Uno de los presidentes más polémicos y en buena medida desprestigiados de la historia estadounidense es Richard Nixon, quien pasó a la historia sobre todo por su beneplácito ante la Guerra de Vietnam y por participación en el tristemente famoso escándalo de Watergate, eso sin contar las opiniones antisemitas y misóginas que profirió durante y después de su mandato y las campañas sucias que inició contra sus contrincantes políticos.
Pero por si esto ni fuera suficiente, una nueva biografía sobre Nixon explora su vida íntima, asegurando que el ex presidente golpeaba a su esposa, padeció un serio problema de alcoholismo y sostuvo un romance homosexual con un miembro de la mafia cubana, todo mientras residía en la Casa Blanca.
Por supuesto los comentarios en torno al libro recalan mucho en este último aspecto, sobre todo porque no fueron pocas las ocasiones en que Nixon manifestó públicamente su oposición a la homosexualidad, al grado de emitir declaraciones abiertamente homofóbicas.
En Nixon’s Darkest Secrets: The Inside Story Of America’s Most Troubled President, su autor, Don Fulsom, periodista consumado que cubrió las actividades presidenciales de Nixon, narra cómo este se lio con Charles “Bebe” Rebozo, un cubano-estadounidense de “gran sensualidad” que supo ganarse su amistad y su confianza luego de un par de encuentro francamente desafortunados (cuando se conocieron, por ejemplo, a bordo del yate de Rebozo, Nixon se la pasó leyendo documentos que llevaba consigo y conversando no más de lo necesario con el anfitrión, aparentemente “sin beber ni fumar ni perseguir mujere o incluso pescar”, se quejó amargamente Rebozo).
Con el tiempo, sin embargo, el cubano se elevó en la consideración del presidente, al grado de que ambos vacacionaban juntos (a veces acompañados por Pat, la esposa de Nixon) e incluso en tiempo regular no perdían oportunidad de acompañarse. Según Fulsom y algunos de los testimonios que presenta para apoyar sus afirmaciones, en cierta temporada Rebozo escogía la ropa de Nixon y las películas que este veía en la Casa Blanca, además de monopolizar sus actividades hasta provocar la cólera de otros amigos y colegas cercanos.
El biógrafo asegura también que cuando Nixon ganó la presidencia, Rebozo obtuvo su oficina y su habitación propias al interior de la Casa Blanca, además de un salvoconducto que le permitía entrar y salir de ahí sin que el servicio secreto lo registrara. Fulsom narra cómo en una gira por Europa, Rebozo, bajo un nombre falso, logró colarse al hotel donde se hospedaba el presidente.
En cuanto a los vínculos de este hombre con la mafia de entonces, Fulsom cita los registros en que el FBI asociaba a Rebozo con jefes criminales como Santo Trafficante, el “padrino de Tampa”, y Alfred ‘Big Al’ Polizzi, el cerebro financiero de la Cosa Nostra. Hacia 1960, el FBI describió a Rebozo como “socio no miembro de figuras del crimen organizado”.
Ahora bien, como dijimos antes, este asunto es polémico no por la homosexualidad misma, sino, por un lado, porque en su vida pública Nixon aborrecía la homosexualidad, la detestaba al grado de considerarla una “enemiga de las sociedades fuertes”. Por otro, esta revelación pone de manifiesto el tabú que aún persiste sobre la preferencia sexual de importantes y sobre todo poderosas personalidades públicas, la injusta marginación o condena de circunstancias que —como el color de piel o la religión profesada— no deberían tenerse como las más importantes en alguien destinado a la administración pública —siempre y cuando dichas particularidades, innegablemente humanas, no interfieran con dichas funciones. Mucho más polémico debería ser su alcoholismo o las agresiones contra su esposa.