El mundo corporativo confunde la productividad y la asocia con cantidad y no calidad.
Ideas como que debemos quedarnos hasta tarde en la oficina para que nuestros supervisores piensen que estamos trabajando y que la productividad esté basada en la cantidad de horas trabajadas, son conceptos anticuados.
Trabajar ocho horas, un horario que fue instituido en 1800, no se alinea con un trabajo eficiente, ya que es mejor trabajar menos horas y de forma más inteligente, de lo contrario estaremos cansados, estresados y seremos lo opuesto a un empleado destacado.
La realidad es que debemos trabajar cuando somos más productivos, aunque es preciso seguir una regla: tener pausas durante la jornada para que nuestro cerebro recupere y procese la información.
Hoy te presentamos algunos argumentos por los que trabajar ocho horas no tiene sentido alguno.
* La costumbre de trabajar ocho horas al día llegó con la revolución industrial porque para maximizar la producción, las fábricas necesitaban fijar horarios a sus trabajadores.
* Quien propuso esta norma, Robert Owen, proponía dividir el día en tres partes: ocho horas para trabajar, ocho para recrearte y ocho para descansar. Si tu horario es de 7 am a 3 pm, puede sonar bien, pero si trabajas de 9 a 5 ya no lo es tanto; menos aún si tienes un horario intermedio, como 11 a 7. Tus ocho horas de recreación terminarían a las 3 de la mañana. ¿Eso está bien?
* Finalmente Henry Ford implementó las ocho horas de trabajo en 1926.
* Pero ¿por qué debemos cambiar ese esquema? Simplemente porque las ocho horas al día de trabajo ya no encajan con nuestro estilo de vida y nuestras prácticas de trabajo actuales. Los negocios confunden la productividad y la asocian con cantidad y no calidad.
* Trabajar largas horas causa cansancio, estrés y frustración, baja productividad (justamente lo que no quieren tus jefes) y bajo compromiso con tu trabajo.
* Timothy Ferriss, autor del libro La semana laboral de 4 horas, asegura que la mejor forma de trabajar es hacerlo sólo cuando te sientes más eficiente, despejado y descansado porque así la vida es más productiva y se disfruta más.
* Así que lo ideal es que para maximizar tu productividad encuentres un patrón de estilo de vida que te permita planear tus tareas más demandantes durante tus horas más productivas y enfocarte en una sola cosa a la vez para evitar caer en el multitasking.
* De acuerdo con diversos estudios el cerebro puede enfocarse de 90 a 120 minutos. Después necesita un descanso. Por ello, hay algunas alternativas para sobrellevar las ocho horas de trabajo y ser productivo sin caer en el estrés y la frustración: una es planear dos momentos al día de 15 minutos de descanso; uno a media mañana y otro a media tarde. Otra solución es aplicar la técnica Pomodoro y trabajar en lapsos de 25 minutos con descansos de 5 minutos. Otra más es dividir tu día en 90 minutos y asignar a cada bloque una tarea; ya concluida cada una, descansar 20 minutos.