actual a la mirada asimétrica y centralizada, que desde el clasismo o el racismo limita el ejercicio del poder de los ciudadanos/as hastiados de no tener incidencia en las decisiones que los afectan.
El clasismo y racismo operan desde la asimetría, el experto se atribuye el derecho a estudiar al otro, pero posicionándose desde su propia ignorancia y miedo, por ejemplo miedo al supuesto “desorden social” o el miedo a la diversidad. Pero los jóvenes mapuche refutan a los “mapuchologos” (hoy se rechaza la posición del “experto” respecto del “objeto/sujeto de estudio”) y los jóvenes no indígenas que viven en condiciones de precariedad económica se rebelan contra la descripción que se hace de ellos. Las nuevas generaciones no aceptan la asimetría, la estigmatización, la sensación de indignidad y la falta de autodeterminación del pueblo/ los pueblos.
Hoy sabemos que no existe una sola forma de organización y que el desafío de las sociedades contemporáneas es el ejercicio de la democracia considerando la diversidad cultural, social, económica e identitaria. Por ejemplo, el pueblo mapuche no es asimétrico o no tanto como otros, ya que está organizado en estructuras del Lof, cada comunidad es autónoma en la toma de decisiones y posee sus propias autoridades ancestrales. Es un pueblo con una estructura sociopolítica descentralizada. Entonces ¿Por qué no considerar modelos ancestrales de descentralización en una nueva propuesta constitucional?
– ¿Crees que hay formas de revertir el racismo?
Lamentablemente se ha naturalizado la agresión discursiva, esto ha permeado nuestra sociedad, incluso hay docentes que afirman: “todos los niños son crueles”, lo que perpetúa la descalificación, la estigmatización sin que se asuma una responsabilidad cívica al respecto. Si los niños/as aprenden con el ejemplo, entonces la enseñanza del respeto y la fraternidad es responsabilidad de todos nosotros en nuestros actos cotidianos.
Con respecto, a los Pueblos Originarios hay varias deudas pendientes. Una de ellas se relaciona con La Ley Indígena Nº 19.253 promulgada en 1993; que en el título IV, Artículo 28, numeral d) señala: “La promoción y el establecimiento de cátedras de historia, cultura e idiomas indígenas en la enseñanza superior. Pero 22 años después ¿Cuántas universidades enseñan idiomas indígenas en sus aulas? ¿Cuánto del malestar se debe a la demora en la implementación de diferentes instrumentos legales? ¿La Ley Indígena es concordante con las demandas actuales en momentos en que se discute sobre una nueva constitución?
El tercer miedo descrito en el Informe del PNUD de 1998 es el miedo al sinsentido, y quizás podríamos preguntarnos ¿Cuánto de la “crisis actual” o del miedo de la elite es consecuencia de su propio distanciamiento de los representados? Mientras ellos temen los peligros de los populismos, el pueblo chileno y los pueblos originarios rechazan el sinsentido, el más de lo mismo.