Calentando una noche fría y triste, solo para algunos
Fue una noche fría y de contrastes. Y estos últimos se notaron desde el inicio. Cruzar el gran portón del Galpón Víctor Jara no solo significaba pasar de una baja temperatura a una más confortable, sino saltar de calles que habían sentido minutos antes bocinas de vehículos celebrando el triunfo de Chile ante Venezuela en fútbol a un recinto donde Dj Pituto intentaba ir motivando a los que ingresaban por goteo. Como decía el estar adentro o afuera marcaba diferencias, ya que de estar cantando y bebiendo en la Plaza Brasil, ahora era lo mismo pero ya no sólo era cantar y celebrar, sino que los cuerpos ya se movían ante los ritmos propuestos desde el PC del temporal animador.
Lo que siguió a ese goteo, a esa toma de posiciones en la gran pista de baile en que se transformó el galpón, fue en primera instancia fue la actuación de Ginebra, que se puede reflejar en el buen momento para bailar y disfrutar de su aproximación a la cumbia que hicieron los asistentes. Eso se advirtió en los primeros minutos: lo que duró la primera canción. Es decir «Mala de adentro», la que con esa temática tan directa y ese coro que todos quieren repetir, incluso las propias aludidas. Lo mismo ocurre con posterioridad en la noche, casi madrugada, cuando la formación toca “María”, el tema que permite cantar –gritar en algunos casos– que «vamos quemando a la policía».
Durante su actuación el espacio ya se había colmado de bailarines y amigos, y la temperatura llegó a la que la banda requiere para seguir adelante, a tono con un repertorio compacto y sin puntos bajos. A ello se suman el aporte que surgen desde acordeón, el clarinete y el violín, que entregan una mirada propia al sonido de la cumbia, y la guitarra y voz solista. El resto fluyó como corresponde. A veces marcada por la tristeza más grande del mundo. A veces más rápido, como en la «Cumbia gitana», más suave en «Por mis mentiras» o más desenfrenada en «En el patio». Ginebra había cumplido su objetivo y logró, a esa altura, embriagar a varios y varias, como aquellas que subieron a mostrarse al escenario.
Dj Pitito volvió para hacer el nexo y dar paso, como dijo el bajista de Ginebra, que hizo de presentados, a la banda que es la sensación del momento. Se refería a la Conmoción, banda que pese a lo elogios, a los buenos comentarios, a la permanente invitación a ser parte de celebraciones, actos culturales o solidarios, a la ya casi sobre exposición de su trabajo, sigue con un laburo acabado y a conciencia. Y eso, aquellos que los siguen en cada una de sus presentaciones, lo han ido comprobando. El repertorio se ha engrosado. Aquellos que han disfrutado de esos conciertos donde primaban ritmos nortinos cruzados con piezas gitanas o cumbias (en su amplia expresión que se da en América Latina), ahora también ven temas cantados, cuecas que no desentonan y algún bolero medio camuflado. Una fiesta de diversidad musical y de baile.
Y eso lo logran cada uno de sus integrantes y a la vez el conjunto. Eso lo logran al transmitir una permanente entrega, un juego constante de comunicar –entendiendo como lo dijo aquel teórico de las comunicaciones- que ésta viene y va, que nos es patrimonio del emisor. Y así lo entienden todos. Ya que quienes miran desde unos metros más abajo, son permanentes animadores y solicitantes de más. Quieren escucharlas y bailarlas todas, aquellas viejas como “La culebrera” y esas nuevas que ya se han ganado un espacio. Como aquel “san juanito” final que no debió terminar nunca. Aunque fuera las cuatro de la mañana y aunque aquellos caballeros que creen representar a todos los chilenos hayan aprobado, unas horas antes, la Ley General de Educación, esa gran estafa que instaló el gobierno de la Concertación, ese mismo, que como me dijo un amigo, tiene al país en un tremendo bache(let).
Jordi Berenguer
Combo Ginebra y Banda Conmoción
Galpón Víctor Jara
Jueves 19 de junio
$ 2.000