Números en rojo. Así están las cuentas de buena parte de los países de la región según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (Cepal). El organismo de Naciones Unidas sugiere que en lo que resta del 2015 el Producto Interno Bruto promedio crecerá solo un 0,5 %.
Entretanto, Sudamérica presentará una contracción de -0,4 %.
La región, dependiente de la producción de recursos primarios, se ha enfrentado a una menor demanda de los mismos en el mercado mundial. Las industrias minero-energética y la agrícola han sido las más afectadas. Si a ello se le suma la crisis internacional que ha afectado a socios comerciales importantes como China, el panorama es bastante sombrío.
Es por ello que la Cepal ha invitado a los gobiernos latinoamericanos a adoptar políticas que estimulen la inversión.
Entre los principales factores identificados por el organismo con sede en la capital chilena, que inciden negativamente en el crecimiento, están la desaceleración del consumo privado, la contracción de la inversión y el menor dinamismo de la demanda externa.
Solo México y algunos países de Centroamérica como Nicaragua pasan por un mejor ciclo económico. Así, la Cepal apreció un ritmo de crecimiento aceptable de 2,7 % para la nación azteca.
Otros países que deben reportar crecimientos son Panamá, Chile, Perú y Colombia que han aumentado 6; 2,5; 3,6 y 3,4 %, respectivamente.
La situación es crítica para locomotoras económicas como Brasil, cuyo peso incide negativamente en sus vecinos. El gigante sudamericano sufrirá una contracción de -1,5 % con la recesión tocando a las puertas.
Del otro lado, la crisis económica en Venezuela, atizada por un sector de la oposición al Gobierno, la dependencia de un solo rubro —el petróleo— y una guerra económica, provocaría la caída del PIB del 5,5 % y con ello una mayor contracción.
El caso venezolano es atípico si se compara con el resto. La brusca caída del precio del petróleo en el mercado mundial desatada en junio del año pasado, provocó un efecto bumerang en esta nación, que posee las mayores reservas probadas del oro negro en el planeta.
Ello sacó a la luz la cuestión negativa de tener una economía subordinada a los ingresos de un solo rubro. La situación fue aprovechada por sectores contrarios al Gobierno Bolivariano, quienes se sumaron a la especulación con los productos básicos con el objetivo de provocar a la gente.
El fenómeno no es nuevo. En la década de los 80 América Latina sufrió la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial que impidió su desarrollo económico, algunos economistas la llaman la década perdida.
En esos años, la misma Cepal diagnosticaba suspensión de pagos, la reducción del PIB, aumento de la inflación, aspectos que afectaron mayormente a los países no exportadores de petróleo.
A diferencia de esos años y la década siguiente, hoy en la región hay varios gobiernos populares en el poder que no se plantean terapias de choque para salir del bache económico. Pero los números rojos actuales recuerdan que América Latina sigue teniendo cuentas pendientes en su capacidad de generar riquezas basadas en el conocimiento y no en las materias primas.
Ese es el único camino posible para el desarrollo de una de las regiones con mayores recursos naturales del planeta, pero al mismo tiempo la de más desigualdad. Con ello podrá despojarse de los rezagos de territorio colonizado que la han marcado por siglos.