in cerebro no somos nada. Gracias a él y a los sentidos percibimos nuestra realidad (o, al menos, nos hacemos una idea de ella). Es la caja en la que se almacenan nuestros recuerdos, donde se guardan nuestros conocimientos y también nuestros anhelos. Sin embargo, es pícaro y a veces juega con nosotros haciendo caso omiso de algunos elementos que están a nuestro alrededor o que incluso forman parte de nuestro propio cuerpo. Estas son algunas de las cosas que nuestro cerebro ignora sin que nos percatemos de ello:
La nariz
Por su posición, los ojos deberían estar viendo siempre las aletas de nuestra querida napia. Sin embargo, el cerebro sabe que eso es poco importante y lo obvia para centrarse en todo lo que queda alrededor. Si quieres verla, tendrás que fijar tu mirada en ella.
El sabor de los alimentos que más comemos
Con el tiempo, el cerebro se acostumbra a algunos de los alimentos que toma su propietario de forma habitual y reduce parte de la sensación de ese sabor. Recuerda lo que sentiste cuando probaste cosas totalmente nuevas. Nunca será lo mismo.
La ropa
¿Estás seguro de que llevas puesta tu ropa interior? Probablemente sí, pero hace rato que el cerebro no la percibe. Concretamente, desde que te la pusiste, cuando se rozó con tu cuerpo. Instantes después, el cerebro lo olvida y deja de notar la presencia de tus prendas. Eso sí, si ahora te detienes a intentar percibirlas, probablemente lo consigas.
La respiración
¿Eres consciente de que tomas y expulsas aire por la nariz? No, pero este acto se realiza continuamente para que podamos seguir vivos. El cerebro ignora las exhalaciones y sigue a lo suyo, de forma que no te das cuenta del movimiento que realizas. Todo funciona de forma automática y sin molestarte, hasta que no te queda más remedio que estornudar cualquier cosa desagradable que andaba perdida por el ambiente. De eso sí que te enteras.
Las cosquillas que nos hacemos a nosotros mismos
Una persona podrá hacerte todas las cosquillas que quiera si te pilla en esa situación de indefensión ante la que el cerebro actúa con dificultad. Sin embargo, este ignora nuestros propios dedos en los costados precisamente porque los interpreta como algo natural a lo que no hay que responder. ¿Quién iba a hacerse cosquillas a sí mismo? Ni el cerebro le ve lógica.
El dolor
En ocasiones, también es posible que te duela alguna parte del cuerpo y que tú no te des cuenta. Suele suceder cuando te duele algo durante mucho tiempo (siempre que no sea insoportable). En esas situaciones, los mecanismos por los que el cerebro ignora las distracciones pueden ayudar a olvidar el dolor. Tú también puedes lograrlo por la vía de la meditación. Eso sí, si sientes pinchazos, calor o escozor y crees que es grave, no seas tú quien ignore a tu cerebro: ve al médico.
Algunos sonidos
Tienes una conversación en medio de una fiesta con otra persona. La música está puesta y la gente habla muy alto. No te preocupes: tu cerebro es inteligente e intentará aislarte de los sonidos ambientales. Los científicos descubrieron que las neuronas de la corteza auditiva solo se activan cuando habla aquella persona que estamos interesados en escuchar. Lo que hay alrededor es puro ruido y será evitado en la medida de lo posible.
Los cambios que suceden a tu alrededor
Imagínate que mientras lees este texto cambia algo a tu alrededor. Alguien enciende una luz en la habitación contigua o abre una puerta. Probablemente, tu cerebro seguirá concentrado en el texto y ni se percatará de lo que ha sucedido. Este es un fenómeno estudiado por la ciencia por el cual el cerebro obvia lo que está cambiando alrededor cuando está prestando atención a algo en concreto.
El movimiento de elementos grandes
Hemos de decir que esto solo le corresponde a aquellos cerebros más inteligentes, según los científicos. Curiosamente, el cerebro de estas personas no presta atención a los movimientos de objetos grandes, a pesar de que sean más obvios, cuando estos se encuentran en el fondo de una pantalla o una escena callejera. ¿Por qué? Porque están centrados en lo que sucede justo frente a ellos, en los detalles. Así, ya puede estar pasando una manada de elefantes por detrás de la persona que te gusta, que si estás hablando con ella y tienes un alto coeficiente intelectual no te importará nada más que sus labios. Lo mismo sucede si pasa un coche y te preguntan si circulaba de izquierda a derecha o viceversa. En realidad, ni lo has visto.
Las críticas maternas
Y si antes hablábamos del cerebro de las personas inteligentes, terminamos ahora con el de los adolescentes. De acuerdo con un estudio de las universidades de Pittsburgh, California y Harvard, sus cerebros se desconectan cuando escuchan las palabras de sus madres. Para llegar a esa conclusión registraron la actividad cerebral de unos jóvenes mientras veían un vídeo en el que sus progenitoras les reñían. Las áreas destinadas a entender el punto del vista del otro se apagaban. Así que sí, la relación tormentosa de padres e hijos durante la adolescencia no es un mito.