Con una buena dosis de protagonismo narcisista funciona la política. Envalentonados por el establishment, Burgos y Valdés se pusieron a figurar en el estrado con una Bachelet ensombrecida, cuestionada y ablandada por los golpes de Caval, sus propias confusiones y la baja en las encuestas. La ex dupla ganadora recibió una andanada de críticas. Sin embargo la tesis de la “traición” de la DC a la Presidenta no resiste el análisis (**). El malentendido persiste: el programa de la NM fue un instrumento de poder y de manipulación y no un acuerdo para gobernar y satisfacer demandas sociales. Al contrario, su objetivo prioritario fue desactivarlas. Los sectores que profesan el pensamiento neoliberal al interior de la NM siguen hegemonizando la coalición gobiernista. Es cosa de leer sus planteamientos en la prensa conservadora para darse cuenta de ello.
Pero empecemos por las nuevas definiciones que la Concertación-NM le ha dado a ciertos términos de uso político actual, sin cuya semántica no se entiende la realidad social en construcción.
- Realismo: sometimiento a los imperativos económicos neoliberales, a los dogmas del modelo y a los poderes e intereses de la oligarquía empresarial con el fin de postergar las tibias reformas prometidas;
- sin renuncias o irrenunciable: significa todo lo contrario de la definición del término en la rae.es. Es la manera concertacionista-NM de expresar la impotencia política o la falta de voluntad para satisfacer las demandas sociales. Es renunciar a lo poco prometido en un programa;
- equilibrio (entre empresarios y trabajadores): es lo contrario de la idea de partes que se equivalen, es mantener el espíritu neoliberal de la reforma laboral del gobierno, bajo control de Valdés, con la complicidad de la ministra Rincón y la inoperancia de la CUT. Es decir, es reforzar sólo un actor, el ya cargado de poder. El motivado por la lógica de la acumulación capitalista de la riqueza; es entregarle la relación de fuerza a los patrones; hacer inefectiva la huelga, impedir la negociación colectiva por ramas, mantener la explotación del trabajo asalariado y perpetuar la desigualdad social;
- reformas estructurales (por las que se planteaban la diputada Vallejo y el PC cuando conformaron la NM): son las que nunca se harán con la Concertación-NM en el gobierno. Las que habrá que asumir con una nueva fuerza socio-política por construir, con un nuevo programa de transformación social asumido por los movimientos sociales y el pueblo ciudadano.
Este nuevo lenguaje de la NM, deformador, era del orden de lo previsible; sucede que las elites políticas tienen el poder mediático para no expresar lo que realmente hacen; así pueden crear la falsa ilusión con palabras y movidas escénicas de que hacen algo nuevo.
En este frenesí discursivo se los ve agitados y agresivos entre ellos, casi en campaña preelectoral (Lagos y Walker); además se mueven inquietos en los medios. Y la máquina comunicacional en tiempo de desconfianzas ciudadanas es repetitiva y machacadora. Un sector de los Concertacionistas-NM sigue pegado con el mantra o consigna elaborada en un rincón de La Moneda: eso del “realismo sin renuncias”, que les da un margen para “gradualizar” las mentadas reformas, mientras que los otros, los que aceptaron “priorizar” o ”focalizar”, critican a los que no quieren “profundizar los temas que requieren más dedicación” (Navarro); manera de echarse la culpa entre ellos para justificar su incompetencia, la falta de debates ideológicos claros, el déficit de apoyo ciudadano y la ninguna voluntad política. Es el ámbito propicio para la vuelta de la Bachelet conciliadora y que susurra sensatez.
El periodismo conservador y la política mediática al servicio de la NM y del gobierno
Es en este marco que los medios conservadores se han puesto a la disposición incondicional del gobierno y sus partidos (*). La oposición derechista se ha visto desplazada de sus feudos —incluso. Así es como los políticos de la Nueva Mayoría ocupan los fines de semana las páginas centrales de la 3a-Copesa, de El Mercurio y de La 2a (los viernes). Los medios de la oligarquía saben que la elite dirigente de la NM es un pilar del sistema de poder y, que si se cae, junto con la derecha dura, la crisis política generará demasiada incertidumbre; más de la que la oligarquía propietaria dominante considera gobernable.
Es en un clima mediático de “delincuencia”, atizado por los “noticieros” y por el ejemplo de las prácticas corruptas de empresarios delincuentes que se han puesto a desfilar ante los tribunales y la cárcel, que el delincuente sin corbata capta el ambiente e imita al infractor de Sanhattan (La City financiera de Santiago cercana a los barrios pudientes) de y al de la casta política.
De ahí que el discurso de apaciguamiento se impone en los medios conservadores, pese a los cuchillazos entre los Walker, Montes, Lagos y Vidal y a la impresión de “divisiones al interior del gobierno” (79% de encuestados según Cadem, lo piensa). Hasta torcerle las aristas puntiagudas a la realidad social; ignorando el profundo descontento ciudadano y el despliegue sistémico de la corrupción político-empresarial, término éste (prácticas corruptas de la casta empresarial) que no se pronuncia (no es como en Brasil dice Lagos y, se refiere, al igual que Bachelet, al “tema del dinero y la política”, sin nombrar la palabra maldita que los mancilla a todos).
Cuando las cosas no se nombran con los conceptos apropiados se vive en el simulacro
Estamos en presencia de mensajes políticos fabricados por un dispositivo. Por lo que es difícil saber quién llama o recurre a quién; si son los periodistas por orden del editor del impreso, o es el encargado de prensa del político el que pide que se le conceda una entrevista a su patrón. Estos actores se conocen; habitan el mismo campo mediático-político y obedecen a las mismas lógicas de la producción artificial de la realidad.
En efecto, la literatura especializada habla de un cambio en la relación entre políticos y periodistas. El periodista que interroga de manera profesional, aguda, buscando informar al lector, sin condescendencia ante el profesional de la política y enfrentándolo con sus propias contradicciones e insensateces ha evolucionado hacia un rol de relacionador público (Public Relations o simplemente PR —pi er de su pronunciación anglo— en la jerga comunicacional corporativa) donde se busca crear la percepción o una imagen positiva del político, como si fuera un producto o marca. Todo un abandono de los principios de la profesión periodística que deja paso a la aparición de un nuevo género: la entrevista promocional.
Esto quedó en evidencia una vez más el sábado (15.08) pasado en la “entrevista” en El Mercurio del senador Guido Girardi y, el mismo día y en el mismo medio en la tribuna al ex presidente Ricardo Lagos. Al día siguiente le tocó al ministro de Hacienda Rodrigo Valdés en la 3a. Ahí, los tres PPDés se explayaron ante las supuestas “preguntas” periodísticas.
El objetivo, como bien puede verse, es comunicacional: darles crédito y mantenerlos en las mentes ciudadanas como autoridades legítimas que piensan el “futuro” y saben (Girardi); están preocupados por “ordenar” el caos actual y servir al país (Lagos) y por ser asertivos en el campo económico y técnico para tranquilizar al empresariado (Valdés con su visión de la reforma laboral y del entorno económico capitalista global) en un ambiente de crispación política y de incompetencia generalizada.
Las tres entrevistas promocionales se siguen y redundan. Permiten comprender el discurso político Concertacionista-NM dominante que en el fondo no difiere en nada sustancial del discurso de la Democracia Cristiana de Walker-Pizarro, del Partido Socialista (Isabel Allende fue la primera que dijo que había que ser realista y frenar las reformas por razones económicas) y de las políticas a las que terminan siempre por someterse (no sin antes patalear un poco) el PC, el MAS, RD y la IC.
Exacerbar las diferencias entre ellos, buscando tensiones para ver quién es más centrista o más de izquierda, es tarea inútil. Esta semana el PC se reúne con la DC para “dialogar temas comunes”, puede leerse en la 2a. del viernes pasado.
Un relato débil y engañoso de una élite desgastada
Mientras que la Presidenta se permite en el extranjero posar de socialdemócrata de izquierda, que añora incluso los beneficios de un Estado protector (Bachelet conoció el sistema de Alemania Oriental que en realidad fue, con la burocracia estalinista y la Stasi —el aparato de seguridad de Honecker— la negación del socialismo democrático, pero olvida que los Estados capitalistas también tienen sistemas de protección social universales, resultado de luchas populares, sistema que en Chile fue desmantelado el 1973) sus ministros y los políticos de la NM deben dar la impresión que se gobierna y que tienen proyecto (el objetivo de Lagos). Para eso necesitan entregar un esquema de interpretación de la realidad política que está construida con palabras para darle sentido a los hechos, pero a los que se requiere darles un objetivo comunicacional común. Esto es machacar en el lector que ellos tienen objetivos y pueden gobernar otra vez.
Girardi es un defensor del dogma neoliberal
El senador Girardi es un caso típico de neoliberal camuflado. Se dice “progresista”, pero en realidad es un social-liberal (un neoliberal dispuesto a hacer reformas que no sean estructurales). Aunque el progresismo es una pose de corte neoliberal. Ejemplo: aquello que Girardi en la entrevista defiende y llama la “responsabilidad fiscal” (también se le llama “superávit fiscal” o “cero déficit”) es la clave del neoliberalismo aplicado a las políticas públicas del Estado. Es la manera de aparentar ser serios al sostener una regla (la “regla de oro” impuesta por Eyzaguirre y Mario Marcel en el gobierno de Aylwin), que dice que el Estado no debe promover sistemas sociales vía gasto fiscal.
No obstante, lo que no se dice, pero sí se practica es no gravar, imponer o hacer tributar a los ricos, e impedir que estos eludan impuestos, porque si se lo hace los grandes empresarios “no invierten” porque los “irrita” (este es otro postulado del dogma). Y para que haya “crecimiento debe haber inversión privada” (repite la doxa neoliberal). Consecuencia de la lógica liberal: no aumentar los impuestos a los ricos ni socializar lo privatizado.
Según el credo neoliberal, es irresponsable que el Estado invierta en lo social. Como puede verse es un pensamiento circular. De lo que concluimos que los tecnócratas de la NM nunca quisieron hacer una reforma tributaria progresiva ni menos satisfacer las grandes demandas sociales, ni tampoco crear una AFP estatal que trabe el negocio del siglo de las pensiones en manos del mercado.
Girardi dice verdades a medias que el periodista no le cuestiona: sostiene que no sólo los republicanos yankees, sino que también el Partido Demócrata norteamericano es un defensor de la llamada “responsabilidad fiscal”, pero no dice (puede que no lo sepa) que desde la administración de Bill Clinton, el Partido Demócrata, al igual que el Laborismo inglés de Blair (admirado por Lagos), adoptó también el neoliberalismo o “Consenso de Washington”, alejándose de esta manera de las clases populares y de los sindicatos que habían sido la fuerza de los demócratas desde el New Deal de Roosevelt en los años treinta del siglo pasado.
Aquí vemos la liviandad intelectual de los PPdés. Ser “gradualistas” para Valdés (en La 3a) y para Girardi (en El Mercurio) es construir hospitales de a poco (renunciaron a construir los 20 del programa) porque “no hay médicos ni equipos”, dice Girardi, pero no se les ocurre decir que Cuba, país pequeño que dispone de médicos capaces de resolver situaciones de crisis como la del Ébola en África podría ayudar a Chile. ¡Pero cómo Chile podría pedirle a Cuba que le suministre médicos para hacer funcionar hospitales y servicios necesarios para cuidar y proteger a la población chilena! Sería rebajarse el pedir ayuda al pueblo cubano y a su gobierno. Y la derecha pondría el grito en el cielo por la infiltración “castrista”. Sin embargo Chile no tuvo la capacidad de enviar ni un sólo médico para ayudar a combatir la crisis humanitaria africana, como pocas fueron las democracias occidentales en hacerlo. Y los EEUU, pese a su herencia afro tampoco respondió como lo hizo la Revolución Cubana.
Esta es la respuesta que da Valdés para explicar en la prensa la “gradualidad” de la estrategia del realismo sin renuncias: “Está (la gradualidad) en la secuencia en la construcción de ciertos hospitales, respecto del avance en gratuidad en la educación y quizás un tema que lo refleja bien es que en las indicaciones que se acordaron para la carrera docente hay una parte de las horas lectivas que se van a ir financiando en el tiempo, que dependen de los ingresos del Fisco y del crecimiento económico. Entonces, la gradualidad está construida haciéndola dependiente de cómo le vaya a Chile. Ese es un ejemplo bien claro de armar algo de manera gradual”. Cómo puede verse la profundidad explicativa y analítica del ministro de Finanzas Valdés deja pasmado a cualquiera. Y como bien sabemos el fisco chileno tiene plata, pero se calla.
Por lo mismo, leer las quejas y lamentos acerca del subdesarrollo científico de Chile, según el mismo senador PPD Girardi, cuando dice: “Chile no tiene políticas de ciencias, no tiene políticas de futuro, está dejando que el futuro se escape de sus manos. Tenemos un presupuesto de ciencia que es vergonzoso, un 0,35% del producto, cuando Latinoamérica tiene 1% y los países que son competitivos tienen 4%”.
Esta es otra confesión de impotencia política de quienes desprovistos de proyecto reales han usufructuado de las prebendas y privilegios del poder para pasearse en conferencias y congresos mundiales costeados con el erario nacional sin que se vean los frutos en el país.
Girardi, el futurólogo, es prisionero de la ilusión cientista: cree que con atajos se llegará al desarrollo científico y no a través de inversiones estatales y con un sistema de educación adaptado a una pedagogía democrática.
La pobreza del pensamiento de la elite política que gobierna el país desde 1990 y que posa de preocupada por el “futuro de Chile” debe ser un tema de debate entre las nuevas generaciones.
De lo anterior podemos inferir que la tesis de la “traición” a la Presidenta por parte de un sector de la NM no tiene asidero político. La Nueva Mayoría es una coalición de poder hegemonizada por los sectores neoliberales, presentes en todos los partidos ,a los cuales se han sometido, para ser furgones de cola, sin oponer resistencia política, ni organizarse para disputar orientación, las otras corrientes y partidos que la componen.
——
(*) ¿Está intrigado el lector por el San Girardi en el título? Para obtener la respuesta lea el primer párrafo de la “entrevista” promocional en El Mercurio: http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=15-08-2015%200:00:00&dtB=15-08-2015%200:00:00&BodyID=3&PaginaId=2
(**) Lea columna de Ismael LLona, defensor de la tesis de la “Traición en marcha”:
http://www.elclarin.cl/web/opinion/politica/16560-la-traicion-en-marcha.html