7 trucos para crear un buen juego educativo

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7 trucos para crear un buen juego educativo

Autor: Ciudadano

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1. Tu alumno, el centro. No pierdas este criterio jamás de vista. Si quieres que el juego que vas a diseñar funcione, es imprescindible que empieces planteándote quién será el destinatario de ese juego. Suena obvio, pero es más complejo de lo que parece. Te propongo un reto sencillo. Traza en tu mente ese ‘alumno prototipo’, y describe su perfil demográfico, pero también actitudinal: ¿qué edad tiene?, ¿dónde ha nacido?, ¿qué le gusta hacer?, ¿cuáles son sus gustos e intereses?, ¿qué tipo de juegos usa?, etc.

2. Concretemos objetivos y contenidos. Probablemente lo que tengas más claro sean los conocimientos o la materia que quieres que tus alumnos aprendan con el juego (las partes de las plantas, los océanos y mares, los planetas…). Sin embargo, debes concretar. Si te propones muchos objetivos y competencias, no alcanzarás ninguno. ¡Escoge uno o dos! Ten presente que estos deberán ser lo más concisos posible.

3. ¿Por dónde empezamos? ¡Por jugar! Como lo has leído; para diseñar juegos que interesen a tus alumnos, primero debes jugar tú. Es necesario que conozcas qué juegos hay en el mercado y a qué suelen jugar tus estudiantes. Esto te ayudará a decantarte por formatos y dinámicas que se adecuen a tus objetivos, pero también sus gustos.

4. Deberíamos reciclar. Piensa qué necesitas para crear tu juego y revisa qué tienes a mano. Seguramente guardas cartulinas, pegatinas y folios de colores que podrías reutilizar. ¡Tener en cuenta el cuidado del medioambiente siempre es una buena opción!

5. Ese juego no es nuevo. Crear dinámicas de juego no es tarea fácil y más si acabas de iniciarte en esto. Quizás podrías tratar de reinventar algún juego que conozcas bien. Los tradicionales –como el parchís, el tres en raya o las damas– nos ofrecen muchas posibilidades. ¿Qué tal si creamos una oca matemática o un memory de insectos? Por otro lado, sería interesante que buscases algunos niños que pudiesen probar tu juego antes de utilizarlo con la clase; te ayudaría a detectar incoherencias que puedan existir y, sobre todo, te proporcionaría ideas para mejorarlo.

6. La tecnología a nuestro servicio. En distintos ámbitos, la tecnología puede resultarnos de gran ayuda. Por ejemplo, puedes buscar inspiración en la red, investigar sobre los juegos de moda, utilizar programas de edición… ¡Posibilidades no te faltarán!

7. No nos vayamos a olvidar de lo más importante… ¡la diversión! Todo juego, sea del tipo que sea, ha de entretener y divertir. Sin diversión no hay juego y sin juego, no hay aprendizaje. La receta de un buen juego educativo ha de contemplar, por tanto, la inclusión de dos ingredientes básicos, la diversión y el conocimiento, cada uno de ellos en su justa medida.

¿Cuáles son las proporciones perfectas? No existe una fórmula mágica y mucho menos una solución única. El resultado dependerá de diversos factores; entre ellos la edad del niño, el tipo de juego, la materia a impartir, tus objetivos… ¡Y de ti, creador! Dependerá cómo imagines ese juego que te propones crear. Así que mi consejo final para ti es éste: prueba, experimenta, siente, disfruta, descubre, ¡arriesga! Después me cuentas, ¿te parece?

Vía: http://www.educaciontrespuntocero.com/


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