Konstantinos Polychronopolous decidió cambiar su vida hace cuatro años al quedarse sin trabajo y ahora reparte cada día alimentos en Atenas.
La tarde en la plaza Monastiraki de Atenas se llenó de olor a cilantro. “¡Huele delicioso! ¡Realmente este tipo sabe cocinar!”, gritó súbitamente un hombre emocionado por lo que recibía. En una olla descomunal junto a su puesto en el centro de una de las plazas más abarrotadas de Atenas, Konstantinos Polychronopolous, de 50 años, elaboraba una especie de estofado. Después de perder su trabajo de alto nivel en marketing turístico hace cuatro años, Konstantinos siguió adelante y estableció la iniciativa “Society Kitchen” (Cocina de la sociedad). Esa tarde en la Plaza Monastiraki, tenía consigo suficientes recursos para alimentar a unas 300 almas.
“Cuando perdí mi trabajo no sabía que hacer. Durante un tiempo intenté conseguir otro, pero fue inútil. Así que finalmente decidí abandonar este sistema por completo. Solo podía ver como las condiciones de vida aquí en Atenas se habían deteriorado dramáticamente. Un día fui al mercado y vi a dos niños pequeños peleándose por una pieza de fruta… La siguiente cosa que me di cuenta es que yo era el único impresionado por lo que acababa de ocurrir. Entonces supe lo que tenía que hacer. Decidí que abriría un puesto de comida para los pobres que no pudieran permitirse comer y cocinaría yo mismo”, explica este benefactor barbudo mientras revuelve hábilmente la olla.
La gente se le acerca para darle un cálido abrazo, estrecharle la mano, expresarle gratitud. Konstantinos los recibe con una sonrisa de oreja a oreja. Hace cuatro años, Konstantinos se dirigió hacia el mercado y se acercó a cada puesto que había. Tenía tres euros en su bolsillo y un plan muy simple en su cabeza. Pidió a cada vendedor una papa, explicando que su objetivo era preparar una comida para los pobres. Casi todos ellos lo ayudaron. Ese fue el día que Konstantinos preparó su primer guiso y empezó a repartirlo a la gente que pasaba. No mucho después, estaba completamente comprometido con su propósito, un cambio de paradigma en toda su filosofía de vida.
“Para muchas de estas personas es extremadamente duro admitir que no tienen dinero para comprar comida. Sufren de un profundo sentimiento de vergüenza. Mi deseo es ayudar, mis principales valores son la solidaridad, el respeto, la igualdad y la paz. De eso es de lo que realmente trata nuestra iniciativa”, explica Polychronopolous con una sonrisa. Exhaustos pensionistas, refugiados sirios, inmigrantes africanos, toxicómanos, personas con discapacidad, indigentes, mujeres embarazadas, niños callejeros y un buen número de desempleados, todos se lo agradecen.
Agrega «Quizás no tenemos dinero, pero nos tenemos unos a otros»
Junto con su plato de estofado, prácticamente todos los miembros de la cola también reciben un cálido abrazo y unas palabres amables. Las reservas de energía de Konstantinos parecen inagotables. Su política, dice mientras guiña un ojo, es decir no a los políticos y sí a la gente. “Pueden tener el dinero, pero nosotros nos tenemos los unos a los otros. Por eso es extremadamente importante que entendamos todas las formas por las que están intentando dividirnos. Esto no es filantropía, esto es el estado natural del hombre”. Además, en su casa organiza talleres para los niños afectados por la pobreza. Para él, ayudar a los otros se ha convertido en su forma de vida.
Por la tarde, después de que Konstantinos Polychronopolous haya entregado los últimos trozos de pan y dulces, termina su día de trabajo con un gesto feliz. En este lugar de lucha desesperada constante, afirma, en este lugar donde tantas vidas se han convertido en una cadena interminable de OXIs y noes, no puede haber espacio para la política.