Reformas y AC: una vez más venció la campaña del terror neoliberal

Era para no creerlo. La misma presidenta Bachelet con convicciones y promesas tan firmes en contra de la desigualdad y los abusos de los poderosos, cedió a poco andar ante las presiones de su propia coalición.

Reformas y AC: una vez más venció la campaña del terror neoliberal

Autor: paulwalder
María Elena Andonie

María Elena Andonie

Después de los 20 años de gobiernos de la Concertación, con el segundo mandato de Michelle Bachelet, llamado ahora gobierno de la Nueva Mayoría, al fin se producirían los cambios estructurales para resolver los profundos problemas socioculturales que ha provocado el sistema neoliberal instaurado en dictadura y fortalecido en democracia.

 

Con las reformas estructurales atrás quedaría la gigantesca brecha de desigualdad entre las 10 a 20 familias chilenas junto a las transnacionales que concentran toda la riqueza del país, el 9% ABC1 y el 90% de los compatriotas entre clase media empobrecida y los pobres,  para darle paso a las oportunidades de derechos universales tan sepultados. Con ello se eliminarían los privilegios enquistados en la élite económica.

 

Como consecuencia de lo anterior, se minimizaría la alta tasa de delincuencia “in crescendo” de niños y jóvenes entre 12 y 17 años, que por la marginalidad en que sobreviven invadidos de frustración no les queda otra opción que drogarse y delinquir.

 

Comenzó todo viento en popa para los que realmente ansiamos  un Chile inclusivo, igualitario, integrado. Para quienes soñamos con la justicia social.

 

Se prometió una Asamblea Constituyente para reemplazar la Constitución elaborada en dictadura.

 

Esta vez  admirábamos a nuestra Presidenta quien, a imagen y semejanza de su padre, el General Alberto Bachelet, no transaría con los valores  humanitarios para hacer real justicia con el pueblo. La Nueva Mayoría iba por el camino revolucionario correcto.

 

Esto se hizo visible con el spot publicitario de la reforma tributaria lanzada por el gobierno  Al fin se hablaba, sin eufemismos y sin miedo a los conglomerados económicos. Al fin se se les tildaba de poderosos. Por primera vez después de los 24 años de transición democrática. La verdad se decía por su nombre. Se le explicaba al pueblo que el 1% de los “poderosos” concentraban toda la riqueza de Chile y que a través del alza de impuestos a sus voluminosas utilidades el Estado podría financiar la educación como un derecho universal. Que la reforma no afectaría a la clase media ni a las Pymes.

 

Esto fue un terremoto grado 12 para la clase empresarial junto a sus eternos aliados, la derecha política. Con suma urgencia pedían reuniones con la Presidenta y en la prensa aparecían sus tan conocidas presiones en relación a la fuga de capitales, de los inversionistas, una gran reducción del empleo, la demolición del crecimiento. El argumento era el mismo de siempre. La gran incertidumbre provocada por las reformas estructurales. De inmediato comenzaron a instalar el pánico en el gobierno y en todos los chilenos. Como siempre iniciaron un caos artificial (con cacerolazos incluídos) para recordar en el imaginario colectivo la época de la Unidad Popular. Ex profeso bajaron las inversiones y comenzaron a aumentar el desempleo El crecimiento se reducía a cifras muy bajas. Tenían la excusa perfecta: la aguda crisis económica internacional.

 

Al poco andar, se vislumbró la primera renuncia del gobierno: sacar el spot  iluminador. mientras ya circulaba  uno de la derecha junto a los grandes grupos económicos, inoculando  terror a las Pymes y la clase media. En este spot se auguraba un descalabro económico jamás visto en Chile. Se mencionaba que la reforma tributaria sería  la aplanadora para las Pymes.

 

El miedo engendrado en dictadura por el golpe militar quedó tan instalado en los gobernantes y partidos de la izquierda, que se vislumbraba cómo poco a poco comenzaban a ceder a las presiones fácticas. Muy desesperanzador fue escuchar a la presidenta del Partido Socialista, Isabel Allende, la misma hija del presidente Salvador Allende, llamando a  la “gradualidad” y “responsabilidad” con las reformas, porque el gobierno pasaba por un momento de “debilidad”, dado el poco apoyo ciudadano y por el grave escenario económico. Y señalaba “Los números nos dirán si “llegamos”

 

 

Era para no creerlo. La misma presidenta Bachelet con convicciones y promesas tan firmes en contra de la desigualdad y los abusos de los poderosos, comenzaba a ceder ante las presiones de su propia coalición. En el cambio de Gabinete, eligió como Ministro del Interior a Jorge Burgos, del ala más conservadora de la DC  Y también como Ministra del Trabajo a la conservadora DC  Ximena Rincón.

 

Los ponía en cargos emblemáticos para adaptar las reformas  tributaria, educacional, laboral, al arbitrio y gusto de los que habían sembrado el temor. Y con ello se plasmaba la muerte de la Asamblea Constituyente, reafirmado públicamente por el mismo Ministro  Burgos.

 

Se desmoronaba a pasos agigantados el gran proyecto país estructural prometido por la Presidenta y por el cual votamos. Todo esto fue “in crescendo” hasta que finalmente  la misma presidenta le habló a todo el país sobre la importancia de la gradualidad y responsabilidad para hacer las reformas. Arguyendo la falta de recursos, el bajo crecimiento y la grave crisis política. A este nuevo escenario le llamó “realismo sin renuncia”.

 

Esto fue como siempre, la culminación del éxito de la derecha y los grandes empresarios vanagloriándose con  su ultra conocida declaración  “Nosotros lo advertimos” e imponiendo a todas voces “reformar las reformas” y llamando al. diálogo. Un sofismo que encubre la predominante  “política de los consensos “ de todos los gobiernos de la transición y que no conduce a ningún cambio estructural del sistema mercantilista. Solo asegura la continuidad del enquistamiento de los privilegios de la elite política y empresarial, quienes gozan una vez más su triunfo.

“No podemos frenar las reformas porque se apretó el botón de pánico” se atrevió a declarar el senador Jaime Quintana. Esta iluminadora convicción quedó aplastada rápidamente por el mismo Ministro Burgos: “esto no es botón de pánico, es realismo”.

 

Ha sido estremecedor constatar cómo una vez más se desploma el sueño de la igualdad y justicia social. Que se perderán dos generaciones nuevamente, sumidas en una brutal falta de oportunidades y marginalidad, engendro de la delincuencia.

 

¿Qué pasará con el sueño de esos jóvenes que por falta de recursos no podrán ingresar a la educación Superior?

 

¿O con aquellos niños que, por la pésima calidad de la educación pública, no  tienen ninguna  oportunidad de  realizarse en sus vidas?

 

¿Qué ocurrirá con la clase media empobrecida que vive un calvario cotidiano?

 

Quienes nos esperanzamos y creímos que la igualdad de oportunidades era posible y que podríamos quedar de una vez por todas en los umbrales mínimos de un país desarrollado, con dolor profundo y muy heridos constatamos cómo una vez más venció en Chile la campaña del terror neoliberal.

 

Y tal como dijo el sociólogo Alberto Mayol ” Que los mismos empresarios hagan la nueva Constitución”.

 

 

 

 

Periodista

 


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