Las cifras son alarmantes. De acuerdo a la encuesta CASEN del 2011, uno de cada siete chilenos pasa hambre o come en forma deficiente. En contraste, la FAO ha determinado que en nuestro país se generan 1,62 millones de toneladas de basura de residuos de alimentos cada año.
Conscientes de esta realidad, los senadores Manuel José Ossandón y Guido Girardi presentaron un proyecto que busca modificar el Código Sanitario con el fin de que los establecimientos comerciales donde se vendan o consuman alimentos preparados deban ofrecer a sus clientes la posibilidad de llevar aquello no ingerido.
Asimismo, la iniciativa que será vista por la Comisión de Salud, prohíbe que la destrucción de alimentos que, no obstante haber perdido su valor comercial debido a circunstancias como mal embalaje, envases dañados o defectuosos, mala rotulación o proximidad del vencimiento, se encuentran aptos para el consumo o el uso humano.
Adicionalmente, la norma establece para los supermercados de más de 100 metros cuadrados, la obligación de donar los alimentos mal rotulados, con defectos de empaque o por vencer a organizaciones de caridad o destinar su uso como alimentación animal o compost agrícola.
De acuerdo a la FAO, alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a aproximadamente 1300 millones de toneladas al año.
El mismo organismo indicó, en relación a la pérdida durante los procesos de producción, transporte y venta, que productoras y vendedoras chilenas pierden al menos 27 mil toneladas al año de arroz, papas, lechugas, merluza y jibias por malos manejos en su producción.
La moción asegura que “esta realidad se ve agravada por las conductas de los chilenos al momento de consumir los alimentos. El Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca realizó en 2011, una investigación cuantitativa con el objeto de indagar acerca de cuánto desperdiciamos los chilenos en productos de alimentación”.
La norma cita los resultados de la investigación donde casi la totalidad de los entrevistados (94,9%) reconoce el botar comida acumulada en el refrigerador como una práctica normal. No obstante, un 60% señala sentirse culpable por ello, un 23,0% considera que esta práctica es parte de lo cotidiano y 17% ni siquiera se ha cuestionado al respecto.
El estudio concluye que lo que más se bota a la basura, es la comida preparada, seguidas de las verduras y el pan. En tanto, en relación a restaurantes y comercios chilenos, el proyecto admite que existen situaciones sistemáticas de desperdicio pese a no estar ampliamente documentadas.
Foto:Telam