El atentado de Suruç, que costó la vida a 32 personas, ha roto la frágil tranquilidad con la que el gobierno provisional turco llevaba a cabo las negociaciones para formar gobierno. La serie de ataques e incidentes producidos los siguientes días ha dado la vuelta al país entrando de forma oficial en un enfrentamiento bélico con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y, de rebote, con el Estado Islámico (EI), un enfrentamiento criticado en las calles con protestas masivas por la paz pero apoyado por gran parte de los medios de comunicación. Hasta el momento se han llevado a cabo cuatro operaciones aéreas, una en Siria contra el EI y tres en el norte de Irak contra campamentos del PKK en las montañas de Qandil. El alto el fuego del PKK, vigente desde 2013, es ahora papel mojado.
El gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ha declarado la guerra al PKK rompiendo así con el proceso de paz y dando la espalda a millones de kurdos. Paralelamente, se ha dedicado a criminalizar públicamente al Partido Democrático del Pueblo (HDP) -el principal partido pro-kurdo-, que puede ser el principal perjudicado de la operación militar tras los buenos resultados obtenidos en las elecciones del 7 de junio. También, a cerrar cualquier puerta de negociación y de integración entre turcos y kurdos. La posibilidad de unas elecciones anticipadas vuelve a aumentar mientras los aviones turcos bombardean los campamentos del PKK y atacan objetivos del EI. La operación, de trasfondo, puede tener connotaciones políticas y facilitar que el AKP recupere votos cedidos al MHP, el partido ultranacionalista turco contrario a cualquier tipo de pacto o concesión a la comunidad kurda, o ganen nuevos votantes en caso de elecciones anticipadas.
La movilización del ejército en la frontera ha provocado un estallido de violencia en el Kurdistán turco, instrumentalizado por los medios y condicionando la opinión pública. Dentro del país, las únicas víctimas no son sólo kurdas sino, como es ya costumbre en la era del AKP, también alevís, de creencia sincrética con influencia de la sunna o el chiismo, despreciados ya históricamente por el islamismo ortodoxo del gobierno.
Por último, las redes sociales se han convertido en un nuevo campo de batalla donde sectores nacionalistas critican al electorado turco que apoya al HDP. Se ha forzado a olvidar rápidamente a las víctimas del atentado a Suruç, bien retomando todas las manifestaciones y protestas realizadas en la calle, o con los acontecimientos que se han producido consecutivamente. La muerte de miembros de la policía y del ejército turco ha facilitado así la beligerante postura del gobierno hacia el pueblo kurdo elevando los soldados muertos a la figura de mártir (En Turquía, los miembros del ejército caídos en servicio en atentados son llamados sehit –mártir-, y venerados siempre en los medios y en la calle por encima de cualquier víctima civil).
Incógnitas tras el atentado
La conmoción creada por el sangriento atentado en Suruç obligó al gobierno a un cambio de discurso. Las primeras protestas en la calle se dirigieron hacia el gobierno del AKP y forzaron que éste criticara al EI a pesar de la pasividad mostrada hasta ese momento, siempre rehuyendo los comentarios directos. El atentado de Suruç dejó muchas incógnitas abiertas como el hecho de que la policía, a pesar de que había puesto un control para todo el que entraba en el recinto del Centro Cultural Amara donde se encontraba la juventud que tenía que ir a Kobane, no hubiera detectado al agresor que llevaba la bomba en el cuerpo. Además, el control estaba situado a 200 metros del centro, donde los efectos de la bomba no llegaron, y no en el recinto mismo. Por otra parte, un informe del Partido Republicano del Pueblo (CHP), el principal partido de la oposición y legatario del kemalismo, ha criticado que “el principal apoyo logístico del EI lo recibe de Turquía” y ha registrado que no se permitió a ningún miembro del HDP entrar en el recinto después de los hechos -un partido, el HDP, que también sufrió un atentado en el final de campaña-.
Justo dos días después del atentado, dos miembros de la policía fueron encontrados muertos en su domicilio de Ceylanpinar, en la provincia de Sanliurfa, donde se encuentra también Suruç. El PKK reconoció la autoría del ataque y, según la agencia de noticias kurda Firat, se trató de una operación de castigo, ya que los policías tenían fuertes lazos con el EI. La misma noche, según informaba la agenciaAnadolu Ajans, Mürsel Gül, supuestamente miembro del EI, fue asesinado a tiros por miembros del Movimiento de la Juventud Revolucionaria Patriota (YDG-H), un grupo urbano vinculado al PKK. En las primeras declaraciones, el presidente Recep Tayyip Erdogan llamó la atención sobre “el doble peligro al que se enfrentaba Turquía, el Estado Islámico y el PKK”, preparando el terreno para un ataque directo, y criticando a todo aquel que colocaba al EI como único enemigo del país, sin atacar verbalmente al PKK.
Dentro de esta espiral de atentados, al día siguiente, el 23 de julio, un sargento del ejército turco, Alçin Nane, fue asesinado a tiros en la frontera con Siria por miembros del EI. Según la información proporcionada por Habertürk, los hechos se produjeron cuando soldados turcos impidieron la entrada de miembros del EI que llevaban a un herido para ser curado en un hospital turco. Tras la negativa, los miembros del EI abrieron fuego acabando con la vida del sargento. La entrada de miembros del Estado Islámico, incluido su cuidado en hospitales turcos, ya ha sido denunciada en más de una ocasión. En junio del año pasado, el diputado por el CHP Muharrem Ince denunció que un alto comandante del EI estaba siendo tratado en un hospital de Hatay y que el EI venía petróleo al gobierno. Según el diputado Ilhan Cihaner (CHP), en enero de este año cuatro comandantes del EI, combatientes en Libia, fueron tratados en Estambul. En marzo de 2015, el militante del EI Emrah Ç., de nacionalidad turca, fue curado en la ciudad de Denizli. Los movimientos en la frontera y la permisividad con la que miembros del EI entran en territorio turco han sido confirmados en numerosas ocasiones por fuentes locales y periodísticas de las provincias fronterizas. Sin embargo, hasta entonces, no se había producido ninguna baja en el ejército turco, al menos de forma oficial.
A todos estos hechos, hay que añadir una declaración de guerra formal por parte de Turquía al EI. Sin embargo, pronto se entendió que el principal objetivo del AKP no era el EI sino los campamentos del PKK en Qandil. La noche del 23 de julio, cuatro aviones turcos bombardearon objetivos del EI y se anunció la muerte de 33 combatientes. La misma noche, en una segunda operación, fueron atacadas las bases del PKK en el norte de Irak, en Qandil, Zap, Metina, Basyan y Avashin. Hasta el momento se han llevado a cabo dos operaciones más por aire, ambas dirigidas al PKK, y se ha confirmado la muerte de Önder Aslan alias Servan Varto, uno de los principales dirigentes de la guerrilla.
Turquía apela a la OTAN
Las primeras reacciones internacionales han hecho un llamamiento al fin de la violencia. Ángela Merkel ha advertido de que, sea como sea, el proceso de paz debe continuar. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Washington, Alistair Baskey, ha declarado: “Respetamos el derecho a defenderse de Turquía, aliado nuestro en la OTAN, frente a los atentados terroristas del PKK”. Turquía, como miembro de la OTAN, ha llamado a una reunión extraordinaria de la organización amparándose en el Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte, que dice que “las partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las partes estuviera amenazada”. La reunión se prevé que se celebre este martes 28 de julio.
La Policía, mientras tanto, ha llevado a cabo una gran operación de detenciones de gran magnitud en todo el país contra el terrorismo dirigida al EI, al PKK, el YDG-H, y al DHKP-Ç, la organización oficialmente responsable del secuestro del fiscal de Berkin Elvan y de su muerte. En tan sólo tres días se han producido 851 detenciones en 34 provincias. Sólo en Estambul se ha detenido a 104 personas, de las cuales 37 son extranjeras. La Policía ha informado de las detenciones de Abu Hanzala y Abdul·lah Abdulayev, dirigentes del Estado Islámico en Estambul. El 26 de julio, el diario Diken informó de que todos los detenidos por relación con el EI en Adiyaman habían sido liberados sin cargos.
En los enfrentamientos de la Policía con miembros del DHKP-Ç en el barrio de Bagcilar de Estambul se produjo una muerte, la de la joven kurdo-alevín Günay Özaslan. La noche del 25 de julio fue una de las más violentas desde las protestas de Gezi con ataques del PKK en comisarías de policía de Siirt y Baglar (Amed), y de fuego cruzado en Nuysabin. Un coche bomba en Lice puso fin a la vida de dos soldados turcos e hirió a cuatro más. En Cizre, donde hay protestas continuadas por la muerte de Ugur Özkan y por la matanza de Suruç, la violencia aumentó después del inicio de las operaciones aéreas contra el PKK, y la noche del 25 de julio un protestante, Abdul·lah Özdal, fue abatido de un disparo. También se escucharon dos explosiones en Suruç sin que hubiera víctimas.
El 26 de julio, la policía de Estambul se dirigió al barrio de Gazi, habitado mayoritariamente por alevís, e incluso, atacó a la marcha del funeral de Günay Özaslan, muerta la noche anterior en Bagcilar. Los enfrentamientos todavía continúan y hay varios heridos, uno de ellos herido en la pierna por una cápsula de la Policía. Cuando la Policía intentó entrar en un edificio donde se refugiaban los protestantes, el agente Muhammet Fatih Sivri fue herido en el pecho por disparos, muriendo después en el hospital. Posteriormente, se ha cerrado el acceso al barrio y las operaciones policiales continúan.
La Gran Marcha por la Paz planeada para el 26 de julio en Estambul tras el atentado de Suruç fue prohibida por el gobernador de Estambul. Un pequeño grupo se concentró para dar una rueda de prensa en la plaza Aksaray con varias personalidades políticas, destacando la secretaria general del HDP, Figen Yüksekdag, y miembros del sindicato DISK y del Partido de la Libertad y el Socialismo (ÖDP). En las declaraciones criticó a Erdogan: “Lo que ha perdido en las elecciones, lo intenta ganar ahora con la guerra”.
A la campaña militar iniciada por el AKP se han unido, dando todo el apoyo, los medios más cercanos. El diario Aksam publicaba el siguiente titular en portada: “Quien siembra vientos recoge tempestades”; el diario Star, “Los que testean la fuerza de Turquía con el terror ya tienen la respuesta: ahora que se lo piensen dos veces”; el diario Takvim, sin citar en portada al Estado Islámico, dirigía el principal titular al PKK. “450 misiles para 400 objetivos”; el diario Yeni Akita: “Se les responde en la lengua que entienden”; y el diario Yeni Safak: “Se irá hasta el final”. Mientras tanto, se ha bloqueado el acceso a las principales agencias de noticias kurdas, entre ellas Firat Haber Ajansi (ANF), Dicle Haber Ajansi (DIHA) y Hawar Haber Ajansi (Anhai), limitando el acceso mediante servidores VPN o ZenMate.
[Artículo publicado en La Directa]