El terremoto del pasado 27 de febrero, sus réplicas posteriores, han puesto de manifiesto cómo funciona el país, como éste responde, después de casi cuatro decenas de años de imposición de la versión neoliberal del capitalismo.
El Estado chileno empequeñecido, ha mostrado un triste rostro; fue increíble ser testigo de cómo una repartición pública encargada de emergencia (ONEMI) en un país como el nuestro, no sólo tenía escaso personal, sino que además pocos y anticuados instrumentos técnicos, así como de la ninguna o escasa coordinación y autoridad que la Marina de guerra le dio al mismo, no obstante estar, por ley, obligada a ella en situaciones como la del terremoto, el maremoto o tsunami, su no notificación clara y oportuna, asumen la responsabilidad frente a cientos de muertes innecesarias, perfectamente evitables.
Casi como un chiste cruel, la presidenta en ejercicio M. Bachelet, explica un par de días después, que la falta oportuna de antecedentes, de comunicación con los lugares amagados, se debió a que ella, al igual que todos los chilenos, no le funcionaban los celulares ¡QUE EXPRESIÓN MÁS ALTA DE DEMOCRACIA!. Hoy, las mismas empresas telefónicas, que anotan multimillonarias cifras de ganancias, dicen que es normal que se caiga “el sistema” cada vez que lo ocupan simultáneamente mas allá del 10% de los usuarios y que para mejorar la calidad habría que subir a más del triple el costo por cliente, ¡UNA BELLEZA!.
La explicación sobre el apagón del 15 de marzo, que abarcó prácticamente a todo el país, desde Taltal a Chiloé, le ha tocado darlas al flamante presidente Piñera, el que por cierto es un neoliberal a ultranza. En las horas posteriores al mismo, no tenía qué cosa decir, en su gobierno ¡NO SABÍAN LO QUE SUCEDÍA! Y hoy, a 5 días del hecho, sólo se atreven a decir que lo más probable es que se sucedan nuevos apagones durante un tiempo.
Comunicaciones y energía eléctrica, dos áreas estratégicas, que dicen relación con la seguridad productiva, social y la soberanía del país, en manos absolutamente privadas y movidas totalmente por el afán de la ganancia máxima, son la expresión de hasta dónde nos ha llevado el neoliberalismo con sus privatizaciones, con el dominio de los monopolios, muchos de ellos imperialistas, incluso en actividades vitales y estratégicas.
Las expresiones de “responsabilidad empresarial” han quedado muy clara, muchos han cambiado su razón social, para así no hacerse cargo de los crímenes cometidos, de los edificios colapsados, inhabitables, de los puentes caídos, de las construcciones educacionales y hospitalarias que han rodado por el suelo. ¡LA EMPRESA PRIVADA HA MOSTRADO SU EFICIENCIA, EN EL ROBO!, ¡LINDO NEOLIBERALISMO!
Pero como todo es parte del negocio, del lucro; el dolor, la tragedia del terremoto, el empresariado la está asumiendo como una nueva oportunidad para posesionar marcas, hacer nuevos negocios y ocupar mercados; a las bulladas y publicitadas “donaciones”, hoy tenemos los reclamos y presiones oficiales de las grandes empresas, para frenar la entrega gratuita de ayuda en alimentos, agua y artículos de construcción enviados por organismos internacionales y diversos países, así como por entidades “humanitarias” y sociales, con estas últimas, de todas maneras están a pérdida, porque van de organización social a organización social. LOS MISERABLES “argumentan” que se estaría retrazando la “normalidad”, la “reconstrucción” y la “generación” de empleos y otros, etc.
Linda y “solidaria” “reconstrucción” por parte del empresariado, hoy sin ninguna publicidad, ya van en más de 10 mil los despedidos “legalmente”, aludiendo a la cláusula de “despidos por fuerza mayor” en la zona del terremoto y el tsunami. Estos cara de palo son quienes han aplaudido de pie a los gobiernos pasados de la “Concertación”, por el excelente manejo económico, por las cifras “macroeconómicas” y de grandes ganancias alcanzadas, los mismos que están firmes con Piñera y su gobierno.
Y aquí estamos, Piñera, su familia y pirañas asociados, viajan, se toman fotos con el dolor y la esperanza de los damnificados, mucho ruido y nada de soluciones concretas y alcanzables, definitivas y no de parche o limosna.
Chile prácticamente es el reino de lo privado, por lo tanto, los recursos para la reconstrucción, que según expertos hablan de un costo de 30 mil millones de dólares, deben de extraerse de allí, hay que subir el impuesto a las empresas, que en nuestro país es del 17%, mientras que en la mayoría de los países “desarrollados” es del 32%. Se debe aumentar el impuesto a la minería o Royalty (esto es en lo inmediato, el objetivo grande es la renacionalización de la gran minería del cobre). LOS QUE TANTO HAN GANADO, INCLUSO EN TIEMPO DE SU PROPIA CRISIS ECONOMICA, DEBEN PAGAR EL COSTO DE LA RECONSTRUCIÓN, esto es lo menos que podemos EXIGIR.
No se ve, no se habla del uso del 2% constitucional para catástrofes, y menos, y esto se debe exigir con mucha fuerza, la repatriación de los más de 11 mil millones de dólares del Estado chileno depositados en bancos yanquis, ni una palabra en usarlos para empleos, salud, educación, viviendas definitivas y dignas, los empresarios criollos y sus “socios mayores”, los imperialistas, dueños del Estado neoliberal de Chile, les tienen reservado otros fines, SUS BOLSILLOS.
El neoliberalismo ha mostrado unas vez más su rostro criminal, no merece existir, es antipopular, antiobrero y antinacional, debemos dar un salto adelante, SUPERARLO, alcanzar otro Estado, que abra paso a un Chile nuevo, democrático popular y Socialista, avancemos tras la ASAMBLEA CONSTITUYENTE Y UNA NUEVA CONSTITUCIÓN.
Por Eduardo Artés
Primer Secretario del Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria)