Después de presentar su candidatura en noviembre de 2013, la ciudad de Estocolmo, Suecia, decidió dar un paso atrás y dejar libre su lugar en la disputa de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022.
Algo de lo que ciudades como Madrid y otras, cuyas sociedades no viven su mejor momento económico y que llevan millones de euros gastados en candidaturas olímpicas, podrían aprender.
Quizás en otros países, el uso de dinero de los contribuyentes para celebrar grandes eventos deportivos no es ningún problema. Pero en Suecia es diferente. “No puedo recomendar a la Asamblea Municipal dar prioridad a la realización de un evento olímpico si tenemos otras necesidades de la ciudad, como la construcción de más viviendas,” dijo el alcalde Sten Nordin.